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Así que ahí estaba él, sentado en la barra.
Había quedado con Oscar para tomar unas cervezas en un viejo bar del centro de Tampico.
Un bar al que su papá solía ir cuando era joven. La Barra Tapatía.
Era de los pocos bares que habían permanecido abiertos tanto tiempo.
Llegó media hora antes que Oscar para pensar un poco.
El cantinero era un hombre gordo, barbudo, canoso y con muy mal aspecto. Debía tener unos 60 o 70 años.
Pero le inspiraba confianza de alguna manera.
- ¿Le sirvo algo?
- Si, ¿tiene alguna cerveza oscura?
- Si.
- Pongame una.
El cantinero abrió una hielera muy vieja y sucia, parecía que aquello no funcionaba, pero al abrirla salió una gran nube de humo, producto del frío que se conservaba adentro.
Sacó una botella helada, la abrió y se la pasó.
La botella transpiraba. Cuando la agarró para beber sintió su mano fría y mojada.
Eso daba a entender, al menos para Gastón, que debía saber a gloria.
Y así fue.
A un lado de él, sobre la barra había un pequeño plato relleno de cacahuates enchilados.
Empezó a comer de ese plato.
Imaginó que su padre hizo lo mismo hacia ya más de 20 años en el mismo lugar.
Y hablando del lugar no parecía la gran cosa, era una vieja cantina con algunas fotos viejas de Tampico. Pero para Gastón era agradable.
Estaba un poco solo el lugar. Había dos viejos platicando en una mesa del bar, y otro más sentado hasta el final de la barra.
Tranquilidad en un bar, algo que Gastón había buscado desde hacía mucho tiempo.
El cantinero se le quedó viendo, como analizándolo. Gastón sintió su mirada y se la devolvió.
- ¿Pasa algo?
- Disculpe joven, es que usted me recuerda a alguien.
- ¿Ah si?
Gastón ya suponía a quien.
- Si, un señor que venía hace mucho tiempo con sus amigos después del trabajo. Ellos si que fueron de mis mejores clientes.
Se refería al equipo de trabajo de su papá, le trajo buenos recuerdos.
- Me temo que no se de quién habla, amigo.
- Si, tal vez soy yo. La edad, tarde o temprano, empieza a jugar con tu mente. -- El viejo también destapó una cerveza con un encendedor y bebió.
Su papá también sabía abrir botellas casi con cualquier cosa, le había contado a Gastón que eso lo aprendió de un cantinero.
Ahora sabía de quién.
- Sólo espero que ese hombre, donde quiera que esté, esté bien.
- Yo también. -- Dijo antes de beber.
Recibió un mensaje de Oscar, diciendo que llegaría en algunos minutos.
Revisó la hora. Pasaban de la 1 de la mañana.
Le dijo que no pasaba nada.
Escuchó que la puerta del bar se abrió.
Un hombre entró, se sentó en la barra justo al lado de Gastón. Lo incómodo un poco, ya que casi toda la barra estaba desocupada.
- ¿Que le sirvo amigo? -- Preguntó el cantinero.
El hombre inclinó la cabeza para ver qué era lo que estaba tomando Gastón.
- Sirvame lo mismo que éste caballero.
El cantinero fue en busca de otra botella. Gastón nisiquiera le prestó atención a su incómodo acompañante.
- ¿Le molesta si agarro? -- Dijo señalando el plato con cacahuates.
- Sirvase. -- Se limitó a responder.
- Oh, es usted muy amable.
El cantinero llegó y le entregó la cerveza.
- Gracias, mi amigo.
Gastón y aquel hombre dieron un trago al mismo tiempo.
El cantinero se alejó para atender al otro hombre al final de la barra.
- Qué tranquilidad hay esta noche ¿no lo cree?
- Si, seguro. -- Gastón trataba de ignorarlo. Tal vez así se quitaría de ese lugar y buscaría otro.
- ¿Que le sucede? Parece que ha pasado por una mala racha.
- No, nada de eso.
Gastón se acabó su botella de golpe.
- Oh, vamos. ¡Cantinero! -- Grito, mientras movía el brazo para llamar la atención del hombre. -- Sirvale otra igual a este hombre. Yo la invito.
El cantinero se apresuró, sirvió al hombre del final y después a Gastón.
Aún así no quiso voltear a ver al sujeto.
- Gracias, qué considerado de su parte. -- Dijo antes de dar el primer trago.
- Oh no es nada, trato de animar un poco tu puta y patética vida.
Aquello lo desconcertó.
- ¿Que putas...
Volteó pero al verlo no pudo terminar de decir la frase.
Aquel hombre lo miraba fijamente, y sonreía. Conocía ese rostro.
Lo había visto tiempo atrás. Mejor dicho, había puteado ese rostro tiempo atrás.
- Axel.
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PULP
General FictionRegresar a su ciudad natal era su sueño. Jamás imaginó que al volver su vida entraría en una pesadilla enfermiza. Sólo una pregunta es necesaria: ¿Quién putas es el Hombre de Negro?