38

3 0 0
                                    

38

- ¡Eres un puto loco!
- Vamos, sabes que ese idiota se lo merecía.
- La putiza tal vez, ¿pero safarle la quijada? Cabrón, fuiste muy lejos.
- Creeme, era necesario. Ya no le dirá nada al otro idiota.
Gastón se quitó un poco de sangre de la cara. En este punto, ya no sabía si la sangre era de él o de Axel.
Bajó un poco la ventanilla para que entrara el aire nocturno de la ciudad.
- Dices que trabaja para él. ¿Le sacaste quién es?
- No, jamás lo dijo. Repetía que era Johan.
- ¿Sabes? Empiezo a creer que si se trata de él.
- ¡Por favor! Oscar, sabemos que eso no es verdad.
- No Gastón, no lo sabemos. Es decir si, vimos la tumba y todo, pero no la abrimos ni nada por el estilo. No sabes si Johan en verdad sigue ahí.
- ¿Sugieres que vayamos a profanar la tumba de nuestro amigo?
- No, joder.
- No es Johan, punto final.
Se negaba rotundamente a que fuera él.
- Si no es él, ¿quién?
- No lo sé, ya no sé qué pensar.
Las opciones eran muy reducidas, y la información que había logrado sacar de Axel no servía para nada.
Estaba nuevamente en ceros.
Entonces reaccionó.
- ¿Oscar?
- ¿Si?
- ¿Por qué conduces mi Cadillac?
- ¿Que?
- ¿Por qué conduces mi Cadillac?
- Ehh, oh bueno, este... -- Balbuceó. -- Tú estas puteado.
¿Que?
- ¿Y eso qué tiene que ver?
- No estás en condiciones para manejar.
- Eso no tiene ningún sentido.
- Callate.
Eso lo desconcertó, pero prefirió no seguir discutiendo.
- Vaya, qué bien se siente. -- Susurró Oscar acariciando un poco el volante.
- No le hagas el amor a mi auto, sólo maneja hasta mi casa.
- No seas idiota.
Y aceleró el motor.

Llegaron en pocos minutos a la casa de Gastón.
- Tienes que buscar algo para limpiar el desmadre que tienes en la cara. -- Le dijo Oscar, entrando por la puerta.
- Tranquilo, me lavaré la cara.
Entró a su baño, encendió la luz y se sorprendió al verse en el espejo.
Realmente estaba hecho mierda.
Tenía unos cuantos moretones en la cara, varias cortadas y un ojo un tanto hinchado. Su cara tenía una mezcla de sangre y tierra, y su labio inferior estaba un poco abierto.
Al momento de la pelea no sentía tanto dolor, pero en ese momento ya empezaba a sentir los daños.
- Joder. -- Se dijo a sí mismo.
- ¿Tienes algo de beber en el refrigerador? -- Gritó Oscar.
- Creo que aún quedan cervezas.
Escuchó varios movimientos en la cocina.
- Si, las hallé. ¿Vas a querer una?
- No, me haré un café.
- Como quieras.
Se miró la ropa, la cual estaba toda jaloneada, arrugada y sucia.
Abrió la llave. El agua empezó a correr y juntó sus manos debajo del flujo.
Se llevó el agua a la cara y se limpió.
Después de repetir el proceso unas cuantas veces se volvió a mirar al espejo.
Aún así, apesar de eso, seguía hecho mierda. Pero se veía un poco más decente.
Tomó la pequeña toalla que estaba colgando de un gancho justo a lado de él y salió del baño limpiándose la cara.
Oscar se encontraba en la sala, sentado, bebiendo una cerveza.
- Voy a decirte una verdad, antes de que te fueras de aquí, no valías verga en las peleas.
Arrojó la toalla a un sillón una vez que terminó de limpiarse.
- ¿Y ahora?
- Ahora me da miedo como dejas a los demás.
- Creo yo, que el objetivo de una pelear es salir lo más ileso posible.
- Si, más no romperle la quijada a tu contrincante.
- Daños colaterales ¿qué puedo decir? -- Dijo encogiéndose de hombros.
- ¿Que sigue ahora?
- Creo que esperar. Si es verdad lo que dicen y el primero soy yo, tendré que esperar a que hagan si siguiente movimiento.
- ¿Y si el siguiente movimiento lo hace él?
- Pues safarle la quijada sólo será parte del recuento de los daños.
Se dirigió a la cocina y buscó entre sus cosas.
Una taza. Con la forma de Darth Vader, su favorita.
Café.
Oh, y el vodka. Cambio de planes.
Colocó los ingredientes sobre la mesa.
Sirvió el vodka primero.
Oscar volteó a verlo.
- Cabrón, ¿le hechas vodka a tu café?
- No claro que no. Le hecho café a mi vodka.

PULPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora