Siete votos en todos los capítulos y seguimos
Con un brazo sobre sus muslos, la aseguró en el lugar, salió de la cabaña con la misma facilidad como si llevara un bolso sobre su hombro y no una mujer. Acomodó algo abajo, cerró la puerta, y lo recogió. Su maleta. Había cogido la maleta, obviamente con la intención de dirigirse hacia el albergue. Con su equipaje y con ella en un fino camisón colgando por encima de su hombro.
—Bájame. No me vas a mostrar como un premio que ganaste. —Ella se retorció en su hombro, pateando con sus piernas.
Su agarre se apretó. Con una risa baja, dijo, —Tú sabes, yo puedo llevarte a ti y a tu maleta si te quedas quieta. Si luchas, voy a necesitar las dos manos, y la forma más fácil de mantener a una mujer por encima del hombro es con una mano en el culo, y la otra entre sus piernas. Tu elección, mascota.
Oh Dios, no lo haría.
Él lo haría.
Dejó que su cuerpo se afloje.
—Sabia elección. —Volvió caminando por el sendero, balanceando la maleta a su lado. —Pero la otra manera habría sido más divertida.
El albergue estaba ruidoso cuando entraron, y _________ mantuvo la cabeza baja. Tal vez él se dirigiría a su puerta sin que nadie lo viera.
Cerró de un golpe la puerta del albergue y la sala se quedó en silencio. Él se acercó a la puerta de arriba.
_________ cerró los ojos muy apretados. Machista imbécil. Cabrón, machista idiota.
Unas botas sonaron en el piso de madera. —Déjame sólo abrir nuestra puerta para ti, hermano. —La voz de Greg se sacudía de risa. El teclado sonó, la puerta chirrió ligeramente al abrirse.
—Gracias. —Niall se dirigió a los swingers. Él le acarició el trasero. —Es mía. —Su voz tenía un borde violento que ella no había reconocido, pero el tono de amenaza se deslizó alto y claro. —Y yo no comparto.
Subió las escaleras. Hacia su habitación. En el momento en que él la arrojó sobre el sofá de la sala de su casa, ella todavía no había encontrado una forma adecuada de hacerlo sufrir antes de morir.
Niall observaba como su pequeña sub luchaba para sentarse de nuevo, sus ojos completamente verdes pero montados en cólera con él. —Tú... hombre de las cavernas. Yo no te pertenezco y tú...
Joder, pero ella era adorable. Aún así, estaba en su habitación ahora. Él no le haría ningún favor a una sumisa tolerando su falta de respeto. Momento de entrenamiento. —No tienes permiso para hablar, —gruñó, satisfecho cuando su diatriba se cortó en la mitad de la frase, mostrando la obediencia instintiva de un sub bajo el mando.
La observó durante un largo minuto, observando aumentar su expectativa, así como su preocupación. Su rostro sonrosado por el inicio de la excitación. Sus manos frotando sus muslos, como si tratara de tranquilizarse a sí misma.
—Desvístete.
Su jadeo fue delicioso. —Ahora, escucha...
Inclinándose hacia adelante, le levantó la barbilla para que ella pudiera ver su disgusto. —Las únicas palabras que quiero de ti son "Sí, señor" ¿Soy claro?
Podía verla considerando escapar usando su palabra de seguridad. Luego un estremecimiento la recorrió, balanceándole los pechos, enfatizando los apretados picos de sus pezones, y revelándole su decisión incluso antes de que ella dijera, —Sí, señor.
—Buena chica. —Aflojó el apretón, acarició suavemente su mejilla. La besó, dejándole sentir su calor.
El placer de una sumisa por la aprobación de su amo brillaba en sus ojos cuando él se retiró. Le apretó el hombro, y luego dio un paso atrás, se cruzó de brazos y esperó.
Mordiéndose los labios, se levantó y se quitó el camisón, apoyándolo sobre el brazo del sofá. Su rubor se incrementó, sobre todo por la vergüenza.
—Toma tu posición allí, —dijo, señalando a la alfombra junto a la chimenea.
Ella se arrodilló como le ordenó. Cuando ella lo miró hacia arriba a través de sus pestañas, él frunció el ceño hasta que ella abrió las piernas más amplias, lo suficientemente amplias como para ver la humedad de los labios de su coño en el vello púbico. Hermoso, rosado banquete.
