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Camila tenía solo 26, así que tener una niña de seis años, hacía que todos dijeran la misma frase obvia: La tuviste muy joven. Y ella nunca sabía qué responder a eso, o sea, qué diablos diría. Que se había enamorado de un hombre diez años mayor que ella, que había estado en la cárcel por cinco años, O podría decir que había tenido una hija con Roger, que estaba justo en la cárcel en esos momentos.

Miró a la niña con el vestido rosa, y una sonrisa en su cara. No importaba lo que había sucedido, amaba a su hija, independientemente de las circunstancias.

Le gustaba la escuela, pero algo no se sentía bien, las personas ahí eran de clase alta, y ese no era el problema, simplemente sentía que no eran incluyentes, que la miraban desde arriba como si ella no supiera ser madre.

Solo esperaba que los niños incluyeran a lucille, porque no vería a su pequeña sufrir por un grupo de niños discriminadores. Se aburrió un montón en la conversación con otros padres, ella no pertenecía a ese mundo hipócrita, así que solo sonreía y asentía cuando era necesario.

Después de unos minutos vio a Lucille correr hasta los brazos de su padre, y algo extraño sucedió, cuando la niña regresó con su grupo de amigas, notó que las niñas susurraban entre ellas y señalaban la cara de Dexter, Lucille se encogió de hombros, pero las niñas la miraron de una forma extraña y se alejaron de ella.

Pero eso no fue lo peor, no solo los niños miraban raro a Dexter, sino que los padres murmuraban entre ellos. La cicatriz de Dexter atravesaba toda su cara en forma de zigzag empezando en la frente y acabando en su barbilla, la cicatriz estaba por encima de su parpado, así que fue una suerte que no perdiera el ojo. Lucille se abrasó a sí misma, y estaba a punto de llorar, Camila la tomó de la mano y buscó a Dexter. —Nos vamos —le dijo lentamente. Él se veía tan afectado como lucille, y odió ver la tristeza en ellos, tomó a ambos de las manos y salió de la maldita escuela.

De camino a casa ninguno habló. Camila pasó por un Mcdonals y compró hamburguesas para llevar, todos comieron en casa en silencio. Camila desvistió a la niña. —No quiero ir a esa escuela —se quejó la niña. Ella la miró y asintió—. Yo tampoco quiero que vayas ahí.

Lucille la miró tristemente. —Se reían de papá —dijo con lágrimas en los ojos—. No quiero que se rían de él.

—Lo sé, mi amor —dijo metiéndose en la cama con ella.

Cuando abrió los ojos, notó que había anochecido. Miró el reloj, de hecho, era más de media noche, salió de la habitación de Lucille, y mientras caminaba hacia su habitación, notó que Dexter estaba en la sala, a oscuras, recostado de la pared, podía escuchar que los hielos moverse en su vaso de cristal. Ella buscó el interruptor, pero su voz la detuvo.

—No lo hagas —Dijo bruscamente.

Eso la hizo sobresaltarse. —¿Por qué? —Preguntó curiosa.

—No quiero que veas mi cara repulsiva —dijo lentamente.

Y eso la rompió. Se acercó a él. —No eres repulsivo.

—Ellos me ven como un monstruo.

Ella le acarició el rostro lentamente, y sufrió al sentir que él apoyaba todo su peso en su mano, era como si hubiera estado esperando por ese toque. —Ellos no te ven, Dexter, pero yo te veo. No eres esas marcas horribles, eres más que eso. Mucho más.

Él se quedó en silencio unos segundos. —Por favor —rogó poniendo su mano encima de la de ella—. Por favor, déjame besarte, si quieres golpéame después, pero déjame besar tus labios.

Él guio su mano hasta su corazón. —Estoy muriendo de amor por ti, ya no lo soporto más —dijo con la voz en un hilo—. Déjame besarte y prometo que mañana cuando te despiertes no estaré aquí. Sé que me odias, pero por favor, solo sé mía esta noche, déjame llevarme eso, aunque no lo merezca. 

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JO-DER *O*

Continuará...

VOLVERÉ II.Where stories live. Discover now