¿Vale la pena?

291 11 19
                                    

Lo miro sentado en la cama tomando su cabeza con ambas manos, acaba de hacer dormir a Luz mientras me daba un baño y sé que hoy estuvo particularmente melancólico, lo entiendo, y aunque por momentos me exaspera, intento ponerme en su lugar y tener paciencia. Mañana viajará a Madrid porque comienza la promoción del corte de difusión que saldrá en dos semanas. Yo también estoy nerviosa, también deseo con todas mis fuerzas que todo salga como él lo quiere, pero me controlo, me muestro positiva, inclusive le resto importancia a esta distancia que ahora nos tortura a los dos, porque sé que aunque viaje con él, no tendrá tiempo para estar con nosotras, y la realidad es que no quiero viajar con él; ahora... sobre todo ahora, que la locura comienza con más fuerza me siento protegida en Málaga, como si ésta fuera mi burbuja y la de Luz.

Quizás nota mi presencia de alguna manera, levanta los ojos hacia mí y sonríe... y esa sonrisa... ¡Dios! Esa sonrisa... como voy a extrañar esa luz en sus ojos cuando me sonríe al despertarse, cuando mira a Luz, cuando me hace enojar y espera mi respuesta. Cómo voy a extrañar cada parte de él, su mal humor, sus caprichos, sus arranques de pasión en cualquier lugar, si hasta voy a extrañar su reclusión en el estudio trabajando... porque aunque no lo veo, aunque no se lo escucho en la casa, yo sé que esté ahí, cerca, que al extrañarlo solo me toma segundos molestarlo por un beso y volver a la rutina con más energía.

Me acerco despacio, porque siento que cada minuto juntos debe contar ahora, sé que suena a exageración ni bien lo pienso, pero siento que aunque sean un par de semanas será demasiado para mí. Sin darle tiempo a reaccionar me siento sobre él rodeándolo con mis piernas, Pablo solo se acomoda sentándose un poco más atrás para que no terminemos los dos en el piso, y me adueño de sus labios, tomo su boca con toda la urgencia que me provoca pensar en ya no tenerlo conmigo mañana durante el día, pensar en extrañar sus labios, sus caricias y hasta sus enojos, de verdad que estoy muy mal de la cabeza. Él acaricia mi espalda bajo mi vestido provocando llamaradas de electricidad al resto de mis terminaciones nerviosas, me muevo sobre su cuerpo, aunque intento no hacerlo, me muevo, porque sus caricias me impiden quedarme quieta, por necesidad o por urgencia, quien sabe... pero cuando de Pablo se trata es como si mi cuerpo tomara sus propias decisiones.

Se aleja de mis labios para deslizarse despacio por mi cuello sin dejar de acariciarme, muevo despacio mis manos por sus brazos, por su espalda, su piel... voy a necesitar tanto su piel, su calor a mi lado en la cama, sus caricias cuando no puede dormir y quiere que yo también esté despierta con él... como un niño... mi niño, mi Pablo...

- Amo el perfume de tu piel Paula... sin más aromas, solo tu piel...

Siento la humedad de su lengua jugando en la piel de mi cuello. Su voz suena ronca, tan absolutamente sexy que hasta sus palabras pueden atravesarme cuando está así, moviendo algo en el centro de mi estómago; y Pablo es el único que puede, que pudo y que podrá ponerme en este lugar donde apenas puedo reconocerme a mí misma; y fue así desde el día en que lo conocí, la racional Paula olvidando todo con sus manos. Me alejo un poco para mirarlo, la profundidad de sus ojos, mi casa, mi vida. Sonríe y detiene sus caricias para concentrarse en mi rostro.

- Y yo te amo a vos... tanto... tanto... tanto... que ahora mismo voy a cocinarte.

- ¿Qué? Pensé que íbamos a pedir comida.

- Pues no... por qué pedir comida... yo voy a cocinar y vos vas a poner música.

- ¿Tiene que ser ahora? Porque justamente ahora creo que se me pasó el hambre.

Presiona mi cuerpo aún más, para que lo sienta, para que me haga consciente de cada parte de él, y claro que soy consciente, a cada minuto. Pero esta noche es nuestra y tendremos tiempo para todo, ahora voy a cocinar y vamos a comer juntos. Deslizo sonriendo mi lengua sobre sus labios y me muevo por última vez sobre su cuerpo antes de alejarme por completo y caminar lejos de él. Su risa suena fuerte en la habitación.

Ciudadano del aireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora