Parte 2. Nuestra Canción.

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En el camino de vuelta a su casa no se escucha nada más que una canción que alguna radio que ha programado su sintonía, una que desconozco totalmente y que ignoró hasta que esta pasa al fondo, cuando mi acompañante le baja el volumen hasta dejarlo casi inaudible.

- no es una bonita forma de terminar el día de mi cumpleaños ¿cierto? -habla mirándome con una sonrisa forzada- ayudame a cambiarlo, cariño.

Su ceño se frunce, sus últimas palabras me aturdieron y no lo pude evitar hacerlo más, cuando sus ojos se desviaron, dejando al descubierto que ya había tenido mucho de su espacio y que realmente lo sucedido le había herido.

Rápidamente me desvió a un costado de la autopista, quitándome el cinturón para acercarme hasta ella, posicionando mis manos en sus mejillas, un sollozo se le escapa apenas está entre mis brazos y no puedo evitar sentirme mal.

Me aparto un poco cuando ya su llanto se ha detenido, así que con mi mano la tomó del mentón para alzar su rostro y observar sus ojos un poco enrojecidos, examinó el lugar donde su madre la ha golpeado, si solo no me hubiese quedado en la entrada, si solo no la hubiera dejado sola con esa mujer.

- mi madre...

- no tienes que hablar si no quieres, Aly...

- tengo que hacerlo, porque tal vez no deje de doler hasta que hable...después de todo es una parte de mi que debes conocer -responde con firmeza, refiriéndose con lo último a su pasado.

No digo nada más y ella por su parte se deja caer en el asiento, de lado y sin apartar sus ojos de mí.

Extrañamente el camino está desolado y a ningún de los dos parece preocuparnos, mucho menos hay prisa por volver a casa.

- mi padre no sabía nada de que mi madre le había engañado, tampoco lo sabíamos Megan y yo -dice acariciando con sus dedos mi mano que descansaba a un costado del asiento- hasta que Megan, necesito de un trasplante. Uno que solo le podía dar su padre biológico.

Acomodo un mechón de cabello detrás de su oreja.

- ahí fue cuando nos dimos por enterados. Mi padre se destrozo con aquella verdad...era un hombre demasiado sentimental, aunque lo quisiera ocultar y negar. Aquello sí que lo devasto, porque a pesar de todo había creído en mi madre y esta de todas formas le había mentido. Yo por otro lado apenas tenía veintitrés y no me percate de la gravedad del asunto hasta que escuche a mi padre derrumbarse, después de que el padre biológico llegara -una lagrima cae por su mejilla, rápidamente la detengo con mi pulgar- le había engañado con un viejo amigo y tal vez desde que tiempo estuvieron viéndose a su espalda, el caso es que después de eso no volvió a ser el mismo...mi madre siguió viéndose a ocultas con el hombre y mi padre rápidamente fue diagnosticado con una enfermedad terminal.

La atraigo hacia mi cuerpo hasta que esta sobre mi regazo, ignorando el que de seguro esta posición en unos segundos nos comenzara a incomodar.

- lo lamento -susurro para después besar su frente.

- distráeme -pide con los ojos cerrado.

Entre todas las opciones que pienso en mi cabeza, optó en la cual tengo su sonrisa asegurada, al ver de seguro lo patético que puedo ser en esto de mover mi cuerpo. Le pido que baje del auto, para después subir el volumen de la radio. Las luces del auto aún están encendidas y ella ya está apoyada a la parte delantera del coche, una vez que desciendo de este.

- la siguiente canción va a pedido de Dimitri, quien se la dedica con todo su amor a su novia -habla la auditora de la transmisión a lo que extrañada Alise, se gira hacia mi dirección- aquí dejamos a James Arthur y Emili Sandé, Roses.

Ella es mi Jefa. SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora