La esposa de Pablo Alboran

350 24 29
                                    


Quizás debería llamar a mi casa, pero es demasiado preocupar a todos en mi familia con mis estupideces, pero es que ya no puedo con mi nivel de ansiedad, ya no puedo con la culpa de haberme comportado como un idiota con ella. Pero Casilda tampoco contesta, no puede ser que mi hermana tampoco conteste. ¿Habrá pasado algo? ¿Paula estará bien? ¿Se habrá adelantado al parto? ¡Dios! Un escalofrío y una angustia diferente azotan mi cuerpo. Una angustia diferente, una angustia debilitante, una angustia que me quita la respiración. Porque solo imaginarme sin ellas me quita todo, aleja mi esencia, aleja las bases de mi vida. Una angustia diferente a la provocada por los problemas en mi carrera, porque mi cuerpo lo sabe mejor que yo, mi cuerpo entiende cual es la ausencia que verdaderamente no podría soportar. No puede haber pasado nada malo, no puede haber nacido mi hija. Me hubieran avisado. ¡Joder! ¿Por qué alguien me avisaría si le resté importancia? ¡Soy un gilipollas! Le resté importancia a lo verdaderamente sagrado en mi vida. Y Paula... mi Paula amándome tanto, mi Paula que sigue esperando por mí, mi Paula siempre perdonándome. ¡Joder! ¿Que acaso no tiene suficiente aceptando y soportando mi vida, que siempre tengo que hacerle todo mucho más difícil? ¿Hasta cuándo voy a seguir tirando de la soga hasta que finalmente se corte?

Montones de llamadas, mensajes no respondidos y ahora el contestador directamente... ¡No! Todo está bien. Todo tiene que estar bien. Esto es solo el castigo por mi estupidez, y me lo merezco, me merezco que ni siquiera me mire ahora. Estamos a punto de ser padres y yo sigo comportándome como un niño. Me rindo y tiro el móvil sobre la cama de nuestra casa; ahora estoy en nuestra casa, ahora estoy aquí sintiéndola tan presente y extrañándola tanto. ¿Acaso puedo ser más idiota? Me rodean recuerdos de nosotros juntos, fotos... montones de fotos, porque Paula las ama, las ama en papel, ama tocarlas y verlas por la casa y se nota... porque no hay un rincón donde no esté alguien importante para nosotros. Nuestra pequeña crecerá reconociendo los rostros de todas esas personas que marcaron nuestra vida de una u otra forma. ¿Conmigo? ¿Crecerá conmigo? ¿Estaré yo el suficiente tiempo como para que ella se acostumbre a mí, para que me extrañe? ¿De verdad quiero que ella me extrañe? ¿De verdad quiero que ella padezca como todos a mí alrededor las distancias, las ausencias? Nada es seguro, mi carrera no es segura ahora, mis sentimientos no son seguros ahora. Porque lo que más quiero es seguir haciendo música, seguir triunfando, seguir viajando y al mismo tiempo no quiero estar lejos de mi familia, de mi esposa, de mi hija... ellas estarán siempre esperando por mí, pero seguirán viviendo y yo me perderé esos momentos importantes. ¿Qué quiero? Ya no importa que quiera, hay montones de cosas que ya no están en mis manos.

Suspiro profundamente. Tengo que calmarme, en un par de horas tengo la última reunión en la disquera y tengo que tener la mente fría para saber entender si las cosas no salen como quiero si no puedo hacer que cambien de opinión; tengo que ser capaz de ver las ventajas en esa decisión y no dejarme llevar por mis emociones. Tengo que saber que debo volver a casa dispuesto a dejar todo esto atrás para poder vivir plenamente el maravilloso momento que me espera.

Un mensaje de Martín llega, ya está esperándome afuera. Finalmente no pudo dejarme solo aquí y también estoy haciendo difícil su vida. Yo estoy lejos de mi familia y él por cuidarme también está lejos de la suya. Y aunque sé quedó por mí, sé que no estará del mejor humor y me lo hará saber a cada minuto. Suspiro profundamente y camino hacia la salida, es hora de intentar arreglar todo este desastre.


:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::


Casilda sostiene mi brazo como si fuera una moribunda... y lo único que me molesta en realidad es mi propia estupidez, son mi nervios los que me llevaron otra vez a pasar toda la noche en una clínica, preocupar toda la familia y alterar mi hija. Mi ansiedad, mis nervios solo la alteran a ella y no lo puedo permitir, tengo que tranquilizarme, no puedo permitirme una complicación a esta altura, mi pequeña tiene que nacer en esta casa, tiene que nacer bien y feliz, con el idiota de su padre o sin él. Mi cuñada absolutamente molesta me ayuda a acostarme y me cubre con las frazadas como si fuera una niña, y yo ni siquiera tendría que estar aquí, tendría que estar en mi casa.

Ciudadano del aireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora