Simon se había empeñado a tomar muy en serio la idea de recuperar a Hanna. Había armado un plan que, según él, no iba a fallar. Sólo necesitaba que todo salga perfecto y a su esposa tendría devuelta.Tenía el jet privado listo, la reserva en un restaurante y hotel lujoso y las entradas para el parque de Disney en Paris.
Con mucho entusiasmo se apareció el sábado por la mañana en el departamento de su esposa. Estaba nervioso y antes de tocar el timbre chequeó que su ropa estuviera bien. Llevaba un jean y un sweater azul que combinaban con sus ojos. No quería lucir desaliñado.
-Buenos días, Simon. – Ana había abierto la puerta en pijamas. Hanna ya estaba con un poco más de 6 meses de embarazo y ya no podía hacer varias cosas por ella misma sola. Además, que se sentía cansada. – Pensé que llegarías más tarde. – La señora estaba sorprendida de verlo y más si eran las 6:30 de la mañana.
-Lo lamento Ana. Es que tengo algunos planes para Hanna y mi hija. Vamos a pasar todo el fin de semana juntos. – La mujer sonrió, asintió y lo dejó pasar. – Ana, tú también irás con nosotros. Así que alista tu maleta. Iremos a Paris. – Con esto último, Simon, no lo dudó y subió las escaleras para ver a su familia.
<< El corazón le latía a mil por horas.>>
Primero fue al dormitorio de su hija y no pudo sentir cierto alivio al verla descansar con tranquilidad. Hace un día que el doctor les había comunicado que Katie había tenido una mejoría y bueno era obvio. Su hija había dejado un poco esa timidez y ahora le encantaba contarle todo lo que le sucedía a sus padres. Sabía que su princesa estaba pasando por un proceso que definitivamente la iba a marcar, porque los niños pueden perdonar, pero no olvidar. Solo espera que, gracias a ese proceso, iba a llevar una mejor vida. Daría todo porque Katie y su futuro hijo o hija se convirtieran en personas fuertes y valientes. Les enseñaría lo que su padre no hizo con él. Sabía que la había cagado, pero aún estaba a tiempo.
-Hola... mi pequeña princesa. – le susurró mientras se sentaba en la pequeña cama rosa. – Tengo una sorpresa para ti. – Simon acarició el cabello de su hija, ya que eso la despertaría.
-¿Papi? – la pequeña abrió lo enormes ojos azules y se giró para verlo. – ¡Papi! – gritó emocionada y se lanzó a sus brazos.
-Hola princesa. – La acomodó en su regazó. – ¿Qué tal te fue ayer en la escuela?
-Muy bien papi. – sonrió – Aunque un niño hizo un dibujo en mi blazo. – Katie se remangó la ropa y le mostró su brazo derecho. Había el dibujo de una pelota de fútbol.
-¿Y le preguntaste por qué dijo eso?
-Polque dice que soy la única niña que juega con él a la pelota. – Aquella confesión, lo hizo reír. – Los niños son muy raros, papi.
-Ni me lo digas. – acarició una mejilla de su pequeña. – Cuando crezcas lo entenderás. Además, no le digas a tu profesora de ballet que juegas fútbol. La señorita Robbin puede no entenderlo. ¿Ok? – Katie asintió. – Bueno, yo vine porque te tengo una sorpresa. ¡Iremos a Disney! – La niña miró a su padre con ilusión y se colgó de su cuello para abrazarlo.
-¡Glashias papi! ¿Y mamá?
-Mamá también irá. Es más, iremos a despertarla y avisarle. – Simon se dirigió al dormitorio de Hanna con Katie entre sus brazos.
-Shhh.... – dijeron ambos cuando la vieron recostada en la cama con los ojos cerrados y abrazada a una almohada larga y delgada para embarazadas.
Simon se aceró hasta el borde de la cama. – Sabes que yo podría ser mejor efectivo que esa almohada. – le susurró en el oído y logró que se despertará de un salto.
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La de la mala suerte
RomanceHanna tenía 21 años cuando se casó con el joven empresario Simon Collins. Su matrimonio creció con falsas ilusiones y ahora 4 años más tarde lleva la vida que jamás imaginó. Simon Collins la amaba, pero aquel sentimiento cambió cuando fue prácticam...