Epílogo.

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Un tiempo después...

Las cajas estaban apiladas por todo el piso de la que sería ahora nuestro hogar, a este paso terminaría todo agotado para la cena que habíamos programado para esta noche.

Sonreí de lado al verla con mi pequeño amigo peludo entre sus brazos.

- no puedo creer que se llame Martini -comenta acariciando al perro, el cual parece demasiado a gusto entre sus brazos- que no vaya para nada con tu imagen y que por sobre todas las cosas, no me hayas hablado de él.

- y ¿Cuál es mi imagen?

- no lo sé con exactitud -responde mirándome de pies a cabeza- hombre de tatuajes en los brazos, serio y guapo... ¿Qué tal si desempacas sin camisa?

La miro con una ceja alzada. La verdad es que no le he permitido el que vea sin camiseta hace una semana y eso parece tenerla un poco desesperada, en especial cuando estamos en la cama.

- pero no me saltaras encima hasta que hayamos ordenado todo este desorden.

Le indico dejando las cajas de lado y con ella mordiéndose el labio, lo cual me hace cuestionarme si no seré yo la que la estampe contra el suelo o la pared. De todos modos me las arreglo para contenerme y así quitarme la camiseta por encima de la cabeza dejándola ver una parte en especial de mi espalda donde un tatuaje nuevo destacaba más por los que había a su alrededor, justo por mi hombro derecho se veía dibujado con tinta negra, su rostro dormido a lo que ella no pudo evitar abrir la boca lo mas que pudo, al mismo tiempo que dejaba a Martini en el suelo y se acercaba.

- no me lo puedo creer -susurra por lo bajo- ¡es una locura!

Sus ojos brillaban y sus mejillas se sonrojaron a lo que me voltee rápidamente para tomarla de la cintura, mientras yo no podía evitar reír por su reacción. Era consciente de que era una total locura, hasta Danny no dejo de decírmelo cuando trazaba las líneas sobre mi piel y luego se burlaba diciendo que ya era un caso totalmente perdido.

- ¡¿sabes que es lo que significa?! -exclama una vez que está de vuelta sobre el suelo y de que su sonrisa no quisiera desaparecer- es como si me dijeras que me amaras por toda la vida...y...y eso es...

- es ¿lindo?

- ¡demasiado! ¡Ben Mathews, es muchísimo! -dice alzando los brazos- ¿Cómo puedo estar a la altura?

Sonrió y la atraigo hacia mí para atraparla allí, entre mis brazos.

- amanecer conmigo todas la mañanas y todas la noches. Darme los 365 días del año, incluido de los que están por venir. Quedarte para siempre a mis alrededores y salir de citas solo conmigo.

Son las mismas cosas que me hizo prometer cuando me pidió que fuera su novio.

- y... -agrego para darle más suspenso.

- ¿y?

- casarte conmigo.

El grito que deja salir de sus labios así como con la fuerza en que me aprieta por encima de los hombros abrazándome sorpresivamente, agregando el hecho de que salta y se aferra a mí con sus piernas, logra entre aturdirme y que caigamos sobre un par de cajas así como en el sofá que había para mi suerte a mis espaldas.

- ¡sí! ...sí... ¡sí! -responde repartiendo besos por todo mi rostro.

No hay manera de que la sonrisa en mi rostro y en el de ella se extinga. Saque la caja de terciopelo azul de donde la tenía oculta para abrirla, dejando al descubierto el anillo de compromiso dorado con una piedra que brillaba. Lo tomé entre mis dedos y lo coloque en su mano izquierda para después sentir sus brazos enredarse alrededor de mi cuello.

Ella es mi Jefa. SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora