López

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¿Alguna vez desde que conocí a Pablo estuve en una situación así? Creo que no... lo acompañé a algunos eventos alguna vez, y casi pasaba desapercibida, eran eventos donde solo él y la música eran protagonistas; o quizás en otros momentos alguna fiesta con algún amigo famoso pero sin cámaras. Cada nervio en mi cuerpo me avisa que esta vez es distinto y todos mis instintos me exigen esconderme debajo de la cama mientras mi razón me obliga a madurar y enfrentar esta situación de la mejor manera.

Y esta situación implica cámaras, seguramente muchas de ellas, amigos de Pablo del medio, compromisos laborales y gente de la que siempre prefiero estar bien lejos; ya me lo aclararon todos tantas veces que me aburrió, habrá prensa fuera del salón, porque aunque no alcanzo a entenderlo por completo todos necesitan que esté; y yo tendré que salir en cámara al lado de Pablo, sonriente y fingiendo que soy normal cuando solo les bastara unos segundos darse cuenta que no lo soy, y que hasta mi casamiento con Pablo parece una ironía del destino, el suyo o el mío, quien sabe.

Suspiro mientras me acomodo el saco largo de color rojo que encuentro precioso para acompañar con una camisa, un sweater bien abrigado y un vaquero grueso, pero no... parece que abrigarse y sobrevivir el frío no es glamoroso... las gripes tampoco lo son y eso lo que me llegará con esta ropa. Tuerzo el gesto mirándome porque más allá de mis quejas estoy bien, como si esa del espejo en realidad no fuera yo, pero bien. Acomodo los detalles negros del cuello y las mangas del saco que combinan con el vestido que tengo abajo y que no parece apropiado para una mujer que seguramente deberá cambiar pañales y amamantar; este vestido en realidad no parece apropiado para ninguna mujer que quiera caminar, respirar o vivir; pero para Juan el conjunto era precioso y yo preferí sus consejos que aceptar el asesoramiento de María que cree que mi estilo no encaja con Pablo, sé que lo piensa aunque no diga nada; a las botas... a esas prefiero no mirarlas, hacen mis piernas más largas pero mi vida mucho más incómoda.

Suspiro otra vez resignándome al vestuario y aceptando que estoy más que bien y que definitivamente la ropa ha sido en esta fiesta el menor de mis problemas; armar la lista de invitados con Pablo y fingir que era lo más normal del mundo fue una de las cosas más difíciles, controlar mi necesidad de evitar los gastos desorbitantes y sin sentido provocó que literal me mordiera la lengua más de una vez; y el miedo a terminar presa fue lo que me detuvo de matar a María que definitivamente fue lo peor de todo esto. Esa mujer puede ser una pesadilla, y yo que pensaba que me había salvado de una suegra bruja, María es mucho peor.

- Wow... estás preciosa.... Absolutamente preciosa.

Sonrío, aparece detrás de mí y el espejo me devuelve su imagen; está feliz, con todo esto, con la posibilidad de que nosotros compartamos con las personas con las que trabaja y que ellos vean más allá de todos los rumores, que estamos juntos porque nos amamos y que somos felices... porque estoy segura que eso verán en mis ojos por lo menos, que amo al hombre mucho más allá de la persona que ellos conocen. Besa mi mejilla y nos mira en el reflejo.

- Somos perfectos.

- Y vos sos un idiota. Pero estoy de acuerdo en que nos vemos bien.

Ríe y me gira para besarme, aunque intento que solo sea un roce suave él deja su boca moviéndose sobre la mía, introduce sus manos por el saco y acaricia mi espalda; susurra sobre mis labios.

- Este vestido es todo mi amor, perfecto para acariciarte por arriba imaginando lo de abajo, perfecto para quitarlo despacio besando cada parte que se vaya descubriendo...

Mientras habla mueve sus manos por mi cuerpo sobre la tela del vestido que además parece cargarse de su energía y la mía... y la mía siento ya sobrecargándose.

Ciudadano del aireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora