54.-Capítulos mega finales.

399 27 11
                                    


Honestamente esperó que le pasara de todo, pero que él la golpeara fue la gota que derramó el vaso. Estaba contenida, no quería que la niña la viera destruida, no podía derrumbarse delante de ella.

Sentía tanta rabia, había pasado toda su vida escapando de todo, desde que su padre y abuela habían muerto, había quedado totalmente desamparada, viviendo con personas de reputación dudosa, estando en lugares peligrosos. Y cuando pensó que su vida había mejorado, justo cuando pensó que tendría algo de estabilidad, aparecieron los hombres que de una forma u otra habían arruinado parte de su presente. Dexter y Roger solo la habían hecho vivir en un mundo de fantasías, esto que enfrentaba ahora era la realidad. La maldita realidad.

Quería escapar, pero estaba tan harta de huir, tan harta de cambiar su presente por otro que seguramente después de unos meses sería peor que el anterior.

No era lo suficientemente madura para procesarlo todo, tan solo tenía 25 años, algo de paz no le vendría mal.

Sollozó en tono bajo, porque ya no era una opción detener las lágrimas que se desbordaban por sus mejillas. No miró por el espejo retrovisor porque no quería enfrentarse con su hija. Era un desastre como madre, lucille no la merecía.

Aparcó frente a la escuela y respiró hondo, secó sus lágrimas con el dorso de su mano y pestañeó algunas veces para terminar de alejar todas las lágrimas.

Bajó del auto, y ayudó a salir a la niña. Se bajó hasta su nivel, respiró hondo y le brindó una sonrisa rota. La niña se quedó mirándola, estaba triste, odiaba ver tristeza en su carita redondita. Acarició su pelo negro, el cual ya llegaba hasta los hombros. —Vi lo que hizo papá —dijo lentamente.

Camila pestañeó algunas veces. Se quedó en silencio, quería decir cualquier cosa, pero no quería seguir mintiendo. Su niña tenía 5 años, no podía ocultarle las cosas obvias que pasaban. —Tenemos que llamar a la policía.

Camila abrió los ojos como platos. —Papá no puede golpearte, en la escuela me enseñaron que nadie debe golpearte, tengo el número de la policía anotado en mi libro de matemáticas, mamá.

Camila sintió que las lágrimas se desbordaban por sus mejillas. Le dolía que la niña estuviera preocupada por eso. —No quiero que te haga daño —dijo acariciando su mejilla, la cual aún seguía algo hinchada por el golpe.

—Lucille...

—¡No! —exclamó en tono alto—Tenemos que llamar a la policía, ellos sabrán que hacer. Papá es malo.

Y por primera vez Camila estuvo de acuerdo. —Es malo —concordó, con los ojos llenos de lágrimas.

Odiaba verla triste. —Tengo un plan.

—¿lo tienes? —Preguntó desconfiando.

Camila asintió. —¿Por qué no vas a clases y después resolvemos todo esto? —Preguntó alzando la mano, para chocarla con la de ella, pero la niña negó, y contrario a eso, la abrasó con fuerza—. Te quiero, mamá.

Ella sintió que no podía parar de llorar. —Yo también, mi amor.

La vio entrar a la escuela, y acarició su brazo, por alguna extraña razón tenía un extraño presentimiento, era como sentir que algo malo estaba a punto de suceder, algo que la afectaría, miró a los lados, pero no vio a nadie sospechoso.

Fue al trabajo, pero su cabeza estaba en otro lado, en los últimos meses había tenido un desempeño tan mediocre, que se asombraba de que no la hubieran despedido ya. A la hora de la salida, se aseguró de estar presente en la escuela de la niña, no quería que le pasara nada.

Lucille parecía triste, pero estaba un poco más calmada. La tomó de la mano y caminó con ella hasta donde tenía el auto aparcado, conseguir un lugar para estacionarse a la hora de la salida de los niños era casi imposible.

Frunció el ceño cuando vio un auto completamente abierto estacionado justo al lado del de ella. Pero eso no era todo, había rastros de sangre en su auto. Puso a lucille detrás de ella, mientras abría cuidadosamente su coche.

Gritó del susto cuando vio a Dexter, acostado en la parte de atrás, con una mano sostenía una pistola, y con la otra apretaba su brazo con fuerza. Los asientos junto con él estaban llenos de sangre.

—Camila —dijo lentamente—. Llévame a esta dirección —dijo sacando un papel ensangrentado del bolsillo y pasándoselo—. Ayúdame, por favor —fueron las últimas palabras que dijo antes de desmayarse.

VOLVERÉ II.Where stories live. Discover now