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Al otro día, buscó a Lucille por toda la casa, finalmente se le ocurrió ir a la habitación de Dexter, y sonrió al verla ayudar a la enfermera a sostener el brazo de Dexter. —¿Quieres que tu papá mejore pronto? —Preguntó la enfermera.

Lucille miró con ojos de ternura a Dexter. —Si quiero.

Camila se acercó a ella, y acarició su pequeña espalda. —Se pondrá bien —le aseguró, dándole un suave beso en el pelo.

La enfermera le preguntó si quería que la dejara a solas con él, pero rechazó la oferta inventando que tenía cosas que hacer. Salió de la habitación y caminó por los pasillos de la gran casa, simplemente no podía normalizar la situación, no podía estar con Dexter, porque al mirarlo, su mente se llenaba de recuerdos de aquella fatídica noche, veía al tipo con máscara dispararle a su padre.

Esa era la razón por la cual la había investigado, por la cual se apareció como su salvador. Se sentía culpable por todo lo que le había hecho, se vendió como un ángel, pero nunca lo fue.

Si se quedaba en esa casa, era porque la niña parecía no querer separarse de su padre. Y ella conocía la sensación de estar sola, sin familia. Esas personas eran su familia directa, mucho más de lo que ella tuvo alguna vez. No podía quitarle eso.

Dexter abrió los ojos una semana después, parecía que iba a recuperarse mas pronto de lo esperado, necesitaba muletas para caminar y estaba tan magullado que apenas podía moverse, eso le sirvió de excusa para mantenerse alejada de él, pero lo conocía, tarde o temprano iría tras ella. Tenían una conversación pendiente que ella no quería tocar.

Lucille dormía con él, y era tierno escucharlos hablar. No sabía cómo lo haría, pero tenía que irse de esa casa, por otro lado, aún no se sabía nada de Roger, temía que si salía de casa de Greta, él la perseguiría y le haría daño. No confiaba en él, le había demostrado que era capaz de cualquier cosa.

Un mes pasó y ella logró esquivarlo, pero no se pudo escapar por más tiempo. Dexter ya caminaba utilizando una de sus muletas, paseaba por la casa, y cuando lo veía en algún lado, ella tomaba la dirección contraria, además le ponía seguro a la puerta de su habitación al dormirse, no lo quería cerca.

Ese día al sentir que alguien entraba en la habitación, supo que la suerte no estaba de su lado. Se giró lentamente, y contuvo la respiración al verlo finalmente cara a cara. Tenía marcas horribles en su cuerpo, incluso había una parte de su cara que mantenía una fea cicatriz que iba desde la frente, y hacía zig-zag en toda su mejilla, terminando en la barbilla. No era ni de lejos el Dexter que ella había conocido, el chico apuesto con sonrisa angelical del cual se enamoró. Este hombre estaba lleno de cicatrices, y su cara era tan dura, que pareciera como si pudiera aniquilarte con la mirada. Sus movimientos eran sigilosos, y su rostro estaba desfigurado por las marcas y por el odio. Pero más que eso, parecía un hombre atormentado.

No entendía cómo lucille no le temía, si parecía como si en cualquier momento golpearía a todos a su alrededor. Sin poder contenerse, y como si fuera atraída como la abeja a la miel, se acercó a él y acarició la cicatriz de su cara.

Él cerró los ojos, y fue como si descansara todo el peso de su dolor en su mano. Camila se separó de su toque rápidamente y retrocedió, eso hizo que él volviera a poner su cuerpo en alerta y le dedicara su mirada aniquiladora.

Dexter dejó caer la muleta y se paró en sus dos pies, eso hizo que Camila retrocediera, había estado fingiendo que no podía caminar, se acercó a ella y la pegó contra la pared, acarició con su nariz toda su cara, y le apretó la cintura contra la de él, dejándole notar su erección.

Él besó su oreja y susurró. —Si no puedo llegar a ti con palabras, entonces lo haré con sexo.

Ella trató de alejarlo, pero él apretó ambas manos por encima de su cabeza. Con su otra mano libre empezó a desatar su camisa, y cuando su sostén fue visible, metió su mano en su ceno y acarició su pezón.

Camila sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas. —No —rogó con la voz entrecortada.

—Habla conmigo —dijo él presionando su frente contra la de ella—. Por favor.

Ella no pudo soportarlo más y rompió a llorar. —Mataste a mi papá, ¿Cómo quieres que te perdone eso?

Él la dejó ir y la observó tapar su cara con ambas manos. —No puedo ni siquiera verte, porque te imagino en la piel del asesino y me das miedo y asco. Está bien que tu hija te ame, pero yo no quiero estar cerca de ti.

—Lo siento, yo...

Ella negó y salió de la habitación. Ciertas heridas no sanaban tan fácilmente. 

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:c

Continuará....

VOLVERÉ II.Where stories live. Discover now