Ítaca

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Ha pasado una semana, una larga semana, y hoy domingo es cuando más lo extraño, porque siempre fueron demasiado melancólicos, demasiado tristes, y Pablo los había hecho distintos. Él siempre sabe cómo cambiar mi estado de ánimo y pasa el tiempo esforzándose por hacerme reír; siempre lo consigue, siempre logra que su sentido del humor me arrastre a las locuras que me ayudan a ver la vida de color, porque aunque la felicidad me ha golpeado de la mejor manera, a veces vuelvo a ser yo, a veces vuelve esa parte de mí que parece que ya he dejado atrás; esa parte de mí que él amó, que él hizo mejor. ¿Cómo puedo ser tan estúpida para seguirme equivocando en esto? Pablo tiene razón, tengo que aceptar sus decisiones, tengo que confiar en él. Y ahora lo extraño demasiado, ahora me siento nuevamente sola, más allá de la distancia física, porque ni siquiera puedo acompañarme de su voz. Una semana y ni siquiera un mensaje, solo Casilda me llamó, sobre todo para saber cómo estaba y aunque sé que Pablo es el que quiere saberlo, es su voz lo que necesito, necesito que me perdone, necesito que me diga que todo va a estar bien entre nosotros.

La semana ha sido terrible, no hemos parado ni dos minutos, recién hoy consigo un poco de paz, y siento que todo me cansa mucho más, siento que el crecimiento de mi pequeña agota todas mis energías, aun así me esfuerzo por hacer todo, por no detenerme. Arturo confía en mí, lo hace desde aquel momento que empecé a trabajar con él, aquel momento en el que sentía que moría por un distancia de Pablo que no hizo más que dañarnos a los dos; y Arturo, este hombre maravilloso, lleno de historias propias y de historias vividas solo en su imaginación, me acompañó, me acompaña aún hoy después de tanto tiempo, él tiene la capacidad de leerme y liberarme, me ha enseñado a usar las palabras para sacar todo de mí y eso hago, y eso hace todo mucho más fácil; a veces siento que quiere de mi mucho más de lo que me siento capaz de dar, me incentiva a escribir, me enseña a ordenar sus ideas, colaboro en sus clases... y me siento útil, siento que poco a poco encuentro mi camino, reconozco esos sueños que ni siquiera sabía que tenía. Por supuesto que Arturo no sabe de mi embarazo, no quiero que eso lo limite a la hora de hacerme trabajar. Aún recuerdo sus palabras cuando le conté que me casaba "Recién te encuentro y ya te pierdo." Le molestó, sobre todo porque siente que mi vida va a cambiar y eso me va a alejar de él, y de esas horas maravillosas que pasamos juntos, leyendo, escribiendo o solo compartiendo el silencio, esperando que la inspiración nos golpee de alguna manera. Él también es importante para mí, es una persona tan extraña que hasta logra hacerme sentir normal y nos hemos hecho muy unidos, porque sin saberlo él fue mi descanso cuando todo con Pablo estaba mal. Hoy recuerdo esa etapa como algo lejano, tantas idas y vueltas que parece que ya lo nuestro no tenía solución, pero lo superamos, superamos tantas cosas, vamos a superar esto, tenemos que hacerlo.

"Hoy tienes el día libre, vas a descansar de mi" fueron las palabras de Arturo temprano en la mañana, hoy no quería más que encerrarse en su habitación a leer, está en uno de esos días que entiendo bien, esos días que yo también tengo demasiado seguido. "No te quedes encerrada, vive, la inspiración solo la trae la vida. Tiene razón, por supuesto que la tiene, pero no tengo fuerzas para nada más. Estoy cansada y la semana no ha sido fácil. Conferencias, clases, su inspiración desordenada que ahora brota a cántaros y que yo debo ordenar, y mi propia inspiración que está desbocada y sin límites. Todo ayuda quizás, la distancia de Pablo, el lugar que es precioso, las hormonas descontroladas y mi propia estupidez.

Sentada en el balcón de la habitación respiro profundamente dejando que aire húmedo inunde mis pulmones y mi vida. El mar se muestra a lo lejos, imponente, soberano, mágico, y me hace sentir tan pequeña, todo hoy me hace sentir pequeña. Pienso en todas las bendiciones de mi vida ahora, mi relación con Pablo que es el sueño más grande, la familia que el destino me regaló, cada uno de ellos marcando mi camino de una manera tan diferente, haciéndome diferente, y yo, poniendo todo en riesgo siempre. Acaricio mi vientre y sonrío, porque más allá de todas estas sensaciones que me atormentan también siento el amor más grande en esta pequeña, que para mí ya es un hecho que es una niña, el amor, ella es la prueba del amor más intenso, de los errores y de la lucha. Pablo me quiere, va a perdonarme esto y no voy a volver a equivocarme.

Ciudadano del aireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora