34

4 0 0
                                    

34

El tiempo se detuvo en ese momento.
- ¿A qué te refieres con eso?
- A que yo soy quien los ha estado jodiendo estos días. Soy yo quien sabe la verdad sobre esa noche, Gastón. Yo sé lo que hiciste.
Sonreía
Su sonrisa decía muchas cosas. Pero una en particular se podía notar.
Mentía.
Axel no podía ser el hombre de negro.
- No.
- ¿No? ¿Dudas que yo sea el hombre de negro?
- No dudo, tú no eres el hombre de negro.
- ¿Y que te hace pensar eso?
- Empezando por el hecho de que no conociste a Johan nunca, nunca te relacionaste con el ni con ninguno de los demás. Y más importante aún, tu no estuviste esa noche ahí.
Axel lo miró. Se podía ver rabia y un poco de desesperación en sus ojos.
- ¿Cómo explicarías entonces mi conocimiento sobre los secretos de tus amigos, y el que yo sepa la verdad sobre esa noche?
Entonces la teoría de Gastón sufrió una sacudida. No había forma en la que Axel pudiera saber todo eso.
Guardó silencio, tratando de buscar una opción en la que Axel no fuese el hombre de negro.
Pero no, no había opciones.
- ¿Como..
- ¿Cómo lo sé? Bueno, inclusive yo tengo mis propios secretos.
Gastón explotó, estiró su brazo y apretó fuerte la garganta de Axel, quien de inmediato empezó a ahogarse.
Abrió la boca tratando de jalar aire.
- Tu no puedes ser él, no tienes motivos para jodernos por esa noche, sin embargo sabes lo que ocurrió. ¿Quién te lo dijo?
Axel debía ser sólo un peón, tenía que haber alguien más detrás de eso.
- Nadie -- Dijo con voz muy ronca.
Mentía.
Gastón apretó más, y lo acercó hacia él.
De su garganta salían sonidos desgarrados.
- Dímelo. -- Susurró con ira.
Axel empezó a adquirir un tono morado. Lo estaba asfixiando. Sin embargo, no oponía resistencia.
- Yo.. soy... él.
Soltó un bufido.
Gastón se hartó, y lo soltó. Axel se recargó sobre la barra.
Jalaba grandes bocanadas de aire para poder recuperarse.
- Largate, no eres él.
- Lo soy. -- Dijo entre respiraciones.
Esta vez lo sujetó del cuello de su camisa.
- No eres él. No se cómo putas sabes esto, pero sé que alguien tuvo que decírtelo, te recomiendo que me digas quién es o será mejor que te larges. -- Le dijo entre susurros.
Había un poco de terror en la mirada de Axel.
- Me temo que tienes que ser tú quien descubra de quién se trata.
Listo, Axel lo había soltado.
Alguien más estaba detrás de esto.
Pero no era suficiente, Gastón le sacaría la verdad.
Lo azotó brutalmente contra el suelo del bar. La cabeza de Axel rebotó horriblemente.
Los ebrios del bar quedaron sorprendidos al ver tal acto.
- ¿Quién es? -- Insistió Gastón.
- ¡Descubrelo!
Gastón rugió. Soltó un violento golpe en la quijada de Axel.
La sangre manchó el suelo.
- ¡Misma pregunta! -- Gritó.
- Misma respuesta. -- Dijo sonriendo.
Otro golpe a la quijada. Axel escupió más sangre.
- Habla.
- Jodete.
Otro impacto violento.
Sonrío. Sus dientes estaban manchados de sangre.
- ¿Es lo único que harás?
Esa pregunta lo enfureció más. Lo levantó, sujetándolo nuevamente del cuello de la camisa, Axel pataleaba y lanzaba golpes tratando de hacer que Gastón lo soltara. Pero no funcionaba.
Gastón, con toda la rabia y adrenalina de su cuerpo lo lanzó, Axel voló por el bar hasta impactarse contra la mesa donde se encontraban los dos ebrios, quienes se apartaron rápidamente cuando el cuerpo de Axel destruyó la mesa.
La madera y algunos vidrios rotos habían hecho algunos cortes en su cuerpo.
Antes de que pudiera levantarse otros 2 golpes impactaron en su quijada.
- ¡Habla pendejo! ¿Quién más está involucrado?
- ¡Tu puta madre!
Gastón soltó un grito de rabia.
Estaba encima de Axel, sujetaba su cuello con la mano izquierda, y con la derecha lo golpeó tres veces más en la quijada.
Ya tenía sangre en sus nudillos.
Levantó una botella que aún tenía cerveza.
- Habla. -- Amenazó.
- Vete a la verga. -- Respondió.
La estrelló contra su frente, la botella explotó al momento del impacto y varios vidrios manchados de sangre se regaron por el suelo.
Estuvo a punto de seguir moliéndolo a golpes cuando el viejo cantinero apareció, los sujetó a ambos de las camisas, atravesó el bar con uno en cada brazo, abrió la puerta y los aventó a la calle.

PULPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora