Detrás de un gran hombre

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- Vamos a estar bien.

- Lo sé... no estoy muy seguro de que yo vaya a estar bien.

Miro a Luz en su cuna, duerme, parece tranquila, poco consciente de la distancia que seguro me torturará más a mí que a ella, sin entender nada y sin sentir esta angustia instantánea que se enciende en mi interior imaginándome mañana en una habitación de hotel, sin su llanto por la noche, sin un beso de Paula en la mañana. Lejos. Demasiado lejos de la vida que no me espera, sigue corriendo sin mí, es como si yo me detuviera y al volver... al regresar a casa hay una parte de la historia que me he perdido; una parte de la vida de cada uno que no he compartido, un recuerdo que se ha construido sin mí. Y ahora, como cada minuto en el que juntos preparamos la maleta, me pregunto lo mismo. ¿Vale la pena?

- Ni siquiera sentirás el tiempo y ya estarás aquí nuevamente.

Sonrío y la abrazo a mi cuerpo, huelo su pelo aspirando también el perfume de su cuello consciente de la falta que le hará a cada parte de mí; porque sé por experiencia, que su lejanía le duele a partes de mi cuerpo que ni siquiera sabía que podían doler. Así de exagerado, así de intenso, así de difícil es la sensación de no tenerla cerca de mí; todas esas sensaciones que tendré que aprender a sobrellevar, a canalizar de alguna manera... porque ésta también es mi vida; también existe esta parte de mí que ama la música y que arriba de un escenario puede serlo todo inclusive lejos de mi familia.

- Sabes tan bien como yo que eso no es cierto. Intentas tranquilizarme y a mí solo me cabrea que no aceptes lo difícil que va a ser esto para nosotros.

Se aleja un poco de mí y sonríe. Siempre Paula ha sido tan reservada, ha guardado tanto tiempo sus sentimientos en lugares que rara vez he podido llegar; entonces con los años desarrollé una capacidad excelente para entender sus gestos, sus sonrisas cuando lo hace con alegría, cuando intenta tranquilizarme o cuando está burlándose de mí; su ceño fruncido cuando algún pensamiento la lleva lejos... cada movimiento de sus labios, cada arruga en sus facciones... todo en ella en este momento me dice que esto la preocupa tanto como a mí, pero tengo la absoluta certeza que jamás me lo dirá sin importar cuanto necesite yo escucharlo.

- Para que no me extrañes tanto voy a hacerte enojar hasta el último minuto.

Rozo suavemente sus labios y tomando sus mejillas dejo mi rostro pegado al suyo, mi frente se apoya en la suya y su aliento golpea mi piel como oxigeno tibio para mis pulmones y mis melancolías. Tengo que irme... de hecho quiero irme a pesar de lo mucho que quiero quedarme con ellas. Son como partes de mí que parecen contraponerse, pelearse por un lugar, pero solo soy yo con las dos partes de mí que tienen que aprender a convivir en mi interior.

- Voy a extrañarte, eso es un hecho. Voy a extrañarte a cada minuto, voy a desearte, voy a necesitarte...

Mantengo mis ojos cerrados concentrándome en las sensaciones de tenerla tan cerca, siento el aire de un suspiro golpear mi rostro, y la deseo ahora... ahora que todavía no me fui, ahora que entiendo que me quedan unos minutos y que luego serán casi dos semanas lejos de ella, lejos de su cuerpo, de su amor, de sus peleas. Desde que nos casamos, desde que nació Luz, desde que decidimos unirnos como una familia y dar el paso más importante de nuestras vidas, es el primer viaje por trabajo, por lo menos el primero por tanto tiempo, el primero tan lejos... y quizás lo que más me duele en este momento, es que sé que es el primero de muchos; porque estoy empezando otra vez, todo está empezando otra vez, yo quiero que empiece, necesito que empiece.

- Pablo...

- No... no intentes decirme que pasará rápido, que necesito ir, que es mi trabajo... yo lo sé. Dime cómo te sientes.

Ciudadano del aireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora