The M.I.L.F. [Peterick/Frerard/Brallon/Jalex]

27

Llegaron a la casa de Pete. Él abrió la puerta y dejó entrar primero a Patrick.

—Esta es mi casa... esa puerta es la cocina, allá está el comedor, la sala, el cuarto de mi mamá, el patio y allá un baño. Quizá esta sea la única casa que conozcas porque a la de mi papá solo voy los fines de semana.

—Ah...

—Arriba está mi cuarto, el cuarto de invitados y un baño.

Pete subió las escaleras y Patrick lo siguió. Entraron al cuarto de Pete, el cual dejó sus cosas tiradas en el piso y se sentó en la cama.

—Es como dos veces mi cuarto. —dijo Patrick.

—Nah. Deja tus cosas ahí.

Patrick dejó sus cosas y miró a su alrededor. Su cuarto era muy grande, tenía un escritorio y un estante lleno de libros.

—No sabía que te gustaba leer...

—Me he leído menos de la mitad. —se rió.

—Pero Pete... —se rió—. ¿Me prestas Dracula?

—Bueno.

—¿Y tu mamá?

—Llega en la noche.

—Ah... ¿puedo conocer a tus perros?

—Bueno.

Pete se levantó y abrazó a Patrick por atrás. Él se rió y le puso las manos encima.

—¿Están en el patio?

—Sí. ¿Pero y si los conoces después? —Pete comenzó a bajar su mano por la panza de Patrick.

—No, vamos ahora.

Patrick se zafó, tomó el libro y lo agarró de la mano. Pete no dijo nada, solo fue con él hasta abajo. Fueron al patio y los dos perros de lanzaron sobre Pete y luego empezaron a oler a Patrick.

—¿Cual es cuál?

—La pequeña es Rigby. El otro enorme es Hemingway.

—Aw, son unos bebés...

—Como tú.

—No, yo no.

Pete soltó una risa y se tiró en en el pasto extendiendo los brazos.

—Ven aquí.

Patrick se sentó al lado de él y Pete lo agarró de las manos para que se cayera sobre él.

—Ay, mi cara...

—Lo siento. —se rió.

—Tengo mucha flojera... ¿qué debo ponerme para el baile?

—No sé, yo voy a ir con típico traje, una corbata... eso.

—Ah... bueno.

Patrick se apoyó en su estómago y empezó a leer. Pete le comenzó a hacer cariño en el pelo y a jugar con él, viendo cómo a Patrick se le empezaban a cerrar los ojos de a poco y el libro se le comenzaba a caer, entonces los abría.

—¿Tienes sueño?

—Sí... estoy muy cansado...