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¿Y si todo lo que viví fue una pesadilla? ¿Y si todo se debió a una historia en mi mente? ¿Y si todo lo que viví realmente nunca pasó? ¿Y si todos los terribles acontecimientos que pasaron en mi vida no fueron más que una mala jugada de mi cabeza para mostrarme una vida alternativa?

¿Y si los demás nunca existieron?

¿Y si yo nunca existí?

—¿Cuál camiseta es mejor? ¿La que dice "Me cansé de ser una chica" o la que dice "Las chicas mandan"?

¿Y si tengo una vida en la cual soy feliz?

¿O mejor la que dice "Vete al infierno"?

Obviamente este no es el caso.

—Lucille, ¿Podrías dejarme escribir este informe? —Preguntó Camila, exasperada, volviendo su atención al teclado de la laptop.

—Pero si no estabas escribiendo.

—¡Por supuesto que sí! —Exclamo cerrando bruscamente la laptop.

—Pero te vi...Estabas mirando hacia allá —dijo señalando la pared del frente—. Estabas pensando algo, pero no escribiendo. Además...

—¡Lucille! —Gritó enojada.

—¡Mamá! —Exclamó la niña imitando su gesto.

Camila se quitó las gafas y frotó el puente de su nariz. Estaba cansada, había estado analizando toda la tarde los expedientes de los nuevos niños que habían entrado al plantel.

Su trabajo era algo tedioso, se encargaba del departamento de documentación y archivos de una escuela especial para niños con problemas de aprendizaje. Le gustaba su trabajo, pero era fin de año y estaban a punto de salir de vacaciones, se había apurado bastante para tener todos los expedientes de los niños al día, incluso había llevado parte del trabajo a casa.

—Entonces, mamá, ¿Cuál camiseta es mejor?

Camila dio vueltas en su silla giratoria, había convertido la habitación sobrante en un cuarto de trabajo y estudio, la había reformado, había mandado a derribar la pared que daba al exterior, reemplazándola con un ventanal, tenía una pequeña mesa y un librero comprados en ikea; Lucille también tenía una parte del pequeño cuadrado, su lugar estaba en la esquina, con sillas color manzana verde, una pizarra y un librero color rosa que hacia juego con la alfombra del mismo color.

La luz que entraba por el ventanal era suficiente para iluminar toda la habitación, era el lugar ideal para relajarse, y tratar de tranquilizar a Lucille.

—A ver —dijo mirando a la pequeña niña—. ¿Dónde viste esas camisetas?

—La hermana de una de las niñas de la escuela las vende en su Instagram. Si quieres te puedo mostrar todas las camisetas...

Camila respiró hondo. — ¿No quieres mejor una camiseta de Intensamente o de Peppa pig?

No pudo contener la risa al ver la cara de desaprobación de la niña. —Olvídalo —dijo rodando los ojos y alejándose a su rincón de estudio.

Ella sintió una pequeña punzada en el pecho al ver a la niña dibujar en su bloc de notas una camiseta color rosa. Lucille iba a ser su perdición.

Camila se levantó del asiento y se arrodillo al lado de su hija. —Veré las camisetas, si hay alguna bonita, te la compraré, pero no prometo nada ¿Bien?

La niña seguía mirando hacia abajo, y Camila tuvo un impulso de romper a llorar al ver que una pequeña lagrimas mojaba la hoja en blanco. —Bien —aceptó Lucille, cabizbaja.

—No llores más, recuerda que las niñas...

—Pero yo no soy una niña, mamá —la interrumpió rápidamente.

Camila sonrió y la abrasó con fuerza. Lucille le dio un beso en la mejilla y rodeo su cuello con sus pequeños brazos. Así quedaron unos segundos, hasta que sus piernas empezaron a acalambrarse.

Pasaron el resto de la tarde haciendo los deberes. Al caer la noche, el ruido de un auto aparcando llego a sus oídos, seguido por pasos y el sonido de la puerta principal abriéndose.

Lucille se paró del asiento y salió a paso rápido de la habitación, Camila la siguió con una sonrisa dibujada en su cara.

La niña estaba feliz de ver a Roger, su padre.

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Iniciamossss. Está corto, lo sé, pero los demás no son así, lo prometoooo!! :D

Continuará...

VOLVERÉ II.Where stories live. Discover now