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El resto de la semana transcurrió regularmente. Ya había comprado una cama y algunos muebles básicos como refrigerador, estufa y lavadora. Y no había vuelto a ver al idiota de la máscara del otro día.
Se había visto con más amigos y se había enterado de mucho.
Otra de sus mejores amigas había sido seleccionada para un equipo profesional de fútbol femenino.
Gastón jamás había sido bueno para el fútbol.
Escribir, para eso era bueno.
También había acordado verse con sus amigos de la secundaria en un antro el viernes por la noche.
Gastón no era mucho de ir a antros ya que consideraba el reggaeton como una mierda total.
Pero estaría con sus amigos, y habría cerveza. Eso era la mezcla perfecta.
Eran casi las 9 de la noche y había quedado de verse con Carlos antes de las 10.
Antes de salir de su casa, se puso su chaqueta.
Salió. Encendió el Cadillac y condujo a Madero para encontrarse con Carlos.
Días antes había comprado una cajetilla nueva de cigarros, la cual había dejado en la guantera del auto.
Sacó uno y lo encendió. El humo cubrió una parte del auto pero a su vez salía por las ventanas.
Un poco de rock clásico sonaba en su estéreo.
Conducir, fumar y escuchar rock era algo que le encantaba. Lo hacía sentir vivo realmente. Inclusive lo inspiraba para posteriores libros.
Para Gastón la inspiración podría brotar de cualquier lugar.

Llegó finalmente a la casa de Carlos.
No bajo, sino que llamó a su celular. Tardó un poco en responder.
- ¿Si?
- Ya estoy afuera. ¿Sales?
- Mierda, conduces rápido. Bajo enseguida.
Colgó. Casi para terminar su cigarro, Carlos salió por la puerta de su casa.
- Mira esta puta belleza. -- Dijo refiriéndose al Cadillac.
- Lo sé, y no te imaginas cómo lo conseguí.
- Dejame adivinar. -- Dijo Carlos mientras subia al auto. -- ¿Se lo robaste a un anciano a punto de morir?
- Mierda no, se lo compré a un viejo que iba a tirarlo al trituradero.
- Regalado me imagino.
- Relativamente, pero costó mucho reparar al Pequeño Bastardo.
- Esto esta chingón. -- Dijo mientras miraba los interiores retapizados del auto.
- ¿Nos vamos? -- Dijo encendiendo el motor.
- Muy bien, enseñame lo que aprendiste en tierras regias Gastón.
- Será un placer.
El motor del Cadillac rugió cuando Gastón aceleró. Se sentía la potencia dentro y fuera del auto.
El antro al que asistirían estaba a un par de kilómetros de la casa de Carlos. Llegaron en menos de 10 minutos.
Estacionaron a dos calles del lugar. Consistía de dos pisos. Todos sus amigos se encontraban sentados en una mesa en el segundo piso.
Al entrar con Carlos por la puerta vio el paraíso en muchas mujeres de senos grandes y traseros redondos.
- Ésta noche tienes que conseguir algo. -- Le dijo.
- Haré el esfuerzo.
Subieron al segundo piso. Verlos a todos reunidos nuevamente era lo más chingón que podía pedir Gastón. Todos estaban ahí.
Oscar, Lalo, Brandon, Pablo e inclusive Miguel quien casi no salía.
Todos juntos. Era jodidamente genial.
- Mira nada más lo que el viento regio trajo de vuelta. -- Dijo Oscar justo antes de darle un abrazo.
- No has cambiado nada, viejo barbón.
- Tu tampoco, maldito flaco. -- Comento Lalo.
Saludó y abrazó a todos y cada uno de sus amigos.
- Ten, es momento de que te pongas al corriente. -- Dijo Brandon mientras le entregaba una cerveza.
No titubeó, dio un gran sorbo a la botella.
Sabía a gloria.
Pasaron casi una hora platicando, bebiendo y riendo. Gastón se sentía como en los viejos y buenos tiempos.

A medida que pasaba el rato Gastón se percataba que algunas personas, en especial mujeres, lo miraban y susurraban unas a otras.
Posiblemente algunas lo reconocían.
Sus amigos se levantaron y, con cerveza en mano, bailaron un poco con varias chicas que se habían encontrado y previamente conocían.
A pesar de que no sabía bailar, Gastón decidió no ser un aguafiestas y también se levantó para unirse al mame.
Llevaba ya 4 cervezas encima cuando una chica le habló por la espalda.
- ¿Si? -- Preguntó Gastón gritando por encima de la música del lugar.
La miró. Ojos color miel llenos de entusiasmo. Vestido rojo con escote que daba a desear. Trasero de buen tamaño. Cara bonita.
- Disculpa que te moleste pero tengo una pregunta. -- Gritó también la chica con una sonrisa de oreja a oreja.
- Dispara.
- ¿Tu eres Gastón? Ya sabes, el escritor.
- Si, soy yo.
La chica pegó un pequeño grito de emoción y lo abrazó.
- Leí tu libro, me encantó.
- Oh, muchas gracias en serio.
La chica a penas iba a abrir la boca para volver a hablar cuando un tipo los interrumpió.
- Joder Adriana no te desaparescas de la nada.
El tipo era el típico buchón de antro. Camisa de botones, cinturón "de marca" comprado en el mercado y botas enormemente estúpidas. Tenía una cerveza en su mano.
- Chris. Él es el autor del libro que me regalaste en nuestro aniversario.
Vaya, el novio.
- Me importa una mierda si es el puto embajador de Marte.
- No te comportes como el puto idiota que eres Chris.
- Si tanto lo mamas, ve y cogetelo por ahí. -- Exclamó antes de empinarse la botella entera.

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