Capítulo 1. Libertad.

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Cinco años debía de estar en prisión, tiempo que calcule cada día con el sentimiento de añoranza por haber perdido la libertad, esa que parecía existente en un principio hasta que se vio limitada, y que ahora regresaba con sutileza cuando se me entregaban esas cosas materiales que se me fueron arrebatadas hace tanto tiempo atrás, y con las que finalmente me daba cuenta de lo próximo, de la realidad, esa en la que finalmente había cumplido mi sentencia, cinco años por fin hoy se cumplían. Tome entre mis manos la caja de cartón que uno de los guardias me extendió sin ningún sentimiento alguno en el rostro, para posteriormente señalarme un cuarto y decirme que me cambiara de ropa allí, así que eso es exactamente lo que hago, me adentro en el lugar depositando todo sobre la única mesa.

Examino la mesa de metal en la que deposite mis pertenencias que ahora auténticamente me parecían desconocidas, quiero decir, había cosas que ni siquiera recordaba que eran mías, como por ejemplo un llavero y una boleta, principalmente estas dos no sé exactamente como las obtuve y no me molesto en rebuscar en mis memorias donde fue exactamente que las conseguí, de hecho me concentro en la ropa, esa que me coloco y que apenas siento sobre gran parte de mi cuerpo hace que me sienta incomodo, ya que la camiseta negra y de mangas cortas se ajusta demasiado.

Pero pese a tal molestia, una sonrisa de alivio y felicidad me invade.

No es que la pasara tan mal en mi instancia, me metí en uno que otro pleito, la comida no fue de lo mejor, genere un habito a despertarme temprano y a ejercitarme, pero la verdad es que pese a tales cosas, había aprendido y no había sido tan malo, escuche todo tipo de historias, me hice de amigos y todo fue una buena experiencia, conocí otra faceta de la realidad que me hizo cambiar y valorar cosas que antes no le tomaba importancia.

Vuelvo a centrarme en la mesa, allí quedan mis zapatillas, mi billetera y un anillo, el ultimo objeto logra que olvide por unos segundos mi felicidad al recordar quien me lo había obsequiado, lo tomo entre mis dedos y lo examino. Mi padre me lo dio cuando comencé la universidad, lo hizo porque mi abuelo se lo obsequio en las mismas circunstancias y para que los recordara.

Me muerdo el labio inferior y me lo coloco en el dedo índice de mi mano derecha, no creo que luego de todo lo ocurrido piense que hizo bien en regalármelo.

Dejo mis pensamientos en el olvido al ver que uno de los guardias golpea un costado de la puerta para apresurarme, así que sin mucho preámbulo me coloco el calzado y tomo las ultimas cosas que guardo en el bolsillo de mis jeans, para recién salir del cuarto y pasar al siguiente paso, que es firmar una documentación, el encargado de esta parte del proceso es un hombre de mediana edad que se volvió casi en mi tutor, un amigo, quien me sonríe y me extiende un bolígrafo.

— espero de corazón que nos encontremos en un futuro, pero no volver a verte por aquí, Benedict —dice una vez que he firmado— no sigas los malos ejemplos, hijo.

Lo ultimo lo ha pronunciado desalentado, y no es exactamente por mí, sino por aquellos a los que el ha cuidado como yo, pero que no han durado el tiempo suficiente afuera de la prisión.

— no lo haré, Andrew... te lo prometo —juro con una sonrisa y viendo cómo se coloca de pie para invitarme a que le siga, al tiempo que también les hace una seña a los guardias para que no nos sigan— no lo olvide, y por favor, se que se lo he pedido muchas veces, pero llámeme, Ben... y la verdad quiero otra cosa para mi vida, no esto.

— está bien, te voy a creer.

Lo miro de reojo, la verdad es la que le he dicho, pero creo que no he sido el único que le ha dicho tales palabras, aun así, voy a hacer todo lo que este a mi alcance para no volver, yo no quiero estar lo que me resta de la vida aquí, quiero por lo menos hacer uno que otro sueño realidad. Por otro lado, estoy agradecido con Andrew, siendo honesto más que mi tutor fue quien me brindo muchos tipos de ayuda, como a conseguir cigarrillos, a reconocer con quienes era mejor estar y que otros evitar, el trata de ayudar a todo aquel que lo desee y en especial a los que son primerizos o tienen tan poca edad como lo son diecisiete años.

Ella es mi Jefa. SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora