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Saltaron la barda del panteón, saliendo nuevamente a la calle.
- ¿Qué mierda fue eso? -- Le preguntó Carlos, muy agitado.
Gastón apenas y tenía aliento, su garganta le dolía y no tenía mucha energía, Oscar había tenido que aventarlo desde adentro para que pudiese salir del lugar. Dando como resultado otro putazo al cuerpo de Gastón.
De hecho, seguía tirado en el suelo tratando de recuperar el aliento.
- Era él, -- Dijo jadeando. -- era el pendejo quién nos ha estado chingando la madre.
Carlos pasó su mano entre su pelo a modo de frustración.
- ¡Puta madre! Lo tenía en mis manos.
Estaba molesto. Más que molesto, encabronado.
Gastón sabía perfectamente lo que sentía.
- Será mejor que nos vayamos, es cuestión de minutos para que una patrulla aparezca por aquí.
Oscar tenía una gran cortada encima del ojo, debía ser por la piedra que el hombre de negro le había lanzado.
- No, -- Dijo Gastón mientras se sentaba en el pavimento. -- nada de eso. El cabrón no puede ir muy lejos.
- ¿Quieres buscarlo?
- Estoy de acuerdo, hay que ir tras ese puto. -- Dijo Carlos.
- Cabrones, estamos justo en la Avenida Hidalgo, pudo ir a cualquier lugar desde aquí.
- Si, pero no debe de estar muy lejos. Perdemos tiempo estando aquí. -- Dijo levantándose.
Sin decir más se metió a su auto. Carlos hizo lo mismo y ambos encendieron sus motores.
- ¡Son unos putos locos! -- Sin opciones, Oscar también subió a su auto.
Un radio de 20 cuadras, Oscar y Carlos revisarían ambos sentidos de la avenida mientras que Gastón buscaría por las calles que rodeaban el panteón.
Condujo despacio entre las calles con luces altas para tener una mejor visión.
Recorrió varias calles buscándolo, pero no había rastro de él.
- ¿A dónde fuiste pequeño bastardo?
Prestaba atención a cualquier detalle, esquina y callejón.
Al llegar a una esquina una patrulla lo encerró.
- Mierda.
El oficial bajó del auto y se le acercó a Gastón, quien bajó el vidrio para hablar.
- Joven, buenas noches.
- Oficial.
Aquel sujeto era corpulento, tenía un bigote que lo hacía ver como un norteño y varias arrugas y canas daban a conocer que era un señor de aproximadamente unos 50 años.
- Hijo, recibí informes de unos vándalos que acaban de salir huyendo del panteón.
- Bueno, hay gente que nunca aprende.
- Concuerdo con eso. -- El oficial se detuvo un momento a analizarlo con la mirada. -- ¿Donde te hiciste ese golpe?
Se miró al retrovisor.
Mierda.
- ¿Esto? Ahh, fue una riña con un idiota. Nada grave oficial.
- Claro. ¿Puedes salir del auto un momento?
- No veo por qué no.
Gastón salió del Cadillac, tenía un aspecto del asco. Sucio, con sangre y la ropa muy arrugada.
- ¿Puedes proporcionarme tu identificación?
Sacó su cartera, y de su cartera sacó su identificación.
Se la dio al oficial quien la revisó.
En un momento frunció el ceño.
Miró a Gastón y volvió la mirada a la identificación. Hizo esto unas 3 veces.
- ¿Algun problema oficial?
- ¿Tu eres Gastón Sifuentes?
- Si, el mismo.
El oficial empezó a reírse frente a Gastón.
- No lo creo, ¡detuve a un escritor local!
Gastón no lograba entender la gracia de la situación.
- Hijo, siento mucho este mal entendido. No estás en problemas ni nada.
¡Eso era suerte!
- ¿De verdad?
- ¡Claro! Oh, eh ¿puedo pedirte un favor?
- Claro que si, lo que sea.
No podía ser mamón con el oficial en ese momento. Iba a dejarlo ir. ¡Asi sin más!
- ¿Podras firmar un autógrafo para mi hija?
- Algo mejor.
Gastón fue a la cajuela y de una caja sacó uno de sus libros. El oficial le pasó una pluma.
- ¿Cuál es el nombre de su hija?
- Adriana. El estupido de su ex novio le regaló uno, pero esto va a ser mejor.
Escuchar eso lo hizo recordar.
Se refería a la novia del gorila, y era hija del oficial.
Se mordió los labios para no atacarse de la risa ahí mismo.
Firmó el libro y se lo entregó al oficial.
- Gracias, eres muy amable Gastón. Mi hija te lo agradecerá mucho.
"Usted no tiene ni idea" Pensó.
El oficial le estrechó la mano, regresó a su patrulla y se marchó sin más.
Gastón llamó a Carlos.
- ¿Lo tienes?
- No. Regresa a casa, un oficial me detuvo pero no me arrestó ni nada, pero no es seguro. Llama a Oscar y regresen a casa.
- Ese hijo de puta.
- Lo atraparemos, no te preocupes.
- Seguimos en contacto.
Al colgar, Gastón se dejó caer en el asiento de su coche.
Se fijó en la hora.
Pasadas las 3 de la mañana.

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