Otra mañana gris en Londres. A pesar de que era verano, el color del cielo nunca cambiaba al igual que el dolor de Hannah.
Se había despertado por el sonido de su celular y se sorprendió al darse cuenta que estaba en su cama, porque lo único que recuerda de ayer, es que se quedó dormida en el sillón de la sala mientras hablaba con Simon. El pensar que él la había cargado entre sus brazos hasta llevarla a su habitación, le había robado una sonrisa. Pero esta fantasía fue interrumpida por su celular que seguía sonando insistentemente.
- ¿Hannah acaso no pensabas contestarme? – aquella voz era la de una de sus amigas.
- Lo siento, Rachel, es que acabo de despertarme y estoy un poco cansada.
-Siento despertarte, pero quería avisarte que hoy Jess y yo vamos ir a visitarte
-¿Y Dani? – preguntó Hannah. Ella era su cuñada. Blake era su medio hermano, pero a pesar de todo, él la quería como si fuera su hermana de padre y madre.
-Tiene cita con el médico. Ya sabes que su embarazo es algo riesgoso.
-En uno de estos días iré a visitarla. De paso y veo a mi hermanito.
-Bueno, Hannah te tengo que dejar porque Zack está que me molesta. –Rachel era la pareja perfecta para Zack, aunque a veces parecían polos opuestos. Ella era rubia y con unos hermosos ojos azules. Esa chica sí que era linda, además de ser una buena persona. Hannah siempre les decía que si ellos tuvieran un hijo sería hermoso, porque los ojos de Rachel y Zack eran los más hermosos.
- Dile a Zack, que es un roba amigas.
- ¡Hey! Y tú una roba esposas. – Zack le había arrebatado el teléfono de las manos a su esposa. - Además respeta a tus mayores.
-Zack eres mayor que yo, por sólo un año creo.
-Eso es demasiado enana. - Hannah no podía evitar reírse de las tonterías que decía su amigo. - Y ¿Simon está contigo?
-No, él está trabajando. – A Hannah se le encogió el corazón apenas escuchó su nombre.
-Bueno, ya me voy. Cuídate mucho, enana. – Zack se despidió desde la otra línea y colgó.
***
Los amigos de Simon no sabían nada de la farsa de su matrimonio a excepción de su mejor amigo Edward. Era obvio, que a Edward no le gustaba la idea. Si cuando se enteró de la verdad casi lo mata.
Flashback.
Era otro típico jueves, en el cual Edward siempre iba a visitar a Simon y a Hannah. Le encantaba molestar a los recién casados, y hacer renegar a la castaña de vez en cuando. Pero ese día había sido diferente. Hannah se la había pasado llorando todo el día. Apenas hace unos días que Simon le había dicho que no la amaba. Ella estaba destrozada y desesperada. Su cabello estaba desordenado y sus ojos hinchados como 2 naranjas. Menos mal que Katie, estaba con sus abuelos, sino hubiera hecho cualquier locura. Ella no mostraba su sufrimiento delante de Simon, tan sólo se limitaba a llorar cuando él no estaba.
Edward estaba afuera de la casa de su mejor amigo tocando la puerta, pero al parecer nadie estaba. Sin embargo, el seguía presionando el botón hasta que la puerta se abrió automáticamente y entró a la propiedad. Pasó por la cochera y luego tocó la otra puerta que le permitía el acceso al interior de la casa. Después de unos segundos, una demacrada mujer le abrió la puerta.
- ¡¿Pero qué diablos te pasó?! ¿Hannah estas bien? – pero ella no respondía – ¡¡Respóndeme!! ¿Dónde está Simon? – A Edward se le vino un montón de ideas de el por qué su amiga estaba así. Llegó a pensar que Simon la había golpeado o algo así.
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La de la mala suerte
RomanceHanna tenía 21 años cuando se casó con el joven empresario Simon Collins. Su matrimonio creció con falsas ilusiones y ahora 4 años más tarde lleva la vida que jamás imaginó. Simon Collins la amaba, pero aquel sentimiento cambió cuando fue prácticam...