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Conducía por el boulevard hacia su destino. Aún era de madrugada, quería ver el sol tocando el mar mientras permanecía sentado en la costa.
Las luces de la ciudad (Que aún estaban encendidas) iluminaban por fugaces momentos su coche.
Una canción empezó a reproducirse en el estéreo, que estaba conectado a su celular.
División.
Subió el volumen mas, pues quería que el sonido envolviera el coche y sonara a través de las calles. Inclusive subió la velocidad un poco.
Su cigarro se había extinguido hacía un par de minutos, así que bebió de la lata que tenía a su derecha en el portavasos.
Paso al lado de la refinería, el olor del lugar llegó hasta su nariz. Era un olor familiar que hacía 5 años no olía. Valga la redundancia.
Estaba cerca.
Se acomodó sus lentes para ver la escultura que recibía a todas las personas que llegaban a la playa por ese boulevard.
Sirenas.
No era la escultura más hermosa de la ciudad, pero si la que más recordaba.
Las sirenas lo recordaron a la mitología. Género que tanto le gustaba leer a parte de la ciencia ficción.
Las llantas del Cadillac tocaron arena por fin, el olor del mar lo enamoró una vez más, podía escuchar el ruido se las olas al morir en la orilla.
Estacionó el coche, apagó el motor. Se quitó los Converse y se retiró los calcetines. Bebió toda la lata.
Al bajar sintió la arena en sus dedos, una sensación que extrañaba mucho.
Caminó hasta la costa. Observó el agua salada acercarse y retroceder. El sonido de las olas era casi celestial.
Sacó otro cigarro, lo encendió. Respiró hondo. El aire le acarició el cuerpo. Su chaqueta, que siempre usaba sin abrochar, se meció al compás de la ráfaga de aire fresco.
Llegó justo a tiempo para ver los rayos del sol tocar las olas.
Era un momento de fotografía. Parecía irreal, por alguna razón no imaginó nunca estar de pie en ese lugar otra vez.
Para él era algo así como una fantasía lejana.
Sintió inspiración nuevamente.
Se acercó más a la costa y el agua chocó contra sus pies. Estaba fría, tal como la recordaba. Su pantalón se mojó un poco.
- Volví. -- Susurró.
Y así era.
Había vuelto a casa.
Se sentó en la arena mientras el agua cubría sus pies y observó el amanecer.

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