DustinAl despertar esta mañana le pedí a Siri que me diga la hora, y no pasaba mucho de las siete. Desperté con esa sensación de felicidad extraña que no sabía de dónde venía, y si lo sabía no quería aceptarlo.
Me encontraría con Olivia en la pista de patinaje poco después de las ocho como habíamos quedado ayer después de la "reconciliación" que tuvimos. Puede que esté un poco desilusionado de que a ella no le gustara el skate, ya que yo había disfrutado el entrenarla los primeros días de conocernos, y vaya que tengo que dejar de recordar esos días.
Me levanto rápidamente a asearme para estar listo.
-¿Dustin? -oigo a mi mamá hablar. Sé que está en la puerta de mi dormitorio, la cual siempre está abierta.
-Buenos días. -saludo mientras sigo intentando colocar la patineta por la mochila.
-¿Vas a la pista? ¿Quieres que te lleve? -pregunta. Yo sonrío y niego.
-Prefiero caminar, no debo estar hasta las ocho.
-Bueno, pero lleva paraguas, creo que lloverá. -me dice. -Te dejo una justo en la mesita a un lado de la puerta.
-Gracias, mamá.
Me siento en la cama y echo un suspiro cuando a lo lejos escucho que cierra la puerta principal. Alzo mi pie izquierdo para colocarme el tenis, y cuando termino de hacerlo me friego los ojos con ambas manos. Me pican, y cada día creo que el uno por ciento que me quedaba va disminuyendo.
La visión que tenía era como ver en un telescopio pero invertido, oscuro en el medio y luces por los bordes, pero la luz de hacía más pequeña cada vez. Sacudiendo esos pensamientos me levanto y tomo la mochila, tengo que salir ya si no quiero llegar tarde o seamos sinceros, para no deprimirme los minutos que me sobran.
El bastón lo desdoblo justo al salir de la casa, cuando cierro la puerta recuerdo el paraguas y vuelvo a por él, guardándola en mi bolso.
La pista me queda a ciento veintinueve pasos apresurados, que me toma como quince minutos. No queriendo recordar que estos minutos antes eran solo como siete sobre lo patineta, lo hago sin embargo.
A la par que cuento mi pasos y moviendo el bastón, recuerdo lo horrible que me sentía al principio. Antes me costaba un montón llegar a la pista, el único lugar donde podía sentirme libre y hacer lo que me gustaba.
No tomé tan mal mi ceguera tampoco los primeros tiempos, solo me había molestado que no podría hacer los trucos que alguna vez quise lograr, ya que obviamente terminaría con varios huesos rotos.
Oía el asfalto ser rasgado, por lo que deduje que estaba llegado a la pista. Cuando lo hice, Jason se encontraba con su grupo y me invitaron para una partida, no dude en jugar un rato, ya que me había dado cuenta que Olivia todavía no llegaba.
Esa pequeña prima de Brandon en verdad se había colado en mi vida, y no sabía si molestarme o no por ello. Ella es tan especial por no hacerme sentir especial con mi discapacidad, la vez que la escuché indicarme por donde había llegado fue como si me hubiese derramado un balde de agua fría, haciéndome pensar en qué clase de chica era.
Y con el correr de los días, me había enterado muchísimas cosas sobre ella y puedo decir que se merece mucho más de lo que yo podría ofrecerle. Sabía que yo le gustaba, todos me lo decían, pero aunque el sentimiento podría ser igual, yo no quería. No me sentía preparado.
Cuando ayer estuvimos hablando muy delicadamente, me dijo que podía cambiar mis pensamientos sobre mi persona, que ella me admiraba de tal manera que parecía que tendría amor suficiente para los dos, y vaya que hizo latir mi corazón muy rápido con eso, pero como dije, se merece algo mejor que yo.
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Nueve en punto
Teen FictionOlivia Galler a sus diecinueve años tiene el gran deseo de hacer de su sueño una realidad, para ello viaja al país donde la mitad del mundo desea estar y de donde nacen las mas famosas películas, Estados Unidos. Lo que no imaginaba es que...