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Así que ahí estaba él, parado frente al mar.
Había pasado más de un mes desde lo sucedido aquella noche. No había vuelto a saber de Axel y sus amigos no habían reportado nada fuera de lo común.
La tranquilidad había regresado.
Reportaron que habían visto al cocodrilo nuevamente cerca de la playa, y al poco tiempo lo regresaron a la laguna. No se encontró ningún rastro de Jonah.
Podía decirse que por ese lado, estaba limpio.
Estaba ahí de pie, fumándose un cigarro como de costumbre. Era tarde, casi las 12 de la noche, no había mucha gente en la playa a esa hora.
El viento soplaba ligeramente en el lugar, su chaqueta se mecía con cada ráfaga que lo acariciaba.
Aquellos últimos dos meses habían sido muy diferentes a lo que él esperaba de su regreso a Tampico. Podía decirse que su vida se había vuelto un revoltijo.
Pero en ese momento, todo estaba bien.
Había recibido la noticia de que sus amigos, que en ese momento no estaban allá, pronto regresarían para verlo.
Le había dedicado más tiempo a su nuevo libro y había tenido una llamada con otra editorial que estaba interesada en publicar lo siguiente que Gastón escribiera.
Y el cuadro que había pintado había sido seleccionado para una galería de arte.
Pensó un momento en la suerte que tenía mientras el humo de su cigarro flotaba frente a él antes de desaparecer en el aire.
Aquella noche, en ese momento bajo la luz de la luna, sólo existía él. Aún así, todavía sentía el peligro acechando en su vida.
No importaba, ya no.
Se acabó todo el cigarro y arrojó la colilla a la arena, enterrándolo con su pie.
Vio la luz de la luna reflejada en las olas, que se acercaban mucho a donde él estaba, pero morían en la arena.
Sintió que tal vez era tiempo de volver a casa, pero prefirió seguir ahí parado.
Escuchó los pasos de alguien detrás de él, más no quiso voltear a ver de quién se trataba.
Posiblemente era alguien que caminaba de noche por ahí.
Entonces esa persona dijo su nombre.
- ¿Gastón?
Al escuchar la voz, sintió un escalofrío, pero también sintió emoción, nostalgia y un poco de miedo.
Era una voz que no escuchaba en mucho tiempo, así que decidió voltear para asegurarse que la voz pertenecía a quien él imaginaba.
Y así era.
Al voltear la vio, parada frente a él.
Mucho tiempo había pasado, pero aún así no había cambiado casi nada. Era exactamente igual a como la recordaba.
- ¿Gastón? -- Repitió.
Gastón se acercó un poco a aquella persona.
La miró a través de sus lentes, parecía mentira que estaba frente a ella una vez más.
******
Estuvo varios segundos mirándola, idiotizado.
- Hola. -- Fue lo único que pudo decir.
- No lo puedo creer, -- Dijo ella. -- si eres tú.
Lentamente caminó a donde estaba parado Gastón y lo abrazó.
Gastón respiró nuevamente su olor, aquella esencia que la caracterizaba tanto.
Sintió sus brazos rodeándolo, haciéndolo sentir seguro.
Él hizo lo mismo, la rodeó en sus brazos lentamente.
Estuvieron así varios minutos sin decirse nada, hasta que ella se apartó un poco.
Miró detenidamente el rostro de Gastón.
- ¿Dónde te hiciste esas cortadas?
Había olvidado que aún tenía algunas pequeñas marcas de su encuentro con Axel y Jonah.
- La verdad, no lo recuerdo.
Siguió mirándolo fijamente.
- Este no eres tu.
- ¿Que?
Ella estiró sus manos hasta su cara, y le quitó los lentes.
Gastón parpadeó un poco para adaptar su visión.
- Este, este eres tú.
Cuando ellos dos estuvieron juntos, Gastón aún no usaba lentes. Comprendió el por qué se su frase.
Guardó en la chaqueta de Gastón los lentes, ambos se miraron unos cuantos segundos más.
Después, se besaron.
Fue en ese momento cuando Gastón se sintió totalmente a salvo. El peligro había desaparecido por completo.
Cuando por fin se separaron, Gastón vio sus ojos brillando a la luz de la luna. Acarició su rostro y le dio un pequeño beso en los labios.
- ¿Qué estas haciendo aquí? -- Le preguntó.
- Escuché la noticia que habías regresado a Tampico, y en cuanto tuve la oportunidad decidí regresar.
- Pero, ¿tus estudios?
- Recién los acabé, creo que me puedo tomar un año para mi sola en lo que busco donde trabajar.
- ¿Y te regresarás?
- No, me voy a quedar. Contigo.
Acomodó un poco el pelo de Gastón, que se había alborotado con el aire del ambiente.
Pasaron un largo rato sentados a la orilla del mar, tomandos de la mano sin decirse nada.
No era necesario, ya habría mucho tiempo para hablar de todo.
Ella rompió el hielo.
- Vámonos de aquí.
- ¿A dónde?
- Donde sólo seamos tu y yo.
Gastón se levantó de la arena sin saber a dónde conducir.
Caminó agarrado de su mano hasta que llegaron al Cadillac.
Le abrió la puerta del copiloto para que entrara, después subió él.
- ¿Alguna idea de a dónde ir?
Pensó por un momento en llevarla a su casa, pero se le ocurrió una idea mejor.
Algún lugar apartado en la carretera, donde pudiesen disfrutar la noche abajo de las estrellas.
- Se me ocurre un lugar.
- Conduce.
Encendió el motor del Cadillac y salieron de la playa.
Manejó debajo de las luces de la ciudad que bañaban fugazmente el auto.
Por momentos ,volteaba a verla. Le parecía irreal aquella situación.
- ¿Pasa algo? -- Le preguntó.
Gastón tenía la mano puesta en la planca de cambios, ella rápidamente puso su mano sobre la de él.
- Nada, -- Le respondió. -- es sólo que me gusta verte.
Ella sonrió al escuchar eso.
Gastón por fin llegó a la carretera, subió la velocidad del auto.
El aire nocturno alborotaba el pelo de ambos.
La música sonaba muy leve en el estéreo del auto. Gastón estuvo a punto de apagarlo.
- No, -- Lo detuvo ella. -- subele.
Le hizo caso, y subió el volumen de la canción.
Para Gastón, aquella era más que una simple canción.
Como su nombre lo decía, era un manual.
Un manual de instrucciones para conducir de noche.

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