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Dexter miró con melancolía la foto que había conseguido de su hija, mientras los fuegos artificiales hacían ruido anunciando el año nuevo, él no podía hacer otra cosa que ver en una foto a su pequeña.

Esa niña no se parecía en nada a él, es más, si no hubiera sido por el hecho de que Camila le había dicho que era su hija cuando lo vio en la cárcel, hubiera pensado que la niña era de Roger, ese pelo y esos ojos tan oscuros no tenían nada que ver con él, y su pequeña carita redonda era una copia en miniatura de Camila.

Alzó la vista, el otro lado de la ciudad se veía tan alegre, lleno de vida, pero ese no era el caso del vecindario en donde se estaba quedando. —¿Esa es tu hija? —preguntó un chico, inyectándose él mismo cocaína—. Es una linda niña, hermano —dijo antes de cerrar los ojos y reclinar la cabeza del viejo sofá.

Sintió que alguien le tocaba el brazo, miró a la prostituta que no llegaba a los dieciocho años, era pelirroja, con los ojos negros, y la piel bronceada, llevaba maquillaje excesivo y era bastante delgada. —¿Hay algo que pueda hacer por ti? —Preguntó, inclinándose, y mostrando sus senos, debajo de la blusa holgada que llevaba puesta, él observó sus largas piernas.

—Desaparecer, por ejemplo —respondió, mirando al cielo.

La chica refunfuñó, sacó un cigarro y lo encendió, dio una profunda calada y le echó el humo en la cara. —Esa niña no parece de estos lados.

—No lo es.

—Entonces está bien, cualquier persona que tenga lazos con alguien de estos lados, está jodido. Alégrate —dijo palmeando su hombro—. Lo mejor que puedes hacer por ella es mantenerte lejos.

Él cerró los ojos. No pensó que todo cambiaría drásticamente, esperó que Camila corriera hasta él y lo besara, quería verla llorar de emoción, quería escuchar que lo había extrañado a morir y que le presentara a su bebé. ¿Cómo pudo haber sido tan iluso?

Roger no solo se quedó con sus chicas, sino que también había arruinado su participación en el negocio de las drogas, desfalcó su empresa y se quedó con todo su dinero. Si eso no era traición, entonces no sabía lo que era.

Ahora estaba por su cuenta, sin dinero, y escondido. Estaba a merced de sus enemigos, y hasta no saber quiénes estaban a su favor o en su contra, debía permanecer oculto.

Ajustó su gorra y rascó su barbilla. Necesitaba un plan, un plan que le permitiera recuperar algo, o el dinero, o a Camila o talvez ambas cosas, trabajaría en tener su dinero de vuelta, eso era más fácil.

Camila estaba protegida por Roger, y ahora que sabía que él estaba fuera de la cárcel, sabía que se le iba a complicar poder llegar a ella y lograr que lo escuchara.

Entró en la habitación del destartalado motel, se quitó la gorra y se sentó en la cama, miró al piso y respiró hondo. Esa gente no lo reconocían, no sabían que los cigarros que fumaban llevaban su apellido en la etiqueta, y eso estaba bien.

Alguien tocó la puerta, y él tomó el arma que guardaba debajo de la cama, antes de alzarla, vio a la prostituta con la que había hablado antes, entrar en la habitación.

Volvió a esconder el arma. La chica le ofreció un cigarro encendido. Él no fumaba, pero en esos momentos no le vendría mal algo de nicotina en su sistema. —Te veías como si necesitaras uno —dijo sentándose a su lado.

Él dio una calada y la observó. —¿Qué quieres? —Preguntó directamente.

La chica se bajó un tiro de su blusa. —Sabes lo que quiero, es más, ni siquiera te voy a cobrar.

Dexter la observó desnudarse lentamente. Talvez un poco de sexo era lo que necesitaba en esos momentos.

***

Camila sostuvo la mochila de Lucille, la niña la esperó fuera del auto. A veces no entendía cómo en la escuela le podían exigir tanto a una niña de solo cinco años, llevaba al menos dos bolsos más, con botes de pintura, y materiales para una maqueta, aparte llevaba dos cartulinas y una caja de marcadores exageradamente grande. Entró todo al auto y aparcó frente al centro comercial, Lucille se arregló la falda de su uniforme, le encantaba verla vestida así, se veía de lo más tierna con la camiseta blanca y esa falda a cuadros, además, se le veían muy bien sus medias largas color negras con zapatos a juego, la niña odiaba llevar el pelo suelto, así que tenía que comprarle cintas de diferentes colores para poder hacerle hermosas coletas altas, o trenzarle el pelo.

Le gustaba ir de compras en las tardes, le ayudaba a relajarse después del pesado día que pasaba en el trabajo, no quería caer en la rutina de trabajo-casa-casa-trabajo. Además, le gustaba sacar a pasear a la niña, ya que Roger estaba la mayor parte del tiempo ocupado, y llegaba tarde a casa.

Después de año nuevo las cosas en el trabajo se habían complicado, y era casi normal que saliera tarde cada día. Ya había anochecido, salió del auto y estaba atravesando el parqueo con dirección a las escaleras del apartamento, la niña le contaba una broma, Camila sonrió y al alzar la vista, sintió un pequeño escalofrió.

Miró hacia los lados, era esa extraña sensación de estar siendo observada, aceleró el paso, lo que más le preocupaba era que no era la primera vez que se sentía así.

**

:/

Continuará...

VOLVERÉ II.Where stories live. Discover now