Capítulo 33. Contradictorio.

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Siempre he tenido la sensación de que cuando dos personas se comprometen y se disponen a llevarlo a una boda o ceremonia, siempre que un hombre se arrodille a los pies de una mujer, es porque la ama como tal y que está dispuesto a profundizar la relación llevándola a algo más serio, algo que durará lo que tenga que durar, porque siendo realistas cualquier cosa puede suceder en un abrir y cerrar de ojos.

Sonrió al ver a los novios comenzar el primer baile, mientras se susurran cosas al oído y ríen de felicidad, realmente me siento feliz por ellos. Viéndolos así, compartiendo sonrisas y mirándose como si fuesen lo mejor del uno con el otro, me hizo recordar un viejo sueño de juventud, ese que no compartí con nadie por vergüenza o miedo de sonar ridículo y es que a esa edad pensar en el matrimonio y formar una familia sonaba ridículo, porque apenas tenía dieciséis.

Si, a mis dieciséis años añoraba tener una familia que dependiera de mí, una mujer que me amase y que sonriera al verme, tener una relación como la que tenían mis padres, mientras que mis amigos, lo único que pensaban era salir con chicas un par de años mayor, beber alcohol por primera vez o probar la marihuana. También estaban los que por el otro lado pensaban en su futuro, en la carrera de estudio que le diese un buen dineral, en cómo sería una vida sin tener que respetar leyes de tus padres, puesto que ya tendrías una casa o simplemente recorrer el mundo...pero yo, por mi lado miraba al cielo añorando aquello.

- ¿Por qué sonríes?

Pregunta Catia, sacándome de mis recuerdos. Alzo la mirada hasta su rostro y niego con la cabeza.

- solo recordaba algo del pasado.

- ya veo... -respondió un tanto desconfiada- oye, acabo de ver a tu compañero de trabajo por ahí.

- ¿Alex? -interrogó dudoso, ya que ni siquiera tenía idea de que asistiría. Asiente- no pensé que vendría.

- bodas son bodas, amigo -responde este apareciendo a mis espaldas y con dos copas en sus manos- y ¿sabes que es lo mejor de estas?

Intercambio una mirada con Catia, quien ya ha tomado asiento en la mesa en la que me encuentro.

- bebidas gratis -agrega moviendo sus cejas y bebiendo el contenido de una de las dos copas- viva las bodas.

- viva -le sigue la corriente mi compañera, mientras bebe de la que me han servido hace un rato.

- salud -digo mirándolos a ambos.

Estaba tan distraído en mis pensamientos que su conversación pasó a ser casi un susurro a comparación de la música que se mantenía moderada, estaba tan metido en mis preocupaciones que no me percate de la presencia de la novia hasta que una de sus manos se poso en mi hombro.

- baila conmigo.

Extrañado observó hacia la pista de baile donde Erick ya bailaba con su madre, mientras que su padre con la tutora de Jane, así que la novia estaba libre.

- será un honor -respondo colocándome de pies.

Erick se aguanta la risa al verme con su esposa, ya que había jurado en frente del, no bailar con nadie y ahí estaba yo, tratando de no pisar a la Jane, quien apenas se percató de aquello no pudo evitar reír hasta que la falta de aire le hizo detenerse.

- gracias -habla Erick a mi costado, apoyando su mano en mi hombro.

- por todo -agrega Jane, recuperando la compostura.

- ¿a qué se debe tanta formalidad? -interrogó al verlos tomarse de la mano y compartir una de sus miraditas melosas.

- queremos que seas el padrino -dice Erick, colocándose detrás de su novia, posicionando su mano en el vientre aun plano de su esposa.

Ella es mi Jefa. SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora