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El aire frío de la noche los envolvió.
- Él está ahí. Es más que seguro.
- Venir aquí fue una estupidez, -- Argumentó Carlos, un poco molesto y cansado. -- es obvio que está aquí. No salió de ahí abajo ni nada por el estilo.
Nuevamente, Gastón se sintió estupido.
- Los traje aquí sólo para perder el tiempo. Es obvio que Johan esta aquí, no se en qué estaba pensando.
- Oye, yo también tenía mis dudas. Pero fue mejor que viniéramos a confirmar esto, que andar creyendo que Johan en realidad nos está acosando.
Escuchar eso de Oscar le dio un poco de sentido a la misión de esa noche.
Estaba claro, algún pobre idiota estaba jugando con ellos.
Gastón se acercó a la tumba de su amigo.
- Disculpanos por haber venido a molestarte, Johan.
Hubo un minuto de silencio es el lugar, sólo podía escucharse el viento de la noche atravesando las lápidas del panteón.
Justo cuando estaban por irse algo pasó.
La linterna que tenía Gastón en su mano comenzó a hacer un falso. Se apagaba y encendía por segundos.
Gastón trató de componerla dándole unos golpes con la palma de la mano.
- ¿Que mierdas te sucede?
Se desesperó al ver que eso no funcionaba y tiró la linterna frente a él.
Sus amigos siguieron el recorrido de la linterna caer y golpearse con la luz de sus linternas.
Al caer finalmente en el suelo logró permanecer encendida. Gastón estuvo a punto de moverse para volver a agarrarla cuando un pie pisó la linterna, destruyéndola.
Una cuarta persona, ahí con ellos.
Las linternas de Oscar y Carlos iluminaban únicamente la bota que había destruido la linterna de Gastón. Poco a poco y con miedo en su ser, fueron iluminando la pierna, cuerpo y rostro de su inesperado acompañante.
No había un rostro, sino una máscara.
El hombre de negro.
Al verlo parado justo frente a ellos, Gastón tuvo otro ataque de adrenalina.
Sus pies se despegaron del suelo rápidamente, dirigiéndose con furia hacia su enemigo.
Estuvo a punto de taclearlo cuando el hombre de negro esquivó su embestida, conectándole un violento golpe en su mandíbula.
La inercia del ataque fallido de Gastón, combinada con el ataque certero de su enemigo lo tiraron al suelo. Cayendo de cara contra la tierra.
Otra ráfaga de aire le dio fuerzas para arrodillarse, al dirigir la mirada a su entorno vio a Oscar conectando un cruzado de derecha contra la máscara de su adversario. Seguido de eso, Carlos arremetía con una tremenda patada al muslo del hombre de negro, haciéndolo caer.
Pero él aprovechó la oportunidad para tomar una roca de buen tamaño del suelo, y la arrojó contra la cara de Oscar, quien tras recibir el impacto se tambaleó desorientado hasta caer de espaldas contra el suelo.
Carlos seguía de pie aún. Él y él hombre de negro compartieron varios puñetazos entre sí hasta que tomó a Carlos de los hombros y lo azotó contra una lápida, quebrándola con el impacto.
Gastón estuvo a punto de levantarse, con sus sentidos alerta cuando varias luces iluminaron el lugar donde estaban todos.
- ¡Todos quietos! No quiero que nadie se mueva.
Las luces de los veladores cegaban la visión de Gastón, obligándolo a poner su mano frente a sus ojos para poder ver.
Cuando volteó a ver en la dirección donde estaba el hombre de negro, ya no lo vio.
No estaba, se había esfumado en ese momento.
- ¡Puta madre! -- Exclamó mientras se levantaba para huir.
Carlos se aproximó para levantarlo, Oscar ya los esperaba listo para correr.
Casi sin visión, los tres corrieron para huir de los veladores, saltando y esquivando lápidas y estatuas.
La adrenalina del momento los consumía.
Gastón iba tan sólo unos pasos atrás de sus amigos. Las luces de los veladores los iluminaban por momentos.
Su pie golpeó alguna tumba que no pudo ver y cayó de cara, sus lentes rebotaron frente a él y cuando estuvo a punto de levantarnos una patada lo impactó por la izquierda.
Con la vista nublada y la oscuridad de la noche pudo a penas ver a su agresor.
El hombre de negro.
Trató de atacarlo pero él se adelantó, golpeándolo varias veces en el rostro. Gastón a penas pudo conectarle unos rasguños y golpes.
El hombre de negro sujetó a Gastón del cuello, ahorcándolo.
- Fin del camino, asesino.
Sus palabras eran como un eco que Gastón apenas podía escuchar.
- ¡OYE PENDEJO!
Eso si lo escuchó bien.
En un parpadeo, Carlos se abalanzó contra el hombre de negro, tirándolo al sueño y moliéndolo a golpes. Oscar se aproximó para levantar a Gastón, quien agarró sus lentes del suelo.
- Suficiente por esta noche cabrón. -- Le dijo a Gastón, o por lo menos eso fue lo que le entendió.
- ¡Sueltalo! -- Se escuchó el grito de uno de los veladores, que se acercaba. Sus luces se veían más cercanas.
Carlos se vio obligado a soltarlo para poder huir, el hombre de negro se escabulló y se arrastró rápidamente para salir corriendo.
Nuevamente, lo había perdido.

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