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Katrina estaba llorando, la frágil pelirroja se alejó un poco de él y golpeó con fuerza su brazo. —Te he buscado por todas partes.

Él cerró la puerta de golpe y le indicó que entrara en la casa, buscó el contacto de Camila, pero ella se alejó bruscamente. Katrina no alejó la vista de Dexter ni un segundo. —Me he sentido tan sola, Dex, en serio.

Él la acurrucó en sus brazos. —Si no me encontrabas tú, lo iba a hacer yo, Franco estaba buscándote.

Camila resopló y empezó a alejarse de ellos, no toleraba la maldita escena. Dexter la tomó de la mano. Ella se giró. —No la quiero en esta casa, ¿Entiendes?

Él se alejó con ella. —Ella no tiene otro lugar al que ir.

—No es mi maldito problema...

—Tengo que ayudarla.

Ella negó. —La idea es tan retorcida, Dexter. Me ves a mi en ella, por eso la quieres ayudar.

Él negó. —No es igual, a ella la quiero proteger —la miró de arriba abajo—Y a ti te quiero follar.

Camila negó. —A ella también te la follaste —dijo zafándose de su agarre y cerrando la puerta de su habitación de un portazo.

Se preguntó si cuando Dexter la encontró se veía como Katrina, toda frágil e insegura, tan necesitada de afecto y protección. Apretó los ojos con fuerza. Aunque Dexter lo negara, sabía que él la veía como a ella, lo conocía. La forma en la que le hablaba y la miraba, tenía esa misma mirada cuando la conoció, de compasión.

Al otro día, cuando entró a la cocina se sorprendió al ver a Katrina pintarle las uñas de rosa a Lucille, la niña la miraba de forma tímida. Katrina tenía una camiseta de Dexter y el pelo recogido, no debía tener ni siquiera 22 años, mascaba chicle y eso a Lucille parecía fascinarle. —Podría maquillarte, eres tan bonita —Le dijo Katrina apretando su mejilla.

—Me gusta tu tatuaje —le dijo Lucille, mirando las flores que rodeaban su muñeca. Camila notó que en la otra muñeca tenía cortes.

Estaba dividida en dos. Por una pare no le agradaba y la quería alejar de su hija, y por otro lado la compadecía, al final su parte buena salió a flote. —¿Ya han desayunado? —Preguntó arreglándose acercándose a ellas.

Katrina negó, y en ese momento le pareció tan frágil, que su corazón se apretó. No sabía su historia, pero era obvio que la chiquilla había pasado por mucho. —Haré huevos revueltos para todos —dijo girándose y sacando el cartón de huevos de la nevera— sintió la presencia de Dexter detrás de ella. Él le acercó y la rodeó en sus brazos. —Gracias por esto, preciosa —le susurró y dos segundos después se alejó.

Camila sintió la perdida, todo su cuerpo vibraba. Todos desayunaron en silencio, Katrina no le quitaba los ojos de encima a Dexter, pero tampoco dejaba de mirar todo a su alrededor, a ella, y a Lucille. Conocía esa mirada, de añoranza, de querer pertenecer a algo, hace mucho tiempo se había sentido así, y de hecho, en la actualidad se sentía así en ocasiones.

Dexter sentó a lucille en sus piernas y le dio de comer. —Puedo hacerlo sola, papá, puedo alimentarte también —dijo la niña tomando el tenedor y llevándolo hasta su boca.

Él le sonrió y después de tragar el bocado tomó su pequeña cabecita y la besó, la niña se quedó acurrucada contra él. —¿Alguien quiere más zumo de naranja? —Preguntó, pero todos la ignoraron, incluso Katrina, la cual miraba la escena de amor entre padre e hija sin pestañear.

Camila casi separó a la fuerza a la niña de Dexter para comprar sus útiles escolares. La niña no parecía querer hacer otra cosa, que no fuera estar con él. —¿Te gusta esta mochila? —Le preguntó mostrándole una mochila verde con una rana de peluche integrada, pero la niña solo se encogió de hombros.

Eso la hizo enojar. —A ver, Lucille. Dexter no estará con nosotras siempre ¿Lo entiendes? Así que mejor que te vayas haciendo la idea de que solo seremos tu y yo.

—¿Nos visitará? —Preguntó tristemente.

—¡No! —Gritó enojada—. No estará con nosotras nunca más.

La niña se sobresaltó, y ella misma lo hizo, no quería sonar así. —¿Sabes qué? Te llevaré a casa, y que tú y él vengan por los útiles escolares ¿Bien? —Preguntó caminando hasta la salida, pero la niña llamó su atención, cuando la miró sonrió al ver que había tomado la mochila verde. —Quiero esta, mamá.

Camila respiró hondo. —Genial.

Unas horas después cuando regresó a casa vio a una señora pelirroja en casa, Katrina lloraba descontroladamente mientras la abrasaba.

Franco también estaba en casa, así que se le acercó y le preguntó qué pasaba, pero Dexter le respondió. —Es su mamá, Franco la estuvo buscando por meses.

Dexter se acercó a ellas. —No se preocupen, ya Franco les ha conseguido un apartamento, y se ha encargado de todo. Estarás bien, pequeña —dijo acariciándole el pelo a Katrina.

Ella lo miró tristemente, y lo abrasó. Él la acurrucó en sus brazos. —Estarás bien —repitió, besando su pelo.

—Te voy a extrañar, no te meterás en problemas ¿Verdad? —preguntó con la voz entrecortada.

—Yo estaré bien, corazón. Necesito que me prometas que no te escaparás jamás de casa.

Ella chocó los puños con él. —Prometido, Dex.

La niña ondeó la mano en señal de despedida. —¿La próxima vez que vengas a casa me harás un tatuaje?

—Si tu papá me lo permite, sí.

La niña se le acercó a ella y la abrasó. Katrina se bajó hasta su nivel. —Tienes suerte, pequeña. Tienes al mejor papá de todos.

Lucille asintió. —También tengo a mami.

Katrina asintió y le sonrió a Camila. —Gracias por aceptarme aquí —dijo tímidamente, pero Camila no pudo hablar, solo asintió.

Cuando Katrina se fue, Camila rompió a llorar. —¿Por qué lloras, amor? —Preguntó Dexter acercándosele, pero ella se alejó. —No lo sé, pero solo mantente alejado de mi, ¡Maldita sea! —gritó encerrándose en su habitación.

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D:

Continuará...

VOLVERÉ II.Where stories live. Discover now