—Muy bonito, dulzura. Quédate ahí ahora. —Sacó su bolsa de juguetes del armario. —Vamos a trabajar primero la confianza. Y luego hay otras cosas que quiero hacerte.
Sus pezones apretados y el ligero brillo de su coño le rebelaban su reacción. Dado que sus ojos estaban obedientemente bajos, él se permitió una sonrisa. Mientras hurgaba en la bolsa, ella mantenía su posición. Su obediente pequeña sub.
¿Pinzas para los pechos? No era lo suficientemente atractivo para esta noche. Las hizo a un lado. ¿Abrazaderas de pezones? No. Demasiado doloroso para su segunda vez. Hmmm. Si usaba unas del estilo pinzas, podría ajustar el sujetador. Después de un minuto, encontró un par que tenía cristales colgando que hacían juego con el verde de sus ojos. ―Ven aquí.
Cuando se puso de pie enfrente suyo, él sonrió. ―Las manos detrás de tu espalda otra vez, los ojos hacia abajo, las piernas ligeramente separadas.
Él se acercó lo suficiente para ver el rápido latido del pulso en su cuello. ―Me gusta la joyería en mis subs. ―Inclinándose, tomó un pezón en su boca, lo chupó hasta lograr un pico, y aplicó una pinza, ajustándolo hasta que vio los músculos alrededor de sus ojos apretarse por el dolor. El reconocimiento barrió a través de él, ella no era un quejica, ¿no? Tiró el anillo hacia abajo para aflojar un poco la pinza. Sus dientes se mordieron los labios de nuevo, así que él la besó y comprobó su coño. Muy húmedo. La otra pinza siguió, acompañada de un silbido de aire. Deslizó sus dedos hacia abajo dentro de su coño otra vez, siguiendo sus pliegues, aumentando su excitación.
Su cuerpo temblaba incontrolablemente mientras Niall la acariciaba, deslizando sus dedos sobre su clítoris hasta que estuvo palpitante. Cuando empujó un dedo dentro de ella, tuvo que apretar las manos para quedarse quieta. Con los ojos bajos, sólo podía ver sus largas piernas y su musculoso antebrazo, las mangas de la camisa enrollada, la muñeca con venas, y la mano tocándola tan íntimamente.
Tocándola como si ella no tuviera derecho a negarse.
Sus pezones quemaban por las pinzas. Una intensa sensación, que nunca amainaba, parecía hacer que todo en su cuerpo sea más sensible.
―Inclínate y abre tus mejillas.
Su cabeza se levantó, y ella lo miró fijamente. ―¿Qué?
Él juntó las cejas, sus ojos volviéndose fríos. ―Inténtalo de nuevo, sub.
No, no, no. Lo que sea que él quería hacer, esto no podía ser bueno. ―No, no lo haré. No quiero lo que sea que tú quieras hacer.
―¿Sabes lo que voy a hacer, _________?
Ella negó con la cabeza. ―Pero...
―¿Crees que te hará un daño insoportable?
―No, pero...
―¿Alguna vez has sido violada o asaltada?
―No, pero...
―Entonces estás diciendo que no confías en mí para hacer lo que creo que es correcto para ti.
¿Es eso?
―¡Maldita sea, Niall tú no puedes simplemente hacerme cosas sin consultarme! ―Ella dio un golpe con el pie, pero su pie descalzo no emitió ningún sonido.
―Sí. Puedo. ―Su mandíbula se apretó, y un temblor comenzó dentro de ella. ―De esto es de lo que se trata la dominación. Y es algo que tú quieres, pero estás demasiado asustada de ceder el control. Ese control es lo que yo te estoy quitando, un paso a la vez.
No podía apartar la vista de la intensidad de sus ojos azules, y a pesar del aire frío podía sentía el sudor sobre su cuerpo.
![](https://img.wattpad.com/cover/90242020-288-k206994.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Master of the Mountain
FanfictionCuando el novio de ______ le propone ir de vacaciones a un hospedaje en la montaña con su club swing , rápidamente se da cuenta de que ella no disfrutaba con el intercambio de parejas. Ahora no tiene donde dormir. Niall, el propietario del hospedaj...