Capítulo 3. Destino.

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La tarde ya de ayer, luego de ir a dejar la carta que iba dirigido a mis padre me dedique la mayor parte del tiempo a preparar mi vestimenta para la entrevista, pero pese a que logre tener un traje y ordenar mayoritariamente las cosas con las que me quedaría y con las que ya no, fue difícil conciliar el sueño, y tambien inevitable el despertarme demasiado temprano el día de hoy, así como el no terminar de comer el desayuno que me había auto preparado, que fue aceptado encantadamente por Erick, quien me deseo la mejor de las suertes cuando salía del departamento. Estoy nervioso, lo sé, y si lo pienso detenidamente estoy seguro que me encuentro de este modo desde que marque el numero de la empresa en mi celular, la sensación va en aumento a medida que tomo un taxi y en el me aproximo al edificio de la empresa Suivre.

Ya afuera del edificio le doy el dinero al chofer y agradezco sus servicios, el hombre solo sonríe, asiente para posteriormente marcharse.

Me giro contemplando un gran edificio de unos diecisiete pisos, eso basta para que mis manos comiencen a sudar, esto y el malestar que estoy sintiendo, mas el que no me resulte cómodo vestir de traje, me generan ahora la sensación de tener un nudo en la garganta, y no me estoy refiriendo al de la corbata negra que llevo puesta. Me llevo una mano a la nuca y masajeo el lugar al tiempo que bajo la mirada para ver la hora en mi reloj de muñeca, he llegado veinte minutos antes de lo citado, así que ocupo unos cinco para tratar de tranquilizarme y recién adentrarme al edificio, uno que es custodiado por dos hombres en la entrada que solo me miran de reojo y mantienen sus posiciones.

Si el exterior del edificio me resultaba demasiado intimidante el interior lo es aun mas, un piso de cerámico gris, a juego con paredes y amueblado en gran parte de color blanco, con personas al interior del lugar se mueven de un lugar a otro mientras son atendidos. Hace demasiado tiempo que no me encontraba con semejante imagen de la realidad.

Miro a un lado y a otro hasta toparme con el nombre de la empresa en una pared, las letras que son casi del tamaño de mi antebrazo parecen ser de metal pintado de dorado, y sobresalen de la pared justo a un costado de donde estaban dos recepcionistas, una de ellas me sonríe, gesto que entiendo como una invitación y por lo cual me acerco hasta donde están ellas, justo detrás de un gran mueble que es de color blanco.

Las dos mujeres que tal vez no pasaran de los treinta visten igual, una camisa blanca, una falda tuvo de color negro y una pañoleta de color dorado en el cuello, lo que las distingue de una y de la otra es que una de ella tiene el cabello rubio y muy corto, casi pegado al cráneo, mientras que la otra lo tiene rizado, largo y de color café.

La primera no se percato de mi presencia, de hecho, estaba sumamente concentrada en la pantalla de lo que parecía ser una Tablet.

— muy buenos días —saludo la morena, consiguiendo con ello que la rubia apartar sus ojos de la Tablet y me mirara— mi nombre es Verónica Marten, y usted debe de ser Benedict Mathews, el día de ayer se comunicó conmigo y según lo acordamos señor Mathews...

— llámeme solo, Ben, por favor.

Ella pestañea incrédula y luego vuelve a sonreír. Usualmente me llamaban por mi apellido en la prisión y que lo hagan ahora en el exterior me resulta de algún modo incomodo, me da la sensación de que tengo que hacer algo, o que me he metido en un pleito y seré castigado, los guardias en parte se encargaron de que desencadenara tal sensación, además es demasiado formal, y estoy seguro de que ella tiene mi edad o incluso puede que sea menor.

— de acuerdo, retomando mis palabras Ben, según lo acordado el día de ayer quedamos que vendría a una entrevista, pero lamento informarle que quienes se encargarían de realizarla están ausentes, por lo que tenemos dos posibilidades, la primera es hacer una nueva cita y la segunda es informar de este asunto a nuestra superior de primera línea.

Ella es mi Jefa. SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora