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Editdao 20/08/21

Han pasado casi dos semanas desde que fuimos a la casa de papá con David y encontramos los recibos y documentos bajo lo que sospechamos que era el alias que usaba mi padre para entrometerse en negocios turbios.

Dos semanas en las que los mensajes amenazantes y llamadas perturbadoras no pararon de hacer presencia. Llegué al punto de que cada vez que mi teléfono sonaba los pelos se me ponían de punta y la sangre se me helaba así que, cansada de sentirme observada durante cada segundo del día, hoy decidí pedirle a Axel y a David que me acompañaran a las tiendas de los recibos en busca de cualquier información de ayuda.

David sostiene una pequeña bolsa de plástico que contiene todos los recibos que encontramos y la inspecciona con detenimiento, sacando y revisando los papeles una vez más.

—¿No sería mejor si llevamos una foto de tu papá para que le pidamos al personal de la tienda si lo conocen? Quizás así sea más fácil que mostrando una lista de armas y un simple nombre, teniendo en cuenta que lo único que se vende en esas tiendas son armamentos, y que las fechas de los recibos son de hace casi cuatro años, dudo que recuerden mucho —sugiere acercándose para rodear mi espalda con su brazo.

Desde que las llamadas y los mensajes aumentaron David ha estado ahí para mí, apoyándome y haciéndome sentir protegida. Es cierto que ello ha impedido que hagamos cosas de parejas normales, pero también me ha permitido ver una faceta completamente nueva de él.

Tomo la bolsa de sus manos y la abro para introducir la foto que encontramos aquella noche, la de mi papá con un montón de hombres sosteniendo escopetas.

—Mejor llevamos esta y así preguntamos si conocen a cualquiera de estos hombres.

De repente la puerta de la habitación de David se abre y ambos saltamos alejándonos del otro. Últimamente mamá ha estado haciendo muchas preguntas de porque pasamos tanto tiempo juntos cuando es claro que hasta hace poco casi que ni podíamos estar en la misma habitación sin ponernos a pelear como perros y gatos. Por eso, decidimos que debíamos ser más cuidadosos en casa, es especial cuando mamá esté en ella.

Sin embargo, estar aparte del otro y fingir que no morimos por besarnos cada vez que nos vemos a los ojos ha probado ser una tarea casi imposible.

Para nuestro gran alivio el impertinente que acaba de abrir la puerta sin tocar ha sido Axel quien nos mira con una sonrisa traviesa.

—Espero no haber interrumpido su sesión de besuqueos, pero es hora de partir queridos compañeros —dice mi hermano acercándose para darle unas palmadas en el hombro a David de manera afectiva.

Si, mi hermano, Axel siendo amable con David. Todo porque desde que se enteraron de las amenazas, los dos chicos decidieron dejar todas sus diferencias de lado por mi seguridad. Ambos quieren lo mejor para mí, cada uno a su manera por su puesto y para ello es necesario que todos trabajemos en equipo.

Guardo la bolsa en un pequeño bolsillo de mi bolso y me levanto de la cama rodando los ojos ante el comentario de mi hermano.

—Vale, vamos antes de que Axel nos saque a patadas de la casa —susurro asegurándome de que sólo David me escuche.

Éste suelta una pequeña risa traviesa y me agarra de la cadera para atraerme hacia él antes de juntar nuestros labios en un beso desenfrenado. A lo lejos escucho las quejas y sonidos asqueados de mi mellizo quien no soporta ver a su "pequeña hermana" besarse con alguien más.

Y menos con lengua.

Pongo ambas manos en el gigantesco pecho de David y suavemente lo empujo para separarnos. Tan solo me basta con ver la pequeña sonrisa traviesa en sus labios hinchados para saber que me ha besado con la intención de mortificar a mi hermano.

Mi Hermanastro ©|+18| [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora