The M.I.L.F. [Peterick/Frerard/Brallon/Jalex]

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Ese sonido de la maquinita puta me tiene loco.

Un momento, ¿están leyendo esto? ¿Saben lo que siento?

Pf, ni yo sé lo que siento.

Bueno, que empiece el monólogo interno. En realidad sería un soliloquio... como sea.

El sonido de la bendita máquina esta me tiene loco.

Ya sé que yo solito me metí en este lío. Me pregunto cuando empezó toda esta mierda.

Extraño a Pete...

No me debí meter con Dallon... la verdad es que no sé cómo me creyó... solo fui a llorarle un poco, le dije que Pete era un tonto y que no entendía a Brendon. Solo eso bastó para que de un segundo a otro me tuviera en su cama. Creo que no me dio tiempo para pensar lo que hacía.

Me duele todo... ni siquiera recuerdo lo qué pasó. Un segundo había Patrick y al otro estaba escuchando las sirenas de la ambulancia.

Estas horas que he estado aquí, solo he dormido.

La puerta de la habitación se abrió.

—¿Estás despierto? —ay, mi mamá... por alguna razón siento como si me hubiera tratado de suicidar—. Bebé... ¿quieres que tus amigos te vengan a ver hoy?

Por una parte no, pero por otra sí. Ni siquiera me daban fuerzas para hablar y explicarle que solo quería hablar con Alex y quizá Brendon. Pero solo pude asentir.

—Sí, mi vida —ella se sentó junto a mí—. Te tienen unos regalitos...

—Mamá... —dije a penas—. ¿Sabes cuando me voy a casa?

—¿Ah? Eh... ¿a casa? No sé, bebé. Depende de cómo estés. Pero vas muy bien... solo te falta un poquito de la transfusión de sangre... mi amor... debo trabajar... tengo que asistir una cirugía y... bueno. Van a venir tus amigos a verte.

—Tengo hambre...

—Ya, bebé.

Ella me dio un beso en la frente y salió. Comencé a cerrar los ojos de a poco, me ganaban los sedantes.

La puerta se volvió a abrir. No miré quién era, solo me esforzaba en no dormirme, pero ni siquiera podía abrir los ojos. Sentí unos labios caer sobre los míos. Supe quién era por el olor.

—Odio ser el último que se entera de todo... por suerte tu mamá me dejó entrar... estaba muy preocupado...

—Frank...

—No te esfuerces... —me tomó la mano—. Me alegra que te hayas estabilizado. Y que no te hayas roto ningún hueso. Te traje un pay que hizo mi mamá... te lo voy a dejar aquí por si te lo quieres comer.

Asentí. Me lo quería comer ahora, oro de verdad no podía hablar, tenía un hambre mortal.

—Te quiero mucho, Patrick... por favor no te vuelvas a arriesgar así...

Moví levemente la cabeza. Lo único que hacía Frank era confundirme. Me sentía tan Hannah Baker con las ganas que tenía de decirle que se vaya, pero luego me iba a enojar por eso y me rajaría las venas en la tina.

Me imaginaba un titular de noticia tipo "sale de riesgo vital para suicidarse".

—Bueno... tengo examen... debo irme al instituto. Voy a volver a verte otro día, ¿sí? Mejórate luego.

Frank me dio un beso. Te odio, puto, deja de confundirme hijo de la perra.

Cuando salió, me fui desvaneciendo otra vez escuchando el sonido de mis latidos en esa maquinita del diablo.