Capítulo 22

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Ellos regresaron al alojamiento a la nochecita. Niall desbloqueó la puerta de la escalera e hizo un gesto con la cabeza hacia su cuarto. ―Toma una ducha en mi habitación, yo utilizaré la de Greg. No pasará mucho tiempo antes de que regrese el grupo.

Su pequeña rebelde arrugó la nariz hacia él, obviamente, no muy entusiasmada de comer con los swingers. Cuando llegó hasta la mitad, él le dijo, ―Agarra otra camisa de franela de mi armario.

Una suave risa fue su única respuesta. La observó subir los últimos escalones, disfrutando de la vista de su culo redondo en los jeans ajustados. No la había tomado desde atrás todavía, y su declaración de esa tarde había incorporado la visión en su mente. Hundiendo sus dedos en sus suaves caderas y reteniéndola en...

Niall frunció el ceño por las escaleras. En este momento, ella había desaparecido en sus habitaciones, y pronto tendría que desaparecer para siempre. Y él la extrañaría. Ya lo sabía.

Esta tarde, después de que él la había liberado de sus restricciones, ellos habían trabajado juntos en el camino. Ella había querido ayudar, incluso si obviamente nunca hubiera realizado un trabajo al aire libre en su vida. Se detenía de vez en cuando para realmente mirar el bosque, observar a los animalitos pequeños esconderse debajo de un tronco, la cierva y el cervatillo mirando silenciosamente desde unos matorrales, el colibrí cerniéndose sobre las flores de color rojo. La había oído murmurar más de una vez, ―Necesito mis pinturas. ―Reía con facilidad y trabajaba con alegría, sin preocuparse por sus manos o su ropa.

Había estado en desacuerdo sobre el lugar donde deberían ir las rocas en el arroyo que pasaba y discutió con él. Las manos en las caderas, la cara rosada y los ojos chispeantes. Se había puesto tan duro como las rocas sobre las que estaban discutiendo. Ella había ganado la discusión también.

Niall sonrió, entonces se puso serio y se frotó la cara. La rebelde lo había emboscado con su risa y su inteligencia. Con esos ojos verdes llenos de asombro. Y con su entrega a él.

Ella era sumisa en la cama y confrontadora el resto del tiempo, no una esclava que quería estar bajo el mando veinticuatro horas al día. Después de ver que la relación de Greg y Mimi había fracasado, Niall sabía que él no podría tolerar esa profunda sumisión. Su intestino se retorció al recordar la desesperación de Mimi cuando Greg le había quitado su collar, y el horror de Greg cuando le contó a Niall cómo ella se había quitado la vida.

Oyó la ducha de arriba y sacudió la cabeza. ¿Por qué se estaba molestando en pensar en Greg y Mimi... o en _________? La mujer se iría pasado mañana.

Maldición.

_________ llegó abajo, en el momento que vio a Niall desaparecer en una habitación que no había visto todavía. Ella lo siguió, y su boca se abrió. Una mesa de billar de lujo en un lado y un estante largo con tacos colgando de la pared. Una mesa de ping-­‐pong y un futbolín ocupaban el centro de la habitación. Un tablero de dardos colgaba en la pared de enfrente. ―Wau. ¿Es aquí donde pasas los inviernos? Niall se volvió, una sonrisa iluminó sus ojos a un azul nítido. ―En realidad, cerramos el lugar abajo después de la primera nieve y nos esfumamos hacia climas más cálidos. Buceo, vela, pesca en alta mar.

Oh, ella podía verlo, pantalones cortos, pies descalzos. Sin camisa. Especialmente sin camisa, con ese musculoso pecho y anchos hombros bronceados tan oscuro como la arena. Ella negó con la cabeza, mal _________, y dijo suavemente, ―Suena divertido.

―Lo es. ―Él hizo un gesto con la cabeza abarcando la sala en general. ―Elige tu juego, rebelde.

Con las manos detrás de su espalda, ella se paseaba por la habitación como una supervisora. Todo era de primera calidad, obviamente a los chicos les gustaban sus juguetes. Cuando ella lo alcanzó, él sonrió. Mientras trabajaba en una fraternidad, había aprendido más que a cocinar. ―Comenzaremos con el pool. El ganador podrá escoger el próximo juego.

Él miró hacia abajo, y un pliegue apareció en su mejilla.

Ella siguió su mirada. Oh diablos, las manos detrás de la espalda mientras estaba usando una camisa de franela tamaño extra grande no era una buena idea.

―¿Y el perdedor? ―Sus ojos brillaban de una manera que ella no se fiaba, sobre todo cuando el dedo se arrastraba hacia abajo entre sus pechos.

―Ah. ¿El perdedor no podrá elegir un juego? ―dijo débilmente. ¿Cómo podía excitarla de esa manera, sólo con un toque?

Él se echó a reír y le dio un palo de billar. ―Rompe.

Media hora más tarde, si se podría haber quitado la camisa de franela sin ser indecente, lo habría hecho. La sala se sentía demasiado caliente, o tal vez estaba pasando por una menopausia precoz y tenía sofocos.

¿Cómo podría Niall transformar un simple juego de billar en algo tan erótico? Toda su atención parecía estar en la mesa, pero su elección de tiros siempre lo llevaban a su lado, y él la tocaba cada vez que pasaba. Una palmadita en el hombro, una mano en la cintura, un apretón de nalgas. Cuando ella tenía que estirarse para hacer un tiro, él se paraba en el otro extremo, y su mirada bajando por su parte delantera la ponía tan caliente que él bien podría estar tomando los pechos en sus manos.

Él ganó por una apestosa bola. La próxima vez ella trataría de hacer trampas distrayendo a su oponente como hizo él.

Después de reubicar los palos, él dijo, ―El ganador obtiene el beso de la victoria. ―La tiró en sus brazos sin esperar por su respuesta. Con un puño en su cabello, le echó la cabeza hacia atrás y le tomó la boca. Su otra mano curvándose debajo de su trasero y la empujó hasta que quedó en puntas de pie contra una erección dura como una roca. Hundiendo la lengua profundamente, la poseyó de la misma forma que había tomado su cuerpo antes.

Todas las burlas que había hecho durante el juego estaban como avivándose ahora

convirtiéndose en llamas. Ella envolvió sus brazos alrededor de él y le dio todo lo que quería.

Master of the MountainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora