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Visitar la tumba de Johan.
Esa idea lo prosiguió por días.
Visitar una tumba para cerciorarse que el cadáver de su amigo seguía ahí, y no había vuelto de la muerte para joderlo a él junto con sus amigos.
Esa si sería una aventura muy interesante.
Habló con Ricardo al respecto de lo que había pasado aquella noche, y sobre lo que Salma le había sugerido.
- ¿Crees que sea necesario hacerlo?
- No lo sé, es decir, yo sé que está ahí.
- Yo también se que está ahí. Esto no es ningún tipo de suceso sobrenatural.
Gastón ya no sabía qué creer. Y pensar en ello hacía que su herida le doliera por el palpitar se la sangre.
- ¿Qué harás?
Esa era una buena pregunta. ¿Qué chingados seguía a continuación?
Tomó lo que bien podría ser la decisión más disparatada de su vida.
- Iré. Me aseguraré de que Johan siga en ese lugar.
- ¿Estás seguro de esto?
- No, para nada.
Ricardo consideró las opciones.
- ¿Aún tienes el número de Jonah?
- Si, ¿por qué lo preguntas?
- Deberías hablar con él sobre esto.
Ricardo podía ser una persona muy inteligente, pero aquello le había resultado sumamente estupido a Gastón.
- ¿Y decirle qué? "Oye tu hermano difunto empezó a amenazarnos a mi y a los demás, ¿sabes algo al respecto?
- Obviamente no le dirás eso.
- ¿Entonces qué?
Guardó silencio, pero ya no supo qué responder. Tal vez había comprendido también que llamarle a Jonah sobre eso sería una enorme estupidez.
Aún así, hablar con Jonah para responder a algunas preguntas ni parecía una mala idea. Podía ser un apoyo.

Estando solo en casa, contempló su celular teniendo dos cosas en mente.
Llamarle a Jonah para hablar sobre lo que ocurría.
Hablar con sus amigos e ir al cementerio.
Consideró y analizó ambas opciones mientras se fumaba un cigarro.
Optó por llamarle a Jonah.
Esperó que su número no hubiese cambiado en tanto tiempo. Pero al ver que sonaba supo que todavía lo conservaba.
Después de varios segundos de eterna espera, contestaron.
- ¿Si?
- ¿Jonah?
Sintió un ataque de ansiedad recorriendo su cuerpo poco a poco.
- Él habla, ¿quién es?
- Jonah, soy Gastón.
- Oh, Gastón -- No sonaba feliz de hablar con él. -- ¿qué necesitas?
No era la reacción que esperaba por parte de Jonah, pero podía entenderse.
En ese momento no supo qué responder a esa pregunta. Tenía una idea en su mente pero no encontraba las palabras para soltarla.
- La verdad, han estado sucediendo cosas muy extrañas.
- ¿A qué te refieres con extrañas?
- Si, eh, -- Sabía que lo que estaba a punto de decir sonaría totalmente estupido. Pero devia intentarlo. -- tu, no vas a creerlo. Yo no lo creo de hecho.
- ¿No crees qué? -- Sonaba impaciente.
Respiró hondo.
- Tu hermano ha estado amenazandome últimamente.
Hubo un silencio de varios segundos en la línea. Y empezó a escuchar a Jonah reírse.
- ¿Jonah?
Rió un poco más antes de responderle.
- ¿Así que mi hermano ha estado amenazándote? - Dijo aún en tono medio burlón.
- Si, es exactamente lo que trato de decirte.
- Gastón, ambos sabemos que lo que acabas de decir es una estupidez.
Y Gastón se sentía la persona más estúpida del mundo en esos momentos.
Aún así prosiguió
- Sé que suena estupido, pero es verdad. O por lo menos aparenta ser verdad.
Los pequeños remanentes de risas desaparecieron al instante.
- Gastón, no jueges con eso. -- Se podía sentir la frialdad en su voz.
- Jonah, se que suena a burla pero creeme que no lo es.
Trató de explicarle la situación pero fue interrumpido.
- No seas estupido Gastón. Sólo escuchate, diciendo que mi hermano te está acosando. ¿Eres un puto idiota acaso?
Sintió la furia y el resentimiento en su voz. Había conseguido irritarlo.
- Jonah..
- No Gastón, esto es una pendejada. Una total y completa pendejada ¿Cómo se te ocurre decir una mierda como esa? ¿Qué mierdas sucede contigo? Debería darte puta vergüenza, cabrón.
Colgó.
Escuchó unas cuantas lágrimas y voz quebrada en esas últimas palabras.
La había cagado. Su oportunidad de tener apoyo de Jonah se había ido directo a la mismísima mierda.
Se dejó caer en el sillón, derrotado nuevamente. Había cometido una enorme estupidez y era consciente de ello.
Terminó su cigarro.
Sólo quedaba otra cosa por hacer.

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