Los Ángeles

305 23 16
                                    


Son casi las 7 de la mañana y estamos llegando al aeropuerto en Madrid, mi estómago sufre de una horrible revolución y la niña no para de moverse en mi interior. Hoy está más presente que nunca y entiendo que son los nervios, porque estoy demasiado ansiosa. Un viaje muy largo, un lugar que no conozco, y sola. Porque Pablo trabajará la mayor parte del tiempo y yo no sé qué voy a hacer. Tendría que tener algún manual de cómo ser la esposa de un cantante para ver en que ocupo el tiempo. Martín maneja y María lo acompaña adelante, detrás Pablo y Gabriela de la empresa que viajará con nosotros. ¿Qué hago aquí? Miro a mi alrededor y todos demasiado acostumbrados a este movimiento parecen tranquilos. Mi esposo que debería estar apoyándome en esto solo se concentra en las redes en su teléfono. Lo miro y resoplo enojada, lo suficientemente fuerte como para que él lo note, él tiene que notarlo. ¡Imbécil! El auto se detiene y Martín habla unos segundos con algunos guardias, mira dentro de aeropuerto. Espero. El auto ya está estacionado. ¿Por qué nadie sale? Estoy cansada y me siento encerrada aquí. No necesito pedir permiso, no lo necesito. Salgo del auto y me alejo caminando y estirando las piernas, la niña ha crecido demasiado el último tiempo y mi espalda poco a poco lo está notando. Enseguida siento a Pablo a mi lado, toma mi mano y detiene mi caminata en un lugar apartado.

- ¿Estás bien?

- Si, solo necesitaba estirar las piernas.

Gabriela y María ya están a nuestro lado cuando Martín vuelve caminando rápido, se acerca a nosotros y todos esperan atentos a lo que tenga para decir, es como si todos estuvieran acostumbrados a esta ceremonia, y yo estoy muy lejos de entender de qué se trata todo esto. He compartido la última gira con él, y sin embargo siento que esto es diferente, como si ahora casada y embarazada me sintiera aún más confundida y expuesta. Pablo sigue con su mano entrelazada con la mía y me acerco a su cuerpo, aunque quizás no debería hacerlo, pero me siento más segura a su lado y esa protección es la que seguro inconscientemente busco en este momento.

- Hay mucha gente, y varios grupos parecen esperándote.

- ¡Mierda! ¿Cómo se supo que hoy viajaba?

- No lo sé macho, pero generaste demasiada expectativa con la grabación, todos esperaban que viajes.

- Es mi culpa, porque no puedo parar de ser un idiota.

Lo siento tensionarse a mi lado y suspirar profundamente. Martín continúa hablando dando un pantallazo de lo que encontraremos adentro y me preocupa, claro que me preocupa. Todo. Me siento como demasiado expuesta. Me alejo de él varios pasos, no lo hago a propósito, quizás en contra de mi voluntad, yo lo noto cuando ya me siento lejos y él también lo nota y me mira unos segundos. Intenta trasmitirme con su mirada que esto lo molesta, como me molesta a mí. Pero sabíamos que iba a pasar. Sabemos que va a seguir pasando, solo tenemos que acostumbrarnos a esto. Depende de mí, depende solo de mí hacer para Pablo todo más fácil. Respiro profundamente y vuelvo a su lado

- ¿Qué hacemos? ¿Busco la entrada VIP?

Miro a mi alrededor y muy poca gente hay en este sector. Lo escucho preguntar con evidente preocupación, tomo sus mejillas entre mis manos y lo beso. Él como siempre lleva su mano a mi espalda acercándome más a su cuerpo, cuando estamos juntos muy poco importa, cuando él me besa, cuando me toca es como si todo lo demás se borrara, como si todo a nuestro alrededor desapareciera. Me alejo y suspira. Miro a los demás, están sonriendo, todos intentamos hacer las cosas más fáciles para él, es lo que todos tenemos en común, lo queremos.

- Sé que no debería involucrarme, pero quizás podría entrar yo sola, quizás Gabriela puede acompañarme, a ella no la reconocen tanto. Espero adentro y vos tenés tiempo de saludar Pablo, se lo merecen, vos vas a estar más tranquilo si lo haces.

Ciudadano del aireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora