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Dos días después en la mañana, al abrir la puerta de su casa se encontró con un pequeño paquete abandonado justo frente a la puerta.
Una caja
Podía ser una trampa. Sabía que de alguna manera era una trampa.
No importaba.
La agarró y la puso sobre la mesa. La observó detenidamente para buscar indicios, pistas o algo que indicara qué había dentro.
No pesaba tanto, pero podía oír un pequeño objeto rebotando en su interior.
Su teléfono sonó. Un mensaje.
Oscar.
Había mandado una foto al grupo. Era una caja también.
- No fui el único ¿verdad?
Estaba en lo correcto.
Uno a uno todos empezaron a mandar la foto del paquete que habían recibido. Ninguno había tenido el valor de abrirlo.
Gastón temió por la vida de sus amigos. Pero se sintió furioso.
Furioso por el hecho de que El Hombre de Negro de verdad los quería joder.
- El hijo de puta sabe donde vivimos. -- Comentó Carlos.
No, en ese momento supo que no podría tratarse de un pendejo cualquiera.
Definitivamente era alguien que los conocía.
A todos y cada uno.
- Abriré el mío.
- ¿Acaso eres idiota Gastón? Nadie sabe que hay dentro de éstas pendejadas. -- Dijo Brandon.
- Bueno, no sabremos si no nos atrevemos.
Tomó un cuchillo de la cocina. Cortó la cinta que sellaba la caja.
La abrió.
Lo que había dentro no lo sorprendió para nada. Sólo lo desconcertó.
Un reloj.
Les envió la foto a sus amigos.
- Un reloj. Un puto reloj que no funciona.
Sus amigos comenzaron a enviar fotos de lo que había dentro de sus cajas.
La ansiedad lo carcomía.
Lo que sus amigos enviaron fue lo siguiente:
Una camisa sucia y rota.
Un encendedor sin gas.
Una receta médica vieja y arrugada.
Tres botellas de cerveza vacías.
Una cajetilla de cigarros aplastados.
Y una foto.
Una foto de todos ellos. Con la cara de Johan, su amigo fallecido, tachada con color rojo.
Además de eso, cada caja venía con un mensaje al fondo.
"Sé quién me mató."
- ¿Qué es toda esta mierda? -- Preguntó Oscar.
Gastón sintió otro escalofrío. Más aún por leer esa nota.
- Son sus cosas. -- Reveló Pablo. -- Sólo miren, la noche que pasó eso, Johan había comentado que su encendedor se había acabado. Llevaba puesto su reloj y esa vieja camisa. Las botellas son de las últimas cervezas que tomó antes de.. caer.
Gastón se sintió muy incómodo en ese momento.
Pablo estaba en lo correcto.
- Y supongo que la receta es por el lugar. -- Añadió Lalo.
- Pareciera ser lo más evidente.
Esto había llegado lejos.
Un escalofrío recorrió su espina dorsal.
- Muy bien. Creo que con esto confirmamos que esto es una mierda seria. Alguien está usando el nombre de Johan y nos está tratando de joder. -- Comentó Gastón.
- ¿Alguien en mente? -- Preguntó Lalo.
Nada en realidad.
- Esta noche, en mi casa. Hablaremos al respecto de esto. Y alguien traiga cerveza .
Todos estuvieron de acuerdo, en especial con lo de la cerveza. Tenían que arreglar eso.

Eran casi las 8 de la noche. Gastón estaba sentado en su sillón fumándose un cigarro para intentar controlar sus nervios.
Su pierna derecha sufría de un ataque de tic, que solía darle cuando estaba ansioso.
La casa estaba completamente en silencio, lo que lo ponía aún más de nervios.
Vio las luces de un auto que se acercaba a donde su Cadillac estaba estacionado.
Tocaron la puerta.
- Pasen.
Oscar y Miguel entraron por la puerta. Traían cerveza.
Se sentaron en el sillón al lado de Gastón y le pasaron una lata fría de cerveza.
La abrió y dio un gran trago.
Esperaron a que los demás llegaran. No tardaron. A los pocos minutos llegaron Carlos y Lalo.
Y seguido de ellos Brandon y Pablo.
Estaban todos en silencio alrededor de Gastón, esperando a que dijera algo.
Dio una calada al cigarro y después bebió de su lata.
- Muy bien. Esta es la situación: Alguien que de alguna manera sabe lo que ocurrió esa noche está tratando de jodernos por motivos que aún desconocemos. ¿Proponen algo?
Justo iba a decir algo Brandon cuando el celular de Miguel sonó.
Número desconocido.
- Contesta, puede ser él. -- Ordenó Lalo.
Con temblor en la mano, Miguel contestó. Puso el altavoz para que todos pudieran escuchar.
- ¿Qué quieres? -- Preguntó Miguel.
- Vaya vaya. Pero si son todos mis buenos amigos reunidos para hablar de mi. -- Era la voz metálica.
- ¿Por qué te haces pasar por Johan? -- Preguntó Carlos inmediatamente con un poco de coraje en la voz.
- ¿Hacerme pasar? Oh, no. No me hago pasar. Están hablando con Johan.
Todos se miraron. Incrédulos.
No podía ser él.

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