No habrá un destino incierto

295 22 29
                                    

Voy a ser una pésima madre

Intento enfocar mi visión a la pantalla del móvil y el mensaje enseguida se dibuja ante mis ojos. Son pasadas las 4 de la mañana y no puedo estar más cansado. Lo único que hago hace 3 semanas es trabajar. Todo el día en el estudio, luego ensayando, luego grabando escenas para el DVD, y los minutos libres solo espero poder comunicarme con Paula, pero la diferencia de horas lo hace demasiado complicado, porque las horas que yo puedo ella está trabajando, o se duerme en el medio de una conversación y la realidad es que desde que se fue que siento que una parte de mí ya no está conmigo. Aunque intentamos estar atentos el uno del otro, aunque sea solo un "te amo" en algún mensaje que será leído horas después. O momentos como estos, donde algo la preocupa y sin importar la hora escribe frases como estas, que me tienen alerta en segundos, porque es ella, las etapas por las que pasa, sus miedos, todo esto en lo que yo tengo que estar, aunque esté cruzando el océano y sea la madrugada, aunque los ojos se me cierren de cansancio, y no esté capacitado mentalmente para ser su sostén en este momento.

Pienso, qué tendría que responder a eso, y nada me convence, es un arma de doble filo, porque según su estado de ánimo, cualquier respuesta puede venirse en mi contra. Opto por intentar ver por lo menos su expresión, busco iniciar una videollamada, pero ella nunca me contesta, solo suspiro cuando un nuevo mensaje llega.

No voy a contestar, no cuando parezco
mucho más bruja. No quiero que me digas
así de nuevo.

No puedo evitar sonreír más allá de todo. Ella sabe que cuando lo dije era solo una broma, sin embargo estos momentos tan sensible la hacen recordarlo con rencor. Y está en esos días, esos días de angustia, de poca confianza en ella misma, esos días donde piensa que no me merece, que no será una buena madre. Esos días donde mis brazos pueden calmarla, donde apoya por horas su cabeza en mi pecho mientras acaricio su cabello hasta tranquilizarla, hasta que vuelve a ser la misma mujer fuerte de siempre. Pero no puedo hacerlo, no puedo estar con ella porque estoy demasiado lejos y aún nos queda mucho tiempo sin el otro para superar. Ojalá los dos seamos tan fuertes para que esta distancia no termine por debilitarnos y cambiar nuestro humor.

Contesta la llamada.
Porque no voy a parar
hasta que lo hagas.

Vuelvo a intentar con la videollamada y esta vez enseguida atiende. Me concentro unos segundos en su imagen. Decir despeinada es quedarse corto, su cabello simplemente parece tener vida propia, sus ojos están rojos e hinchados y mueve algo en su boca. A pesar de todo sonrío, porque aprendo día a día de ella, y sé que seguramente es algún detalle que la pone así, un detalle insignificante para cualquiera, pero un mundo para Paula, un mundo para ella que desde ya intenta ser la mejor madre. Recuerdo sus últimos mensajes, furiosa porque los zapatos no le quedaron, o llorando porque la niña aún no tiene nombre. Suspiro profundamente preparándome para lo que viene.

- No te atrevas a decir que estoy hermosa porque no respondo.

- No. La verdad es que no hay manera de que pueda decir eso ahora.

- ¡Idiota!

La siento suspirar y las lágrimas vuelven a caer por sus ojos y como siempre todo se revuelve en mi interior. Verla llorar es algo para lo que nunca estoy preparado, y a través de la pantalla me genera una impotencia que difícilmente puedo controlar.

- ¿Qué sucedió?

Se limpia la nariz y su llanto comienza más fuerte, me muevo intranquilo sobre la cama. Presiono mis puños, porque quisiera abrazarla, quisiera sentir sus lágrimas en mi pecho, porque entonces significa que está conmigo y está a salvo. Pero es una pantalla, es una maldita pantalla.

Ciudadano del aireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora