El tren de la cordura

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ARGENTINA - 2011

Miro hacia la ventana y el sol ya penetra a través de las cortinas blancas. La hora de verdad ni siquiera importa demasiado, hace mucho ya que el tiempo pasa lejano a mí, lejano a mi voluntad, lejano a mi insistencia por destruirlo, porque deje de correr para mí. El calor es agobiante pero me siento fría, como si el invierno ya se hubiera hecho permanente para mí, es la única sensación permanente, porque me obligo a no sentir, no tengo que sentir, porque cuando me lo permito, cuando le doy vía libre a mi corazón para gobernar mis emociones termino en situaciones como estas. Pero la realidad es que ni esto puedo hacerlo bien, y las palabras de todos a mi alrededor se hacen otra vez una realidad, no soy buena para nada, un error, eso soy, solo un error.

Llevo dos días aquí. Dos días, y las primeras fueron horas terribles, lo sé por la forma en que todos me tratan aquí con una mezcla entre enojo y pena. Es la segunda vez y aunque no pregunté nada, aunque no dije ni una palabra desde que desperté, sé todo lo que sucede detrás; mi madre enojada, culpándome, esta vez seguro ni siquiera ha venido a verme; Camila apoyándola, siendo todo eso que yo soy tan incapaz de ser; mi padre sufriendo en algún lugar, porque es demasiado doloroso hasta mirarme; ¿Qué le duele? ¿Mis fracasos? ¿Le duele lo que a mí me duele? ¿O le duele que por segunda vez haya fallado? Sin mirarlo sé que Javier está aquí, su respiración es el único sonido que llena la habitación, ni siquiera el mío, porque mi corazón poco a poco va perdiendo las fuerzas para latir. ¿Cuándo dejará de hacerlo definitivamente? ¿Cuándo mi corazón, que se empeña en mantenerme con vida, por fin va a rendirse a mi cerebro, que de una vez por todas, quiere dejar de esforzarse por encontrar soluciones a mi vida?

Ya no habrá boda, hace meses que todo salió a la luz, hace meses que Lucas aceptó que llevaba una vida paralela y que yo no era nada más que una entretención para él, como un mimo ridículo en su peor actuación; hace meses que mi última esperanza se ha esfumado. El dolor, la soledad y la desesperanza se hacen poco a poco parte de mi piel, soy yo, toda yo una suma de fracasos; uno a uno los errores se acumulan en pilas sobre mi pecho, y la respiración es un esfuerzo del que ya me he cansado. ¿Por qué no pueden entenderlo? Me odian, pero quieren mantenerme con ellos. ¿Para qué? ¿Por qué simplemente no me dejan al menos tomar esta decisión por mí misma? ¿Por qué no me dejan librarlos y librarme de mi misma?

"Si alguna vez me suicido será en domingo. Es el día más desalentador, el más insulso. Quisiera quedarme en la cama hasta tarde, por lo menos hasta las nueve o las diez, pero a las seis y media me despierto solo y ya no puedo pegar los ojos. A veces pienso qué haré cuando toda mi vida sea domingo."

Domingo. Igual que Martín Santomé. Mi vida es un permanente domingo. Sin nada que hacer. Sin mucho que sentir más que una tristeza profunda de esas que desgastan, de esas que cansan porque sabes que nunca serán alegría, están tan adheridas que ya ni siquiera te sabes sin ellas. Pero él tenía 50 años y yo 20, yo tengo que vivir, yo tengo que estar luchando por cumplir mis sueños. Pero ya ni siquiera recuerdo cuales son esos sueños, porque hace mucho tiempo que ya he aceptado que los sueños no se cumplen, por lo menos no para mí, nunca se cumplen. Y de todas formas ya ni siquiera reconozco que era lo que solía soñar de niña. ¿Qué quería? Una carrera, una boda, una familia... amor... solo eso quería para mi vida, sentir el amor de alguien, esos amores de las canciones, esos amores que parecen reales para todos menos para mí; la mirada de alguien en mí, una mirada que me haga ver todo lo que yo no soy capaz de ver en mi misma, aunque quizás ya no hay nada que ver. Estoy vacía, terrible y dolorosamente vacía.

- Esto no puede seguir así Paula.

Su voz suena con dolor y ni siquiera soy capaz de girar la cabeza para mirarlo, mirarlo duele. De todos, es el único que aún se preocupa un poco por mí, es el único al que aun no he decepcionado lo suficiente como para odiarme. Pero esto, esto si lo lastima, lo sé, pero no puedo evitarlo, es lo único que más deseo, quiero desaparecer, quiero huir, y es la única forma. La única y no soy capaz de hacerlo bien.

Ciudadano del aireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora