Capítulo 50

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Su mente se había separado de sus emociones, y sólo quedaba la sensación, eso y sus palabras clavándose en ella, a través de todas sus defensas. ―Sí ―murmuró y gimió. ―Te quiero.

Todo era un espiral dentro de ella cada vez más apretado. Las tiras se sentían como dedos que acariciaban sobre su cuerpo.

De repente Niall azotó en sus senos, por primera vez, el golpe más ligero pero impactante sobre sus sensibles pezones. El rugido salió de la nada, un estallido masivo de exquisito placer, palpitando desde su núcleo hacia afuera. Su espalda se arqueó, su cabeza se inclinó hacia atrás. Podía oír sus propios gritos, y no importaba. Lo único que podía hacer era sentir.

―Me diste la respuesta correcta, mi pequeña rebelde. ―La mano dura de Niall desabrochó sus piernas, luego sus brazos, y un fuerte brazo se enroscó alrededor de su cintura para sostenerla. Tiró de ella en un abrazo apretado, ubicando la cabeza sobre su hombro y balanceándola ligeramente hacia atrás y hacia delante, como si fuera un bebé. ―Shhh, cariño. Estás bien.

Un estremecimiento la recorría continuamente. Su rostro estaba mojado. ―Niall ―susurró.

―Señor.

Él la inclinó hacia atrás lo suficiente para sonreírle a sus ojos, su mano serena sobre su rostro. ―Y ahora te voy a tomar. No tendrás ninguna duda de que te quiero. ―Sus cejas se unieron. ―Y de quién es tu Dom.

¿Aquí? Espera...

La arrastró unos pocos metros más hasta un banco de un metro de altura y la aplastó sobre su estómago. Ella parpadeó, su cabeza comenzaba a aclararse mientras él empujaba sus piernas para abrirlas. Una mano presionada contra su clítoris, y otra implacable mano empujando hacia abajo sobre su espalda, sosteniéndola en el lugar. Niall la penetró con un empuje duro.

Con un fuerte grito, _________ se corrió otra vez, su espalda arqueada, sus pequeñas manos agarrándose del borde del banco. Mientras su coño convulsionaba a su alrededor, tratando de ordeñarlo, Niall se aferró a su control. Apenas. Dios, se sentía bien, caliente, resbaladiza y apretada. Y él estaba tomándola aquí, delante de todos, poniendo su sello sobre ella.

Nunca había sentido la necesidad de eso antes, pero lo hacía ahora. ―Yo te quiero también, _________ ―dijo, con voz ronca por el esfuerzo. ―Quiero tu cuerpo todo suave y caliente debajo de mí.

Ella estaba completamente abierta, sus defensas bajas. Lista para escuchar y creer lo que tenía que decir. Él se movió dentro de ella, lentamente al principio, para asegurarse que no erupcionaría como un adolescente, y luego más fuerte. Más rápido. ―Quiero oír tu risa por la mañana ―empujó ―observarte pintar ―empujó ―Quiero mostrarte mis montañas ―empujó ―y vestirte con mis camisas de franela.

Agarrando sus suaves caderas, presionó más profundamente dentro de ella, sintiendo las ondas remanentes del clímax en su vagina y los pequeños estremecimientos que recorrían su cuerpo. ―Quiero consolarte cuando tengas pesadillas y permitirte confortarme cuando tenga las mías.

Apretó los dientes, el placer era tan intenso que sus oídos empezaron a zumbar. Por último, no pudo esperar más y machacó dentro de ella con un clímax que comenzó en las uñas de sus pies, se apoderó de sus bolas en un puño implacable, y finalmente se sacudió hacia afuera de su polla.

Ella yacía flácida debajo de él, y por el murmullo intenso alrededor suyo, él la había llevado con él. Era justo, ya que ella había tomado un pedazo de él cuando se fue.

Se deslizó fuera de ella, saboreando el pequeño gemido. Después de abotonarse sus pantalones de cuero, la empujó sobre sus pies y entonces dentro de sus brazos. Suave, redonda y hermosa. Y suya.

Su cabeza le daba vueltas como si hubiera estado bebiendo toda la noche, pero ella sabía que los brazos de Niall la sostenían. Su masculino aroma de pino se unía al del cuero y del sexo. El corazón de él latía fuerte en su oído, latiendo con el mismo ritmo de la fusta que había usado sobre ella y con el mismo ritmo que las palabras que había usado. "Te quiero". Su mano le agarró la nuca y le dio un beso que le hizo girar el mundo otra vez. Su coño se apretó mientras la otra mano le apretaba su trasero, acariciando sobre su piel. Sus callos sintiéndose como...

Ella parpadeó, dándose cuenta de que su trasero estaba desnudo. Ella estaba desnuda. Se había corrido, gritado, delante de un club lleno de gente.

Se sacudió hacia atrás de él en estado de shock, vio a la gente mirando, y escondió la cara en su hombro. Oh Dios.

Una risa retumbó a través de su pecho. ―¿Volvió la timidez? Un poco demasiado tarde, _________. ―Su mano le levantó la barbilla para que ella tuviera que mirarlo. Sus ojos se habían vuelto de acero, y su mandíbula se apretó. ―Ahora que tu cabeza se aclaró, tal vez recuerdas haber dicho que querías estar conmigo. ¿Sigue siendo así?

Su estómago se agitó mientras ella asentía con la cabeza.

Sus grandes manos se cerraron a ambos lados de su rostro. ―Ven conmigo a la montaña, _________ Sé nuestra cocinera y pinta durante los veranos y en los inviernos iremos a donde quieras de vacaciones. ―Tomó una profunda respiración, y su mirada se hizo más intensa. ―Y sé mi sub. Ella tenía las manos apretadas sobre sus hombros. Asintió de nuevo.

―¿Todo eso, pequeña rebelde?

―Todo eso. ―Ella sonrió cuando la alegría azotó su cuerpo casi como un golpe del látigo.

―Señor.

―Bueno, en ese caso... ―Niall sacó algo del bolsillo y lo puso alrededor de su cuello ―Te estoy marcando de manera que no tienes que preocuparte por ser solicitada por ningún estúpido Dom. Significa que estás comprometida, conmigo, y llevarás esto cada vez que vayamos a un club. ―Se volvió lo suficiente como para disparar una mirada fría a un sonriente Simon.

Ella oyó un pequeño golpecito. Puso los dedos en su cuello y sintió el collar de cuero fino. Y un pequeño candado.

El esperó, sosteniendo la llave, dándole la oportunidad de protestar.

Ella tomó la llave y la guardó en el bolsillo de sus pantalones de cuero, y luego lo hizo inclinarse para darle un beso que hizo que la sala rompa en vítores.

FIN

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Muchas gracias desde el fondo de mi corazón por leer la novela , los quiero 

Master of the MountainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora