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Durante 3 días esperó impaciente que algo sucediera, el más mínimo indicio, lo que fuera.
Quería acabar ya con esto.
Ese tercer día. Aquel jueves a las 12:57 de la noche, sería cuando todo terminaría para uno de los dos.
Estaba en el Selecto con sus amigas.
- ¿Crees que sea prudente que tú solo le hagas frente? Sigues sin saber quién es.
- No le tengo miedo, Salma. Le tengo ira.
- Tenerle ira no asegura que puedas vencerlo. Tal vez es más fuerte que tu, y te deje puteado otra ves.
- Tal vez peor que eso.
- Oigan gracias por confiar en mí eh. -- Dijo con mucho sarcasmo.
- Nos preocupamos por ti, Gastón.
- Les juro que voy a salir bien de esta.
Gastón iba a cumplir esa promesa.
Justo cuando estaba por darle el trago a su café, sonó el celular.
Número desconocido.
Era él.
- ¿Que?
- Es más difícil saber dónde vas a estar cuando tu observador ya no está en el juego.
- Lamento haberle partido la madre al estupido de tu amigo.
- Ahh, no te preocupes, es un daño colateral como lo fue Miguel.
Eso lo enfureció.
- Basta, hijo de puta.
Las gemelas lo miraban con intriga y miedo.
- ¿Quieres jugar?
- No, quiero terminar con esto. Esta noche.
- Bien, como quieras. Las respuestas a todo, están en tu casa.
- ¿Mi casa?
Colgó.
- ¿Que sucede? -- Preguntó Karla.
Gastón lo comprendió casi al instante.
- El hijo de puta está en mi casa.
Al terminar la frase rápidamente salió corriendo hacia su auto, dejándolas solas en el café.
Pudo oír como ellas le gritaban que las esperara, pero Gastón no pensaba involucrarlas en eso.
Llamó a Oscar.
- ¿Que sucede?
- Reúne a todos en el centro, los veré en la plaza de la libertad, ¡ya! -- Dijo muy agitado.
- Carlos está aquí en mi casa, ¿qué mierdas está pasando?
- Creo que el hombre de negro está en mi casa.
Colgó. No le dio tiempo a responder a Oscar a aquello.
Verlos en  centro ya era perder tiempo y la oportunidad de atraparlo en su casa.
Subió al Cadillac y condujo hasta llegar cerca de la plaza.
Estacionó.
Casi 10 minutos después llegó Oscar con Carlos.
- ¿Dónde están los demás? -- Preguntó Gastón.
- Dijeron que llegarían directo a tu casa.
- Vámonos.

Al llegar, Brandon y Lalo ya se encontraban en la acera de enfrente.
- Lalo y yo ya revisamos la casa por fuera. No vimos nada.
- No estemos tan seguros.
Gastón se acercó a la puerta para abrirla, pero ya se encontraba abierta.
- Está aquí. -- Susurró.
Trató de encender las luces pero no funcionó.
- Posiblemente bajó el switch. ¿Puedes ir a revisar Oscar?
- No tardo.
Dio la vuelta y salió a buscar la caja de luz.
Gastón encendió la linterna de su celular y empezaron a buscar por la casa a oscuras.
Afuera, el viento soplaba fuerte y el cielo estaba nublado.
Esa noche, iba a haber lluvia.
Revisaron detrás de los muebles, en la cocina, el baño, pero no había rastro de que hubiese estado ahí.
- ¿Estás seguro que dijo que estaba aquí? -- Preguntó Lalo en un susurro.
- Él dijo que las respuestas estaban en mi casa, lo que significa que debió haber entrado.
Justo al terminar de decir eso, un ruido sonó en el piso de arriba.
- Aquí sigue. -- Susurró Gastón.
Apagaron las luces de los celulares y subieron en silencio las escaleras, aunque si el hombre de negro seguía ahí, ya debía de saber que Gastón y sus amigos también se encontraban en la casa.
Al llegar al segundo piso se escuchó otro ruido. Como si algo estuviera arrastrándose.
Se percataron de que la puerta del cuarto que Gastón tenía desocupado estaba entre abierta.
Volteó a ver a sus amigos, apenas y los distinguía entre la oscuridad de la casa, les hizo una seña de que guardaran silencio.
Abrió lentamente la puerta. Lo primero que vio al entrar fue la figura un cuerpo, recostado en el suelo de la habitación.
- ¿Quién eres?
En ese momento la luz regresó, el cuarto se iluminó, dejando ver la escena que había frente a ellos.
Cada una de las paredes del cuarto tenía escritas una palabra en pintura roja, incluido el piso, donde se encontraba recostado una persona.
Axel.

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