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ADVERTENCIA: este capitulo contiene material explicito, si no deseas leerlo, este está señalizado con (***)

Editado 19/01/21

Tal y como había dicho David, aquí estamos, a las nueve de la mañana con una cobija cubriendo mi regazo y una taza de chocolate caliente entre mis manos mientras intento explicarle a David lo que ni mi propio mellizo sabe; que alguien me está amenazando.

Cuando llego a la parte de Jason vuelvo a sentir ese familiar ardor en los ojos y me veo envuelta en un abrazo por parte de David.

—Shhh Karen, todo estará bien, te prometo que haré lo que pueda para ayudarte a saber quién te ha dicho todas esas cosas, por ahora dame tu teléfono. Tengo un amigo que sabe de esto y tal vez pueda averiguar el nombre o la dirección de quien mandó los mensajes— asegura él acariciando mi espalda de manera reconfortante.

—Gracias—  susurro aferrándome a su cuello.

Recuesto la cabeza sobre su pecho y lentamente los párpados comienzan a pesarme hasta que la oscuridad me rodea y caigo dormida.

Mi glorioso sueño tan solo dura unos minutos, pues el timbre de celular que atormenta mis sueños comienza a retumbar por toda la habitación. Siento a David ponerse tieso como una roca antes de que nos levantemos como resortes para mirar el identificador de llamadas en la pantalla de mi móvil.

Juro que de ahora en adelante cada vez que alguien me llame voy a querer sentarme a llorar como bebé en vez de contestar.

Por suerte no es nadie más que mamá, quien llama para recordarme que a las once de la mañana vienen a instalar la nueva ventana y a limpiar los vidrios rotos de mi habitación. 

Cuando cortamos la llamada, David decide llevar mi teléfono a su habitación y me pide que vaya con él. Me envuelvo en la cobija de felpa y le doy un último trago a la taza de chocolate que me preparó Marcos cuando vino a dejar a David del hospital.

Al llegar a su habitación, David deja mi móvil sobre su mesa de noche y luego se sienta en la cama haciendo un ademan para que me siente a su lado—. Acércate que no muerdo Karen. O no por lo menos a las niñas bonitas— bromea dándole palmaditas al colchón con una sonrisa juguetona.

Camino hasta el borde de la cama y me desplomo sobre ella sintiendo cómo nuevamente los párpados me comienzan a pesar. Anoche no pude pegar el ojo por estar pensando en que alguien podría estar subiendo por ese hueco en la ventana para lastimarme mientras dormía.

Cierro los ojos y siento cómo el colchón se hunde a mi lado indicándome que David se acostó. Lentamente me doy media vuelta para quedar mirando hacia donde David se acaba de recostar y abro los ojos perezosamente encontrándome con ese azul que tanto me recuerda el color del mar en un día soleado.

Solo que esta vez asemejan más una tormenta. Están oscuros, casi grises y me observan detalladamente, por alguna razón siento que las mejillas se me ponen calientes bajo el escrutinio de David. Cuidadosamente levanto una de mis manos y la poso sobre su mandíbula, acaricio los rastros de barba que aparentemente no ha afeitado desde que ingresó al hospital y noto cómo eso  le da un aspecto maduro.

—Me gusta la barba— susurro acercando mi cuerpo al suyo sintiendo el calor que emite cada centímetro de su anatomía y cómo cada músculo se retuerce bajo el contacto con mi piel.

Deslizo la mano que tengo en su rostro hasta su cuello y con mucha lentitud la guío hasta su expuesta  clavícula sintiendo su pulso
acelerándose a medida que pasa el tiempo.  Él coloca su mano en mi cadera y comienza a dibujar pequeños círculos sobre la tela de mi pantalón haciendo que un escalofrío me recorra de pies a cabeza.

Mi Hermanastro ©|+18| [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora