Capítulo 13. Dudar.

4.9K 263 3
                                    

En definitiva hoy era el segundo peor día de mi vida. Había a guardado por ella para que se cambiara de ropa, luego de esa pésima reunión la lleve hasta su casa, ahora ni siquiera me dirigía una mirada como lo habíamos hecho antes, ni siquiera una palabra amable y ahora de preocuparme que Anastasia se casará el día de hoy, había pasado a pensar únicamente en ella, Alise Burrell que de un segundo a otro decidió hacerme la guerra. Maldije mentalmente cuando bajó las escaleras y apareció vistiendo un vestido blanco que se ajustaba a todo su cuerpo, llevando sus cabellos oscuros atados en una coleta alta, con unos tacones a juego. 

Sus ojos me miraron desafiantes al tiempo que yo solo abría la puerta del asiento trasero en silencio.

Es raro, realmente raro cuando desarrollas un tipo de obsesión y mucho más cuando esa obsesión se relaciona directamente con una persona. Te obsesionas con besar sus labios, tomar su cabello, escuchar su voz, su tono de picardía, sus miradas juguetonas, acariciar cada parte de su cuerpo, y llegas a preguntarte como eso sucedió y te confundes, porque solo hiciste un par de veces. 

La observe por el espejo retrovisor por unos segundos en un semáforo en rojo, el cual cuando cambio me obligó a apartar la mirada y seguir con la dirección que me indicaba la pantalla que había sobre la radio del coche. Deje mi batallón interno para entonces soltar la incógnita que me atormentaba desde lo sucedido en el término de su reunión.

- ¿Por qué no busca por usted misma?

- ¿me estás dando la autorización? -pregunta de vuelta y me vuelvo a quedar sin palabras, sin saber que responderle. Suelta un suspiro- quiero escucharlo de ti.

Le miro de reojo, de un segundo a otro me dejaba sin respuesta y ahora sin nada.

- ¿me daría un tiempo?

Posiblemente era un atrevimiento, pero a nadie le hablaba del asunto aun, ni a mis padres a los cuales aún no iba a ver, ni a Erick o Desqui, que resultaban ser con quienes más hablaba de mi vida. 

Detuve el motor del auto para bajar rápidamente y abrir su puerta. Posó su mano sobre la mía que descansaba sobre el marco de esta, para mostrar una auténtica sonrisa forzada.

- cierto, solo eres mi trabajador. No debería de darle mucha importancia.

Me quedé quieto, como si sus palabras fueran cuchillos y se me clavaran en la carne.

- le pediré a Corman que me lleve a casa, así que puedes marcharte -comenta llegando a la puerta de la casa y la cual fue abierta sin la necesidad de llamar, por algún empleado- hasta el lunes, joven Mathews.

La puerta se cerró cuando ella entró y yo me quede como un idiota allí. El portazo resonó en todo el vecindario, me subí al auto y de mala gana me marché, importando poco que este no fuera el coche de Erick o mío.



Por lo general los domingos por la mañana salgo a trotar y este no fue la excepción, estaba disfrutando de mi momento a solas en el departamento puesto que Erick no llegaría hasta pasado las dos de la tarde y así fue, pero justo me había descubierto en su computadora buscando trabajo. Frunció el ceño y de manera dramática se llevó las manos a las caderas, como si fuera mi madre y me descubrio viendo porno, cuando estaba en una página web de empleos.

- No.

- ¿Qué? -pregunto alzando mis manos y dejando de lado el plato cuadrado de comida china- como si fuera algo malo simplemente hurgar en el internet por algo interesante.

- te creería si fuera una página de mujeres desnudas o de citas, pero es una página de empleo y tu ya tienes uno que conseguiste gracias a mi y no de allí.

Ella es mi Jefa. SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora