Esa sensación de volver a casa, nunca podrá ser irremplazable. El sentir que ese es tu lugar y tu vida, puede motivar a más de una persona y más si de amor se trata. Para Hannah, era lo mismo. Esa noche en Londres, el corazón le había palpitado cada vez que se iba acercando a Simon y por inercia abría los brazos para darle un abrazo de bienvenida y susurrarle un "te amo".
-No puedo creer que ya estés aquí. Te he extrañado demasiado. – Simon besó la frente de su esposa rápidamente, para luego volver su vista a la pista. Esa noche en Londres era un poco fría.
-Yo también, Simon, aunque debo de confesar que tengo un poco de sueño. – Ella se acomodó un poco en el asiento de copiloto.
- Esperé otra respuesta. – Simon rio.
-Lo siento, es que el viaje me ha dejado algo agotada. Además de que he tenido que cargar con tus dos amigos. – Era verdad. En el avión había venido sentada en el medio, mientras James se había sentado al lado de la ventana y Ed al otro lado. Bueno eso no era malo, pero ella había tratado de leer un poco durante el viaje o tal vez dormir. Todo se complicó cuando su amigo el semi rubio se la había pasado durmiendo en su hombro, mientras que por otro lado estaba Ed. Con él había sido todo diferente. El pobre se la había pasado con una cara sumamente triste y para evitar eso se había puesto a escuchar música a todo volunen. Al final, la castaña había estado como una niñera. Consolando a Ed y cuidando del sueño de James. Aquella situación no le había molestado para nada. Ellos eran sus amigos. Es solo que quería descansar algo.
-Ohh pobre de ti. – dramatizó. – Prometo no volverte a dejar sola con esos dos locos. – Su esposa rio.
-Ya veremos Collins. - Hannah despegó su mirada de la ventana y lo miró. – ¿Sabes? creo que no debimos dejar que Ed se vaya solo. – Ella estaba muy preocupada por su amigo.
-No se ha ido solo. Se fue con James... Él estará bien.
-Eso espero...
-Tranquila princesa. – Simon apagó su BMW. – Bueno, bienvenida otra vez. – Ambos rieron.
-Que bien se siente regresar a casa.
-Lo sé.... Ahora anda entrando a la casa mientras yo voy bajando las maletas del carro. – Ella se desabrochó el cinturón y se dispuso a abrir la puerta del carro.
-Espera... - Simon bajó más rápido del auto y se apresuró a abrirle la puerta a su esposa. – Ahora sí.
-Pero que caballeroso. - salió del auto. – Eso me gusta, señor Collins. – le dio un beso corto en los labios.
-Es mejor que entremos. – aseguró, mientras se alejaba de ella e iba corriendo a la maletera para sacar las maletas. – Ahora sí. – Simon con la mano libre que tenía entrelazó sus dedos con los de Hannah y ambos entraron a su casa.
-¿Y Katie? – preguntó Hannah mientras se quitaba su abrigo y lo colgaba en uno de los percheros.
-Está durmiendo. Son las 9 de la noche. – El oijiazul dejó las maletas en el piso.
-¿La has dejado sola? – Ella lo miró molesta.
-No noooo – se apresuró a decir. – Su nana se ha quedado hoy.
-Ok. – Hannah suspiró y luego se dirigió a las escaleras.
-¿Ya te vas ir a dormir? – le preguntó mirándola como ella subía las escaleras.
-Sí... ¿algún problema? - Hannah sabía a lo que se refería Simon. Él quería pasar esa noche con ella. Pero ella quería hacerlo sufrir un poco. – Hasta mañana Simon.
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La de la mala suerte
Roman d'amourHanna tenía 21 años cuando se casó con el joven empresario Simon Collins. Su matrimonio creció con falsas ilusiones y ahora 4 años más tarde lleva la vida que jamás imaginó. Simon Collins la amaba, pero aquel sentimiento cambió cuando fue prácticam...