Tiempo de adaptación II

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La brisa húmeda y un poco fresca está llegando más ahora al jardín de los Moreno. Sentada sobre las piernas de Pablo, acaricio su cuello mientras lo escucho admirar lo maravilloso del auto que me acaba de regalar, y aunque tengo una objeción para cada una de sus afirmaciones, me callo y solo disfruto de su entusiasmo. A un metro de Pablo bebiendo una cerveza Martín sonríe, mientras un poco más lejos Salva enumera todas las razones por las que fue un error comprar ese auto, y cuál hubiera comprado él, una conversación de definitivamente no me interesa. Pero la otra opción es mi madre, y escapé para descansar un poco de ella, más allá de cualquier tema, estoy bien aquí, el brazo de Pablo me rodea acariciando mi costado mientras su otra mano reposa en mi pierna. ¿Cómo no estar aquí más allá de todo?

- Pagaste el doble por un auto solo porque lleva el nombre de otra marca que por cierto nada tiene que ver con autos.

- A mí no me miren, yo solo cumplo órdenes.

- Es un buen auto Salva.

- ¿Qué sabes tú de autos si sigues manejando esa porquería?

Beso la frente de Pablo cuando una expresión de enfado se dibuja en su rostro, arruga la frente y comienza a mover su mano en mi pierna. Acaricio su barba hasta que la expresión se suaviza. ¿A quién le importa? Es solo un auto.

- A mí me gusta el auto mi amor.

Me sonríe rozando mis labios y volviendo con sus caricias en mi costado.

- Dile la verdad Paula, el auto es lindo, pero hubieras preferido algo más útil.

- Solo puedo decir que el auto salió una obscenidad.

Ni bien Martin lo dice mi expresión cambia y Pablo me sonríe con picardía. Sabe que me molesta que haga gastos tan grandes, entiendo que puede hacerlo, pero eso no significa que tenga que gastar en cosas innecesarias. Trago saliva, no quiero tener una discusión por eso ahora. Él quería hacerlo y yo voy a intentar entenderlo y aceptarlo.

- Es un auto femenino, es un auto con todo lo que una mujer puede necesitar. Por eso sale más caro.

- ¡Pablete que estúpido eres! Llevo años trabajando en publicidad, y puedes poner cualquier cosa para venderlo, mentir las características que quieras, pueden ponerle dos orejas y decir que es de PlayBoy y seguirá siendo solo un auto.

Martín ríe y yo observo a Pablo a mi lado buscar los fundamentos para seguir discutiendo con su hermano, pero no los encontrará. Salva está convencido de lo que dice y aunque prefiero no involucrarme en la discusión yo también creo que tiene razón.

- Es de Paula y ella dice que está bien.

- ¿Paula?

Y ahora perdiéndome en los ojos chocolate de Pablo me siento entre la espada y la pared. Porque Pablo espera que yo lo apoye y Salva sabe conociéndome que me será difícil mentirle y que pronto seré solo un vomito de verdad que terminara por darle la razón a él. La risa de Martín suena.

- Paulita dirá la verdad y no te va a gustar Pablo.

- Mi amor... estoy feliz con el auto.

- Lo sé... ¿te gusta?

Suspiro profundamente y él no aleja sus ojos de los míos. Siento como un montón de objeciones quieren salir de mí, quiero decirle todo lo que opino del auto y de su idea machista para comprarlo, pero sé que no lo hizo con esa intención, sé que él solo quería sorprenderme. Respiro profundamente.

Ciudadano del aireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora