Juntos los tres

391 25 7
                                    

Como puedo, llego a la habitación con la bandeja cargando todo el desayuno de Paula, el mejor desayuno porque tiene que alimentarse. Ni bien cruzo la puerta me detengo y sonrío, está durmiendo de costado, con sus dos manos juntas bajo su cara y su cabello despeinado cayendo suelto sobre la almohada. Parece una niña, su expresión relajada le da una imagen infantil y descubro en verla durmiendo la misma felicidad de la que disfruto hace años, desde la primera vez que durmió a mi lado, y desde la primera vez que rendida de entregarse a mi sin medidas el cansancio la venció en mis brazos, y su respiración pausada y profunda se hizo mi mejor compañía para conciliar el sueño. Recuerdo la noche anterior, todo lo que había preparado para nosotros y me siento un estúpido, miro a mi alrededor, aún hay pétalos esparcidos por la cama y el suelo, las velas aromáticas que nunca llegué a prender, el champagne que solo iba a disfrutar yo y que quedo cerrado y caliente; con Paula nada sale nunca como lo espero, y nuestra noche de bodas terminó siendo en la playa, se entregó a mí en la arena, en la situación más incómoda, menos romántica y más ilógica; y luego de perder completamente la cordura en su cuerpo quedamos mirando el cielo estrellado con el mar y su respiración como único sonido, mis brazos la cobijaron en la brisa fresca y sentí que era el comienzo de todo, la continuación de la locura y mi Paula haciendo todo memorable. Cuando el amanecer comenzó a amenazar con hacer su llegada y descubrirnos, en mis brazos la traje hasta la casa, en la oscuridad y el cansancio nos dimos un baño pero como siempre cuando se rozan nuestros cuerpos se necesitaron con urgencia y terminamos haciendo el amor de nuevo. Paula apenas si tenía fuerza cuando se acurruco entre las sabanas sin ser consciente de nada mas a su alrededor. La amo. ¿Cómo puedo no amarla? Arrebatada, apasionada, dulce y loca... mi esposa es todo lo que quiero y lo que necesito a cada minuto.

Dejo la bandeja sobre la mesa y pierdo mi cara en su cuello besándola y rozando mi barba en su piel, su perfume me embriaga como siempre, acaricio su vientre intentando que despierte, para que se alimente, para que pueda disfrutar de sus ojos, por primera vez despertando como mi esposa, que raro resulta aún pensarlo. Mi esposa. ¿Yo casado? Quien iba a decirlo. Se mueve en la cama como una gatita mientras se estira y hace pequeños sonidos que ya reconozco, que amo, que disfruto.

- Parece que no he dormido nada.

- No has dormido lo suficiente, estaba amaneciendo cuando finalmente entramos a la casa.

Por fin abre sus ojos miel y me regala la primera sonrisa del día, es extraño porque generalmente es la primera en despertarse, pero el día de ayer ha sido demasiado para los dos, ella necesitaba descansar y a mí la plenitud y la adrenalina de todo lo vivido simplemente me quitaron el sueño. La beso suavemente en los labios y todavía con toda la pereza del universo logra sentarse en la cama. Acomodo la bandeja sobre sus piernas y la mira con detenimiento.

- Esto si es nuevo... ahora preparas el desayuno.

- ¿Nunca lo hice?

- Nunca... siempre lo preparo yo porque me levanto primero.

- Ahora eres mi esposa, quería que nuestra primera mañana como matrimonio sea diferente, pero no te acostumbres, mañana vuelvo a ser el mismo marmota de siempre.

- Te prefiero cuando te levantas tarde, si madrugas te pones insoportable.

Sonrío mientras la observo mirar con detenimiento y admiración todo a su alrededor. ¡Si Paula! Todo esto preparé por ti y como siempre lo terminas arruinando. Como puedo ser romántico así.

- ¿Qué es todo esto?

- ¿La habitación o el desayuno?

- Las dos cosas.

Levanto unos pétalos rojos del piso y los coloco sobre la bandeja ante su mirada atenta. No digo nada todavía y ella empieza a reír, quizás mi expresión la obliga, porque mientras miro todo, no puedo dejar de pensar que hubiera sido bonito que ella viera todo lo que había preparado y que tengamos una noche de bodas como las personas normales, en una cama, con un ambiente romántico. ¡Joder! Si hasta la música ya la tenía lista.

Ciudadano del aireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora