De que manera

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"Con la sonrisa puesta por tu calle voy perdido, parece que es mentira lo que regala la vida. Ayer me levantaba la tristeza mi almohada y hoy voy loco por que el sueño me recuerde tu alegría."

Su sonrisa es lo que eliminó tanta soledad y tristeza de un pasado que me regalaba todo, me mostraba todo, y me quitaba un poco de mí. Parece mentira todo lo que la vida me regala ahora, y tenerlo todo hace que sienta aún más miedo de perderlo. De que el destino se dé cuenta que es demasiado y me lo quite de alguna manera. Cierro los ojos dibujando en mi mente las alegrías, las risas, para devolverle un poco de calma a mi interior. Impotencia. Dolor. Angustia. Y el futuro destruyéndose ante mis ojos. Y yo que siempre logro sentirme tanto arriba de un escenario, soy tan poco cuando soy incapaz de protegerlas; porque sin importar cuanto me esfuerce siempre hay algo que no puedo manejar, soy capaz de aceptarlo cuando se trata solo de mí, pero no con ellas, no con Paula y mi hija que son el ritmo de mi corazón... todo carece de sentido sin ellas... porque sentir su ausencia es sentir que ya una parte de mi está irremediablemente perdida. Si ellas no están conmigo el mundo deja de girar para mí, la música deja de sonar en mis oídos y todo empieza a pesarme aún más. Es un hecho. Mi vida ha sido siempre perseguir mis sueños, buscar esas sensaciones que me hagan sentir completo, y todo lo conseguía con la música, con las luces, con las personas gritando... y encontré mi esencia en las situaciones más simples, en lo cotidiano de una vida que ni siquiera imaginaba, pero que ahora es tan parte de mí que difícilmente puedo imaginarme de otra manera. No podré sin ellas. Nunca podré sin ellas. Ellas son la fuerza de Pablo Alboran y la esencia de Pablo Moreno. Ellas hacen de mi uno solo, solo uno que se siente fracturado solo ante la posibilidad de perderlas.

Acaricio su mano y está tibia. Aún intento que mi corazón encuentre un ritmo más calmado. Siento sin fuerzas cada parte de mi cuerpo, como si hubiera corrido demasiado tiempo, como si llevara horas sin parar; y a pasado media hora, solo media hora desde que se desvaneció en mis brazos, desde que me sentí morir otra vez por ella. Y ahora es difícil encontrar un poco de paz, porque otra vez me enfrente a la posibilidad de algún día no tenerla conmigo, y esa idea siempre termina por agobiarme. Ya no podría. Es una certeza que me causa la peor de las angustias. Ya no podría sin ella en mi vida. Sin mi hija. Sin todo esto que ahora me hace ser quien soy. Sus ojos están cerrados y suspira profundamente, un suero está prendido de su brazo, y seguimos en el consultorio de Alfonso, que justo llegó cuando ya entraba en un estado de completa desesperación. Mi Paula está bien, no fue necesario llevarla a un hospital. Pero fueron unos minutos demasiado largos, demasiado para lo que soy capaz de soportar. Paula se esfuerza por abrir los ojos y lo hace, me mira y me sonríe, lleva su mano a mi rostro y me acaricia mientras el medico se mueve a su lado.

- Ya cambia esa cara Pablo, ya les dije que todo está bien. Hago el ultrasonido y después hablamos de todo lo que quieran.

Me esfuerzo por sonreírle mientras acomoda la ropa de Paula, yo presiono su mano entre las mías. Me concentro unos segundos en su rostro que sigue un poco pálido. Pero no es nada malo. Alfonso lo dijo. ¿Por qué tendría que mentir? Me sentí morir una y mil veces en segundos. Es curioso, como soporto la presión, cualquier presión y siempre mantengo la calma, quizás en la peor de las circunstancias, me pongo de mal humor... pero con Paula... cuando ella es a quien siento en peligro es como si todo se me fuera de las manos, como si no fuera capaz de razonar. "Estoy bien." susurra y me esfuerzo por creerle, pero su expresión me dice todo lo contrario, ella también tuvo miedo, ella también sintió que nuestro pequeño mundo caía ante nosotros.

- Bien... vamos a ver cómo está el pequeñín.

Mueve el aparato sobre el vientre de Paula y nos concentramos en la pantalla, que durante un momento no nos muestra nada. Pero luego... luego la imagen comienza a aclararse... las formas salen ya bastante claras, siento la sangre recorrer más rápido por mis venas; porque la veo, veo sus formas. ¡Dios mío! Está tan grande ya. Alfonso señala algunas partes y explica algunas cosas que apenas escucho, porque no puedo quitar mis ojos de la imagen frente a nosotros. Es mi hija, su cabeza, sus piernitas, sus bracitos. Puedo verla. Ahora puedo verla y un cosquilleo se enciende en el centro de mi estómago. ¡Joder! ¿Soy yo? ¿Es esta mi vida? Después de tanto tiempo sacrificando tanto de mí por mis sueños, siento que mi esencia está más pura que nunca en ella. En esa pequeña en el vientre de Paula que es lo mejor de mí, ella tiene ya lo mejor de mí, como su madre, mucho más que su madre. Desvío mi mirada de la pantalla unos segundos para mirarla, esta mujer que hizo tanto por mí, tanto amor, tantos enojos, tantas vueltas. Tanto de mi vida que buscaba un rumbo, que escapaba de la soledad de la vida que elegí pero que me aleja a cada minuto de las bases, tanto alejándome de mi, y ella volviéndome a casa, ella tomando mi mano, llenándome de luz, mostrándome el futuro diferente, enseñándome que si se puede. Claro que se puede. Juntos podemos. "Te amo." Susurro y beso su mano, ella solo sonríe dejando que las lágrimas se deslicen silenciosas en sus mejillas, incentivando a las mías a caer también.

Ciudadano del aireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora