Contra todo y a pesar de todo

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Mis ojos no se despegan de los suyos mientras demasiadas sensaciones cruzan mi interior, el pasado, el presente, el futuro, todo lo que nos ha costado estar hoy juntos, todo lo que tuvimos que aprender y crecer para entender que el amor debe hacernos más fuertes, debe hacernos más libres, y eso lo conseguimos juntos, porque no hay más libertad que sus brazos, y no hay más triunfo para mí que sus sueños cumplidos. Cada paso se hace con extrema lentitud, y las imágenes se repiten en mi mente como una película. Aquel día que entré al bar frustrado, sin salidas y la paz que su manera de mirarme le dejó a mis nervios; su miedo a esta relación y mi constante sensación de que más allá de todo ella tenía que formar parte de mi vida; nuestro primer beso en Oporto, la aceptación en Madrid, sus labios en los míos que hasta el día de hoy provocan temblores en mi interior; Málaga, mi querida tierra testigo del amor, de discusiones, de encuentros, de su cuerpo con el mío haciéndome conocer esa conexión que siempre va mucho más allá de la piel; Cádiz, aquellos mágicos días en Arcos; las distancias, el dolor de la distancia, ese dolor tan grande que aún hoy recordándolo hace estragos en mi cuerpo; los reencuentros, los miedos, idas y vueltas, y este camino que nos hizo crecer como personas, madurar entre las tristezas y las alegrías hasta que finalmente nos rendimos al inevitable hecho de que no había más caminos para nosotros que estar juntos, siempre juntos... nuestro hijo, recuerdo aquel milagro que alteró todo en mi interior, que dio vuelta mi mundo, el destino mostrándome su peor cara, pero también el milagro que la devolvió a mí, el milagro que me abrió los ojos. Levanto mis ojos al cielo aun sintiéndolo tan dentro de mi corazón. "Gracias hijo, gracias por esos meses que bastaron para cambiar nuestras vidas. Gracias." Vuelvo mis ojos al presente, mi presente que siento como el premio merecido a todo nuestro camino. La miro a ella, mi pilar, mi cable a tierra, la dueña de mis emociones. Mi música. Mi musa. Mi principio y mi fin. Avanza despacio del brazo de Javier y no puedo esperar a que encuentre a su padre en su camino hacia mí, mi sorpresa para ella, un poquito de todo lo que ella me da aceptando transitar la vida a mi lado.

Entonces la miro, lleva las dos manos a su boca cuando su padre se cruza en su camino, todos ríen porque un pequeño grito se escapa de su garganta y la felicidad parece colmar cada parte de mi cuerpo, porque sus risas, su paz, su felicidad y sus crisis siempre son las mías, como si de alguna forma extraña hubiéramos quedado tan conectados que se hace difícil sentir sin el otro. Está llorando, puedo verlo, abraza a su padre y luego caminan juntos, sonrío, sonrío mientras froto mis manos incapaces de quedarse quietas, siento que unos minutos más y mi corazón ya no será capaz de soportarlo. "Está hermosa." Asiento a mi madre que presiona mi brazo a mi lado.

Está preciosa y brilla, su belleza tan ella, su belleza que es perfecta para mí, ella es perfecta para mí, y siempre parece tan poco consciente de los terremotos en mi interior cuando solo me sonríe. Preciosa. Mi Paula y la certeza de que no hay manera de que esto esté equivocado. Mi hermosa Paula y mi futuro.

Cuando llega frente a mi, ninguno de los dos puede evitarlo, se arroja a mis brazos aún con lágrimas en los ojos, aun emocionada, la cobijo apretándola contra mi cuerpo, todo por ella, así tiene que ser siempre, todo por ella y mi hija.

- Tardaste demasiado.

- Parece que la suerte se empeñó en que no llegará, pero juntos le peleamos siempre a la suerte y le ganamos.

- Y lo seguiremos haciendo.

Me separo de ella y acaricio su mejilla limpiando su rostro de las lágrimas que la hacen aún más bella, porque es ella sin trampa ni cartón, sus emociones a flor de piel siempre. Entonces sus lágrimas vuelven a salir cuando mira hacia los primeros asientos de la izquierda y sigo su mirada; su madre, Analía y su pequeño hijo, José que tantos celos me provocó pero que acepto que es también parte de su vida, no esperaba verlos aquí, no esperaba que la acompañaran. ¿Pero cómo iba a permitir que una parte de ella faltara? Yo tenía que hacerlo posible para ella, yo haré siempre todo posible para ella y mi hija. Paula, lejos de cualquier ensayo, rompiendo con toda la organización de aleja de mí y corre como puede hacia ellos, los abraza entre lágrimas y risas; parece que quiere preguntarles montones de cosas, habla rápido con cada uno, solo sonrío y espero. Saluda con la mano a su gente querida en ese lugar, Arturo, Juan, Patricio, Marcos y la pequeña Victoria; la voz de Casilda la obliga a volver a mí, la risa de todos suena en el lugar. Todos la conocen, todos saben que ahora sobre todo sus impulsos la gobierna, ella busca lo que la hace feliz, sin preguntarse más, y yo la sigo siempre, porque seguirla, sentirla y tenerla me hace sentir vivo; toma mis mejillas y me besa profundamente, quizás no debemos hacerlo, no todavía, pero a quien le importa. ¿Cuándo hicimos las cosas como debíamos hacerlo? ¿Cuándo seguimos lo establecido? Siento las risas de todos a mi alrededor pero no importa, nada más importa que su felicidad y saber que yo la provoco me hace sentir tranquilo y pleno.

Ciudadano del aireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora