Mi Hermanastro ©|+18| [✔️]

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Editado 09/01/21

Llego a mi casillero de mala gana como todas las mañanas, saco el libro de matemáticas y me dirijo al salón no sin antes escuchar los silbidos de medio pasillo.

¿Justo tenían  que estar los del equipo de soccer? Además no está Axel, apuesto a que si lo estuviera no se atreverían ni a mirarme de reojo.

Siempre me han molestado por mi cuerpo, no es que me esté quejando, pero algunas veces me gustaría que la tierra me tragara enterita. Mi abundancia en busto y mis curvas un poco exageradas para mi gusto no me ayudaban para nada en lo que parecía la imposible tarea de no llamar la atención en el instituto. Siempre he querido una vida  normal, no como la que tengo, en la que cada vez que me agacho, o bajo las escaleras debo asegurarme de que nadie me vea.

Como de costumbre los ignoro y sigo caminando, incomoda y aun sintiendo sus miradas en mí. Suspiro profundamente cuando por fin entro al salón y me siento en mi puesto esperando a Luisa.

Anoche me dijo que había algo importante que tenía que decirme en persona.

Me la pasé media noche pensando en lo que podría ser y tenía más de un millón de posibles ideas, algunas descabelladas, otras no tanto, el caso era que mi imaginación no paró de fabricar posibles escenarios durante toda la noche. Por lo general cuando hay algo que Luisa debe decirme no tiene inconveniente alguno con hacerlo por teléfono, así que cuando me dijo que debía hacerlo en persona supe que se trataba de algo realmente importante.

Suena el timbre indicando el inicio de clases y una estampida de estudiantes se las arregla para entrar por la pequeña puerta. Sin embargo, yo me quedo pasmada cuando veo que Luisa entra hablando como si fuera amiga de toda la vida con nada más y nada menos que Simón, el capitán del equipo de soccer.

Observo con la mandíbula en el piso cómo Luisa se despide de él y se dirige tímidamente hacia mí. Luce como si acabara de cometer algún crimen atroz, y lo hizo.

Abro la boca para reclamarle, pero se me adelanta y me veo obligada a tragarme las palabras.—Puedo explicarlo— dice apresuradamente.

Justo cuando iba a comenzar a contarme por qué demonios había entrado con Simón, una de las personas que más  'odiábamos' en la escuela, llega el profesor de matemáticas y da inicio a la tediosa clase.

Suspiro hondo, y miro a Luisa que tiene una expresión indescifrable. Sin duda alguna está nerviosa.

—Luego me explicas. Pero quiero que me lo digas todo sin  omitir detalle alguno— susurro.

Ella asiente vigorosamente con la cabeza y me sonríe aliviada.

***

Apenas suena el timbre me levanto apresuradamente, y tomo a Luisa de la muñeca.

—Rápido— ordeno mientras recojo mi maleta del piso.

Salimos rápidamente del salón. Mejor dicho, arrastro a Luisa cual cachorrillo asustado por todo el colegio.

Nos sentamos  en las canchas de soccer bajo un gigantesco árbol para ocultarnos del sol, y sin perder más tiempo comienzo con mi interrogatorio.

—Okay, ahora me vas a decir TODO— digo haciendo énfasis en la última palabra.

—Vale— accede ella luciendo pensativa, seguramente meditando por dónde comenzar.

Entonces deja salir una pequeña sonrisa y comienza  a contarme con mejillas sonrojadas.

—Hace unos días Simón me escribió y me dijo que había algo que tenía que decirme. Al principio no le preste mucha atención, pensé que era algún tipo de broma o algo, pero él siguió insistiendo hasta que por fin le dije que lo escucharía.  Me dijo que nos viéramos ayer después de la escuela, y como resultamos en detención ambos, ayer hablamos.— Suelta una pequeña risa antes de continuar—. Ayer, cuando ustedes se fueron a las duchas, Simón me dijo que yo le gustaba, ¿puedes creerlo? ¿Qué alguien como él le prestara atención a alguien como yo?— Dice muy entusiasmada.