Capítulo 22. Efecto rebote.

3.8K 215 1
                                    

- ¿Qué le hace pensar que lo haré? -volví a preguntar manteniéndome serio.

- te lo demostrare -dice antes de buscar en su cartera una carpeta de un rosa chillón- llevas trabajando para ella hace ya más de un mes ¿cierto? -habla depositandola sobre la mesa la carpeta y abriéndola para dejar al descubierto unas fotografías- se han encontrado en un par de hoteles lujosos...

- a lo mejor iba a ver a otra niña rica y era coincidencia, o tal vez trabaje satisfaciendo a mujeres por la noche -le interrumpo manteniéndome estable.

- tal vez la última opción sea posible, pero te olvidas de tu historial.

Me quedo sin palabras cuando hace a un lado las fotografías dejando a la vista una pequeña fotografía de mí con información a un costado.

- solo Alise Burrell, contrataría a un tipo guapo que acaba de salir de prisión con un historial como el tuyo, porque siendo sincera, yo ni loca lo haría -agrega dejando ver una sonrisa de satisfacción.

Al parecer al destino, también se había impuesto como propósito hacerme la vida imposible.

- entonces ¿Qué hace hablándome?

- ignorando mis propósitos, por el bien del trabajo.

- su propósito por el de su trabajo o arruinarle la vida a otra persona.

Deja de sonreír y se acomoda en la silla. Soy consciente de cómo los medios de comunicación son una maravilla en un día y al otro pueden arruinarte la vida.

- soy una amiga lejana de Alise.

- pues bien. Vaya con ella y pregúntele personalmente.

Se coloca de pies al tiempo que yo lo hago, así que no puedo evitar mirarle extrañado.

- por algo he dicho lejanas y no cercanas.

- como ha dicho Camille, trabajo para ella y he firmado un papel que decía claramente mantener la confiabilidad.

- te puedo dar la cantidad de dinero que quieras -ofrece sin quitar esa mirada desafiante.

- ni siquiera se compararía con lo que me pagan en el trabajo, ni recibiría de su parte obsequios en mi primer día -recuerdo las palabras de Erick.

Es lo último que digo para ir hasta donde estaba la encargada de mi cuenta, donde pago la taza de café que me había tomado en la cafetería.

Justo cuando pensé que no habría nadie en el piso y que al menos el día no podía ir de mal a peor, abro la puerta oyendo de inmediato el llanto de una mujer proveniente de alguna habitación del departamento, a tientas sigo el sonido hasta llegar a la entrada de donde está la cocina, encontrándome con la irreconocible melena de Jane. Quien está de espaldas a mí, sentada en la mesa. Sus hombros se movían cada vez que el hipo asaltaba su boca. Erick me había mandado mensajes diciéndome que su Jamoncito había desaparecido como si la tierra se la hubiera tragado, proponiéndose ir a ver a las amigas de ella para ver si alguna tenían idea del paradero de su chica, luego de que las visitas se fueran.

Antes de acercarme le mando un mensaje diciéndole que se encuentra aqui.

- Jane.

La llame logrando que se girara de golpe a verme. Jamás le vi de esa forma, con el maquillaje corrido, la nariz y los ojos rojos como si hubiera llorado todo el día. Dejo a la vista un puchero a lo que volvía a llorar, como si esa fuera su única tarea. Me acerque en silencio hasta tomar asiento en la silla que había a su lado, debía de ser cuidadoso si no quería ser su saco de boxeo. Coloque mi mano sobre su hombro y lo palmee, nunca se me ha dado bien el tener que consolar a alguien.

Ella es mi Jefa. SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora