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Y él cumpliría esa promesa.
Los días siguientes transcurrieron con relativa normalidad. Había seguido en contacto diariamente con sus amigos, pero ninguno había reportado haber visto al hombre de negro ni nada por el estilo. Nada que tuviera que alarmarlos.
A pesar de eso, Gastón tenía problemas con dormir.
Batallaba para conciliar el sueño, o sencillamente no dormía.
Aprovechaba ese problema de insomnio para seguir escribiendo su libro, o dibujar en sus cuadernos.
Garabatos, simples bocetos, dibujos inconclusos.
Tomaba más café de lo habitual (Tal vez a eso se debía su insomnio), al igual que la cerveza. Y fumaba para aliviar un poco el estrés que sentía.
No sabía qué lo ponía más nervioso, saber sobre el hombre de negro o no.
Aunque muy posiblemente se tratase de ambos.
Una noche en especial eran pasadas las 4 de la mañana, acababa de terminar el boceto de un cuadro que pintaría después.
En él, retrataba una mujer de espaldas, desnuda, con el pelo cayendo por un hombro.
Y no por que fuera un pervertido, sino que Gastón llevaba mucho tiempo dibujando anatomía, y parte de ello era dibujar personas desnudas.
Ya había hecho antes varios cuadros de ese estilo.
Este era sólo otro de ellos.
Se alejó un poco para apreciar el boceto general y corregir mentalmente algunos fallos de proporción y ubicación. Mordía el lápiz mientras analizaba sus trazos.
Dio un trago a la cerveza y se volvió a acercar a su trabajo. Agarró sus colores y en varias partes de su boceto dejó rayones de diferentes colores.
Sombras, luces y colores base.
Hacía eso para guiarse después cuando fuese momento de darle color al trabajo.
Salió de su cuarto y bajó por las escaleras terminando su cerveza.
Sin encender ninguna luz, se sentó en su sillón, bañándose en la oscuridad de la sala.
Por alguna razón, en ese momento, se sintió protegido. Se sintió seguro al estar ahí solo.
Sacó un cigarro de la cajetilla, lo llevó hasta su boca, lo encendió y dejó que el humo lo envolviera.
Estaba pensando en otra persona, estaba preocupado por alguien más.
Su único alivio era que estaba muy lejos de ahí.
Para Gastón, ella estaba a salvo, y eso estaba bien.
Poco a poco, con el pasar de los minutos, fue consumiendo su cigarro.
Una ves que lo terminó, el sueño lo invadió.
Los ojos le pesaban y su cuerpo se sentía agotado.
Se quedó dormido ahí, en su sillón, inmerso en la oscuridad de su casa.

Despertó a la mañana siguiente, eran casi las 11. Los rayos de luz se colaban por las ventanas y algunos pájaros se oían allá afuera.
Reconoció el canto de unos periquitos australianos, posiblemente provenían de la casa de algún vecino.
Sintió que por fin había descansado lo que no pudo dormir algunas noches atrás.
No se levantó enseguida, sino que se mantuvo ahí sentado varios minutos. Tomándose un momento para si mismo.
Revisó su celular, tenía algunos mensajes de su agente, diciéndole que una cadena de televisión del país lo había invitado para que lo entrevistaran.
Al ver de qué cadena se trataba, se negó al momento.
Una cadena vendida al gobierno, manipulada por el gobierno.
Le pagarían por decir cosas que ellos escribirían, en ves de que él dijera sus propias respuestas.
"A la mierda." Pensó.
No se vendería para ninguna cadena vendida y manipulada por el gobierno. Podían irse a chingar a su madre.
Gastón prefería ser entrevistado por algún noticiero independiente de Internet. O para algún blog de literatura.
Se levantó finalmente del sillón para ir a revisar la cocina.
El café se había acabado, al igual que los cigarros y las botellas de cerveza. Aquello era parecido al infierno.
Se preparó pan tostado y tuvo que acompañarlo con jugo de naranja natural.
Se supo a gloria. Tenía mucho tiempo sin tomar un jugo de naranja natural.
Salió de su casa y condujo hasta el centro comercial. Compró café, cigarros, alcohol, más pan, algunas naranjas, una tapa de huevos.
Y un vodka que estaba en oferta.
No era mucho de tomar vodka, pero algún uso le encontraría.
Después de todo ¿quién no disfruta de un buen vodka de vez en cuando?

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