24.

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Todo era un caos, ya ni siquiera sabía de quién diablos era la culpa, es más, ya no le importaba. Solo quería estar en paz, y no sabía si eso sería posible, lamentablemente las cosas se le habían salido de las manos. No había un bando bueno y uno malo, porque decir que estaban divididos entre el bien y el mal, sería un pensamiento totalmente incorrecto.

Dexter no era el malo, él solo quería estar con ella y su hija, Roger tampoco era el malo, él las había apoyado cuando nadie más lo había hecho, y solo trataba de que las cosas se arreglaran. Ambos hombres actuaban como pensaban que era lo mejor, no podía culparlos por eso, ella también hacía lo mismo.

Todos buscaban el bien para todo, sin embargo, la única que buscaba el bien para Lucille, era ella. Nadie más.

Le preparó algo de comer a la niña, la pequeña se sentía intimidada por el guardaespaldas, no la culpaba, su apariencia era aterradora, sin embargo, ella no sentía nada. Ya había pasado por algo similar en el pasado.

Sintió que sus ojos se aguaban, no podía pensar en Ronald sin evitar llorar, no podía creer que había sido asesinado justo frente a sus ojos, no podía eliminar la imagen de su cerebro, al pensar en él, su mente se remontaba a ese fatídico día, en ella escapando, en él, tratando de protegerla, en Roger, en el secuestro de Dexter. Todo venía como pequeñas partes de películas que no podía detener.

Secó sus lágrimas y se concentró en lo que hacía, pero era tan difícil. Secó sus lágrimas, pero no lo suficientemente rápido para que la niña no viera la tristeza en sus ojos, y sin saber cómo pasó, Lucille también empezó a llorar.

Ella fue hasta la niña y la abrasó. —No llores, mi amor. Todo estará bien.

—Tengo miedo —susurró con voz diminuta.

Camila la alzó en sus brazos y fue hasta su habitación. Claramente la niña pensaba que ella lloraba por la situación actual que vivían, sin saber que había vivido en otro tipo de infierno, mucho antes de estar embarazada.

Lucille no tenía idea de todo lo que ella había vivido antes de su llegada, no sabía lo que era vivir con Dexter, esto que vivían era nada, comparado con todo por lo que había pasado, el asesinato de Emilie, el miedo a la muerte, los guardaespaldas, el escape, la violencia, el odio, entregarse a santana. Justamente luchaba para que la niña no viviera ni de cerca en ese enredo, pero sentía que lentamente la oscuridad llegaba a ellos, y no sabía si podría ser capaz de proteger a su pequeña de todo lo que se avecinaba, este solo era el inicio, lo sabía.

Ninguna tocó la comida que había preparado, contrario a eso, se quedaron en su habitación, acurrucadas. Al parecer el lugar favorito de Lucille eran sus brazos, porque no había momento en el que la niña no buscara estar apretada contra su cuerpo.

—Quiero que ese hombre se vaya —susurró la niña.

Ella acarició su cabello, no podía asegurarle que eso pasaría. Ni siquiera culpaba a Roger por tomar esa medida, en el fondo sabía, que solo era cuestión de tiempo, para que Dexter hiciera algo realmente definitivo. Vivía con el miedo de que ese día llegara, pero sabía que pasaría más temprano que tarde.

Roger no podía contra Dexter, aun estando indefenso, y sin la empresa, parecía ser tan peligroso como antes, o talvez peor, ya que una persona que no tiene nada, tampoco tiene miedo.

Se puso su bata de dormir, la niña dormía, pero ella no podía hacerlo, tenía ese mal presentimiento en su interior, ese algo que le impedía estar tranquila. Se levantó de la cama y entró en el estudio de Roger, y lo que vio prácticamente le rompió el corazón. Él estaba parado, secando sus lágrimas.

Ella se puso frente a él y sin decir media palabra lo besó, él acarició todo su cuerpo, y después de unos segundos, la despegó de su cuerpo, sus ojos reflejaban tanta tristeza y tanta rabia, que temió que toda su oscuridad la absorbiera. Camila recostó su frente contra la de él, y acarició el pelo de su nuca. —Quiero a mi antiguo Roger de vuelta —susurró con la voz ronca—. Necesito a mi hombre.

Él sonrió malvadamente. —¿Quieres a tu hombre de vuelta? —Preguntó girándola bruscamente y recostándola del escritorio.

Camila se mordió el labio al escuchar como él se bajaba los pantalones, él acarició sus piernas, levantó su bata y bajó su ropa interior.

Sin previo aviso la penetró profundamente, con golpes duros y salvajes. Maldita sea, había necesitado eso. Hizo puño sus manos y gimió, quería desesperadamente sentirse conectada a él, lo había extrañado tanto.

Ella no tardó en llegar al clímax y sonrió cuando él se corrió, presionando su frente en su espalda. —vamos a la cama —dijo él dándole pequeños besos en la espalda.

Camila se recompuso y lo tomó de la mano, llevándolo con ella hasta la habitación. Él se metió en la cama y la arrastró con él, ella se acomodó encima de su cuerpo. Le hizo señas para que guardara silencio, ya que la niña estaba dormida justo al lado de ellos.

Y como si el movimiento la hubiera despertado, Lucille abrió los ojos, pestañeó algunas veces, y sin perder tiempo se acurrucó contra Roger, Camila sonrió al ver la ternura en sus ojos, él acarició la pequeña espalda de la niña y besó su frente.

El móvil de Roger empezó a sonar, Camila notó que era de un número desconocido, él hizo ademanes para tomar la llamada, pero Camila le arrebató el teléfono. —Puede ser importante —dijo él.

Ella tiró el móvil hasta el otro extremo de la cama. —¿Más importante que estar acurrucado conmigo y con Lucille? No lo creo —dijo dándole un suave beso en los labios.

Él acarició su mejilla. —¿Estamos bien? —preguntó sonriendo.

Ella asintió. —Estamos bien —respondió acurrucándose en su pecho. 

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:)

Continuará...

VOLVERÉ II.Where stories live. Discover now